Me envanece
enterarme que el blog tiene visitas de Estados Unidos. Si te parece oportuno,
deja algún comentario, para verificar que eres de carne y hueso y no un miembro
de la NSA o de la CIA. De paso, a ambos curiosos organismos no creo que este
blog le aporte nada interesante, salvo que les signifique un pasatiempo para
los ratos aburridos.
"Sólo por la filosofía puede experimentar la inteligencia cómo sus pasiones llegan a conceptos". Peter Sloterdijk, 1998
Páginas
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Ventana
Johannes
Vermeer (1632- 1675) El geógrafo
(1669)
A
través de ella nos llega el viento, la luz y la posibilidad de ver más allá. Todo esto en un modesto,
pero valioso adminículo que la arquitectura presta a la vida humana. No es siempre un mero agujero en la pared.
El patrimonio arquitectónico
Por patrimonio
arquitectónico puede entenderse el valor social del conjunto de aquellos
bienes constituidos por edificaciones o transformaciones habitables, tanto
consideradas como unidades o conjuntos.
Este valor social suele estar referido, en forma más o
menos compleja, por determinaciones particulares tales como los valores
urbanísticos, culturales, históricos, artísticos, técnicos o aún sentimentales
o emocionales.
El
patrimonio arquitectónico forma parte del patrimonio cultural, aunque el
primero refiere principalmente a los fenómenos que dan forma a la identidad y
la memoria de un emplazamiento y de aquellos que lo habitan.
Aviso a los navegantes: Alemania
El
blog ha recibido unas cuantas visitas de Alemania. Es un orgullo para mí.
Si te
parece, comenta tus impresiones sobre el blog. Necesito respuestas de todos
aquellos que tienen la amabilidad de prestar atención a mis textos
Interior con preludio
Vilhelm
Hammershøi (1864- 1916)
Interior
con Ida tocando el piano (1910)
Si se
pone algo de atención, se puede oír la música del piano, ahora que el pintor ha
capturado la verdadera luz del interior.
La arquitectura como bien estético
Cuando consideramos una obra arquitectónica como bien,
este objeto-con-valor es,
constitucionalmente, un bien estético.
El componente estético del fenómeno arquitectónico es
inescindible de su constitución relacional en el seno del habitar. La miseria
del esteticismo arquitectónico no radica en la hegemonía del juicio de lo
percibido en el juicio crítico, sino en el hecho de reducir lo estético en
arquitectura a una función facultativa y, a consecuencia de ello, tratarlo en
forma alienada e impropia de la constitución existencial de la arquitectura.
Así, lo estético no está
exclusivamente reservado como lujo en ciertas y escasas ocurrencias, sino
difundido en todo el entorno habitado.
Aviso a los navegantes: Polonia
Según
nos comunica Blogger, el blog ha recibido visitas de Polonia. Esto me
enorgullece. También me intriga. Si lo deseas, comenta tu parecer sobre el
blog, cuéntanos cómo supiste de él, y cualquier otra cosa que te parezca
oportuna. Tu opinión me importa mucho
Ámbitos de acumulación
David Teniers
el Joven (1610- 1690)
El
archiduque Leopold Wilhelm y el artista en la galería en Bruselas (1651)
Hay
lugares cuyo destino manifiesto es la acumulación,
sea de obras de arte o de cachivaches. Los arquitectos tendrían mucho que
aprender de una antropología de la acumulación.
Plumas ajenas: Denise Lawrence
El lugar, para Denise Lawrence, “Es un espacio que se vuelve significativo por la ocupación o la
apropiación humana; es un concepto cultural fundamental para describir las
relaciones de los seres humanos con su ambiente”
(Lawrence,
1997).
El comedor del hotel
Nicolaas van
der Waay (1855- 1936) Soirée en el Hotel
Meranerhof (1920)
Puede
que la habitación de hotel, aunque confortable, resulte algo impersonal y
extraña a su habitante. Sin embargo, en el comedor, junto a una copa de buen vino
es posible sentirse muy ahí, en agradable compañía. Puede que los murmullos y
la música de la vajilla y la cubertería contribuyan
a ello.
Forma y función
El arquitecto tiene como misión concebir, desarrollar y
construir materialmente la forma del componente material del habitar humano.
En el análisis funcional domina la idea —que debería ser
una hipótesis a verificar— que entiende la determinación de la forma como un
ajuste con una suerte de contraforma o molde. Así, la buena forma de un picaporte es aquella que corresponde a la oquedad
de la mano al asirla; la buena forma
de una alcoba concuerda con el ritual de uso al descansar. Recordemos aquí el
arte de la cerámica, en donde el artesano configura con sus taseles el molde
preciso que alojará la materia plástica, y de esta manera la forma final del
objeto quedará determinada por la superficie de íntimo contacto con la horma.
Sin embargo, es preciso encontrar la cabal forma de la
función en arquitectura: los verdaderos patrones del habitar que rozan la piel
sensible de la arquitectura.
Campo de juego
Anthony Gross
(s/d) Fútbol Asociación (Segunda
Guerra Mundial)
En
primer plano, dos territorios signados por conductas, actitudes y reglas
totalmente diferentes. Una simple línea de cal separa los dos ámbitos.
Interiores
Hay que intentar caracterizar con rigor el interior de
las arquitecturas o, dicho de otro modo, las arquitecturas del interior.
Para ello, se impone indagar de modo específico en la
propia noción de interior, noción ésta que deberá, necesariamente, devenir en un
concepto teórico suficientemente preciso. Nos adentraremos en la arquitectura
del lugar de las sombras al indagar en la constitución interior de los ámbitos
habitados. para ello, deberemos considerar las texturas de las superficies, así
como las contexturas de los ámbitos, las personas y sus rituales.
Indagar en el interior es examinar la piel sensible de la arquitectura, es observar detenidamente el
repliegue del espacio en los sitios, es prestar atención al territorio de lo
íntimo.
Lugares sacros y lugares profanos
Jules Coignet
(1798- 1860) El templo de Paestum
(1860)
La
humanidad ha poblado el mundo articulando dos géneros de lugares: los lugares
sacros y los profanos. El gesto arquitectónico original no estriba en el erigir
el templo, sino en la propia articulación de los significados de los ámbitos.
Lugar y espacio
El lugar es una entidad real y concreta.
En
cambio, el espacio es una abstracción
de ciertas dimensiones del lugar, concebida según una cierta teoría operativa.
Sobre el espacio abstracto, el arquitecto opera conscientemente con su labor de
diseño. El problema es que según este diseño, se construirá un artefacto
denominado comúnmente edificio, el que radica en un solar y transforma y
constituye un lugar.
Lo
que la teoría del habitar aporta a la cuestión es que debe contarse con un
aparato conceptual apto para tratar sistemática y rigurosamente con los lugares
y no ya sólo con el mero espacio abstracto.
Gente grande
Jaroslav
Špillar (1869- 1917) Los ancianos
(1904)
El
habitar de la gente grande (viejos son
los trapos) tiene ciertas especificidades que deben considerarse de un modo
específico, sin reduccionismos al mero confinamiento asilar, ni a la
segregación en ámbitos-para-ancianos.
Habitar como conducta
Antes
se ha afirmado que el habitar es una conducta humana observable e
interpretable.
Es
frecuente que los arquitectos piensen que la forma construida condiciona
fuertemente los modos de habitar. Pero si uno recorre un gran edificio de
apartamentos, cada uno de ellos con disposiciones funcionales, constructivas y
formales muy recurrentes, uno puede comprobar que las personas interpretan su
ámbito de manera muy variada. Si se cuenta con una razonable holgura en las
dimensiones, las familias ensayan diversas variantes de arreglo y estilo de
vida. Pero si se cuenta apenas con las dimensiones mínimas reglamentarias en un
plan rígido, entonces, las legítimas expectativas de arreglarse cada uno a su
aire se ven frustradas.
Peculiarmente
en lo que toca a la denominada vivienda de interés social, parece que
deberíamos reconsiderar la rígida fórmula que afirma que la forma sigue a la función.
Caminos
Esaias van de
Velde (1787- 1630) Paisaje montañoso con
viajero (1620)
Cuántos
caminos han sido trazados por los jinetes mucho antes que por los ingenieros
agrimensores. Constituyen las primeras trazas en el palimpsesto del territorio.
Lo que enuncia cada patrón de habitar
El acontecimiento de habitar un lugar implica al menos un
enunciado de sentido completo.
La identidad, la memoria y la referencia del lugar son
los contenidos esenciales de tal enunciado. La identidad se construye
efectivamente con el vínculo entre el sujeto habitante y la proyección
percibida del campo espacio temporal específica del lugar. La memoria, por su
parte, se construye mediante la propia elaboración de los perceptos en una
síntesis significativa que compara, clasifica y ordena las figuras. La
referencia, en fin, se construye con la inserción del lugar en un sistema
topográfico de los lugares que el sujeto habita.
Estos tres contenidos son aspectos analíticos de una
operación única y sintética: el habitar efectivo de un lugar.
Celebración del nosotros
William Powell
Frith (1819- 1909) Una visita privada a
la Academia Real (1881)
Todo
parece indicar que ciertas ocasiones son especialmente idóneas para celebrar,
en el fondo y en principio, que aquí
estamos nosotros. Afuera de este
ámbito están los Otros, convenientemente distinguidos, cuando no lisa y
llanamente segregados.
La vivienda de interés social
La vivienda de Interés Social es una categoría que se
construye
- con un conjunto conceptual y normativo reputado como esencial que define racionalmente la habitabilidad,
- minimizando los costos constructivos, y
- pasible de accederse por familias de escasos ingresos relativos.
Estos tres factores condicionantes recortan a su modo el
perfilado de la política de la vivienda hacia un objeto específico: del
concepto general de vivienda, se extrae y especifica el concepto de vivienda de
Interés Social. El concepto general de vivienda implica, de suyo, un conjunto
complejo de ideas, aspiraciones y proyecciones reales de la habitabilidad
humana, así como una gestión económica efectiva de recursos económicos para su
implantación, construcción e inserción en el contexto social y, como derecho
humano y social, implica el acceso, uso y goce equitativos y justos de todos
los habitantes de una comunidad.
Conceptualizar las cosas de este modo tiene innegables
virtudes operativas, pero también suponen importantes restricciones.
Un lugar para detenerse a pensar
Wladislaw
Czachórski (1850- 1911) Pensativa
(1883)
Felizmente
liberadas de sus labores cotidianas, sea circunstancialmente, sea por un mero
privilegio de clase, las personas se detienen a pensar. Entonces, están ahí.
Ética arquitectónica
Una ética arquitectónica señala la propia dignidad y
humanidad del concierto social que da lugar a la arquitectura.
La actividad arquitectónica, que es una actividad social
compleja, reviste una específica dignidad en la manifestación propia de la
humanidad implicada por los motivos que la solicitan y promueven, los medios de
que hace uso y también los logros que consigue su obrar. El talento profesional
del arquitecto es apenas un componente necesario y fundamental, pero la
dignidad y humanidad del contexto productivo no es menos necesario y
fundamental: la buena arquitectura, en sentido ético, es resultado de la
convergencia sociocultural de la dignidad y humanidad de la sociedad que la
promueve e implementa.
Escaleras, otra vez
Helen Allingham (1848- 1926)
La escalera de Whittington Court (s/f)
Aquí
la señora burguesa baja desde su
ámbito íntimo hacia el recibidor público. También el gato contempla embelesado
el espectáculo.
Situarse y localizarse como práctica social
Las acciones de situarse o localizarse tienen siempre un
carácter social: el lugar y momento en donde se verifican tienen expresos
significados de esta índole.
Se configuran lugares no sólo con la presencia particular
en el espacio y el tiempo físico o ambiental, sino también —y quizá
principalmente— en un lugar social: las proximidades y alejamientos, las formas
específicas que adopta en cada caso el habitar tienen un profundo significado
en la vida social. La propia configuración de cada particular estilo de vida
tiene, en definitiva, un aspecto identificador de naturaleza social.
Luz
Abraham
Blomaert (1564- 1651)
Los
discípulos de Emaús
(1622)
Cuando
la luz artificial escaseaba, ésta apenas llegaba a lo verdaderamente
importante, creando un lugar propio. En la actualidad, con el dispendio de
energía iluminamos quizá innecesariamente todo
con un mismo nivel uniforme. Perdemos así la posibilidad de aprovechar también
las sombras y las penumbras. Perdemos la posibilidad
de la iluminación expresiva del lugar.
Morfología en la teoría del habitar
La motivación para la constitución de una morfología en
una teoría arquitectónica del habitar está dirigida al vínculo entre las formas
o modos de presencia del habitante —configurando un acontecimiento—, y las correlativas
formas construidas del lugar acondicionado al efecto.
No se trata de una
taxonomía descriptiva de la constitución física de los componentes
arquitectónicos, ni de las distintas configuraciones geométricas del espacio
arquitectónicamente conformado. Se trata de explorar y describir las formas del
habitar y cómo estas formas y figuras constituyen una contraforma a la constitución física y geométrica del espacio
habitado.
Estas contraformas obrarían, quizá, como una determinante
sutil de la forma arquitectónica resultante del diseño.
El borde costero
Eugène Boudin (1824- 1898) Las esposas de los pescadores en la costa (1872)
La consabida fascinación por los bordes adquiere tonos trágicos cuando se considera la ansiosa espera de las mujeres por la vuelta de los pescadores sanos y salvos, habitantes éstos y aquellas de una frontera hostil.
La arquitectura del paisaje
El término “paisaje” no designa en sí una porción objetiva del ambiente, sino un constructo originado en un específico vínculo subjetivo-objetivo de naturaleza ambiental.
En segundo término, la apreciación del paisaje no se reduce al sentido visual, sino que compromete a todos los sentidos del sujeto: el paisaje se ve, por cierto, pero también se oye, se huele, se toca y también se percibe combinando de modo variado las distintas informaciones que captan los sentidos. En tercer lugar, se caracteriza a cada paisaje partiendo de las distintas situaciones concretas que adopte el sujeto observador: tanto la que particularmente adopte en cada circunstancia como la que asuma con fines sistemáticos. En cuarto término, el paisaje como fenómeno, se describe positivamente por su forma, por las estructuras que contiene y por el aspecto perceptible que muestra. Por último, el paisaje no puede reducirse a una pura entidad geográfica objetiva, ni a un percepto subjetivo, sino que debe ser tratado como una estructura vincular objetiva-subjetiva de naturaleza ambiental.
El paisaje, visto de esta manera, tiene una arquitectura como propiedad
Calles
Eugène Galien-Laloue (1854- 1941)
Una escena callejera en París (1941)
¿Es posible que este emporio de jubilosa felicidad urbana sólo sea, en la actualidad del Siglo XXI, un relicto nostálgico del pasado? ¿Estamos irremisiblemente condenados a recordar aquellas avenidas llenas de vida y razonablemente seguras?
Plumas ajenas: James Salter
La última novela de James Salter (Nueva York, 1925), Todo lo que hay (2013) lleva un epígrafe que dice: Llega un día en el que adviertes que todo es un sueño, que sólo las cosas conservadas por escrito tienen alguna posibilidad de ser reales.
Andrés Hax, “Un credo para escribir”
en Bitácora, Lunes 14 de Julio 2014. Año XIII - Nº 573
La pintura de una teoría
Antonello da Messina (1430- 1479) San Jerónimo en su estudio (1475)
Curioso e intrigante cuadro: en un marco arquitectónico regular se aloja un muy confortable edículo habitado por nuestro viejo amigo. Esta pintura es clave para entender algo importante: todo edificio despliega dos órdenes de significados. Uno, tectónico, y el otro constituyendo la piel sensible de la arquitectura, allí donde lo construido roza con levedad y justeza la implementación habitable
Plumas ajenas: Tim Ingold
Nosotros, los antropólogos, estamos aprendiendo desde y con el mundo en el que vamos mezclados. Así que la clave de la antropología es que tratamos el mundo como el lugar donde se ha de encontrar la sabiduría, si solo supiéramos cómo buscarla.
Tim Ingold, 2012
Por nuestra parte, hay varios que, si esto es cierto, también queremos ser antropólogos, si no de profesión, por lo menos de vocación. Así que, antropólogos de profesión: necesitamos métodos de observación e interpretación. No se demoren en contestar.
Adolescentes
Johannes Vermeer (1632- 1675)
Joven leyendo una carta junto a una ventana (1658)
Bella y conflictiva Edad de Oro en donde cada uno se descubre a sí mismo y, en felices ocasiones parejas se descubren el Uno para el Otro. Han necesitado siempre un ámbito que suele estar muy desordenado, pero muy íntimo, para leer a escondidas la Carta.
El derecho a una buena vida
Desde el punto de vista ético, la buena vida que todos y cada uno de nosotros nos merecemos, es el lugar propio de los fundamentos morales de específicos derechos humanos.
Estos derechos se han ido reconociendo progresivamente en la historia social de la humanidad; primero los derechos civiles y políticos, luego los derechos económicos, sociales y culturales, mientras que, incipientemente, se revelan en la conciencia social derechos propios del desarrollo de la idea de solidaridad. Desde larga data, el derecho a la vivienda ha sido consagrado, al menos declarativamente, en la legislación positiva de muchos Estados. Sin embargo, es necesario desvelar el fundamento moral que tiene, en el marco general del derecho a un nivel de vida adecuado, digno y decoroso.
Esta indagación apunta a desbrozar el camino a esta acuciante necesidad de encontrar el fundamento moral que resulte en la superación del estadio declarativo, para constituir una consigna ética y política positiva.
Azoteas
John Sloan (1871- 1951) Sol y viento en la azotea (1915)
Humildes pendones de la vida urbana flamean allí en lo alto, desde donde no pueden verse ya las estrellas.
Patrones de habitar y arquitectura viva
Con respecto al significado de la arquitectura será necesario urdir un estudio de los patrones de habitar.
Estos patrones del habitar son las formas que adoptan los acontecimientos que tienen lugar. Por un cierto tiempo debemos desembarazarnos de la idea recurrente que considera a la arquitectura como un mero continente inmutable y perdurable en donde los hechos de la vida tienen su escenario para considerar una arquitectura viva, ocupada plenamente por la vida humana. Por ello, el estudio de los patrones del habitar se justifica o se vuelve pertinente precisamente allí y en la ocasión en que la vida sucede, cuándo y dónde la vida tiene lugar.
La escalera al Carnaval
Lucius Rossi (1846- 1913)
El baile de máscaras en Ca Rezzonico, Venecia (s/f)
Los nobles bajan hacia la fiesta y ya este espectáculo forma parte de ella.
Las prácticas sociales del habitar
Abordar las prácticas sociales del habitar supone observar, caracterizar y valorar tanto las prácticas de concepción, así como las de proyecto, construcción e implementación.
Los lugares que efectivamente habitamos, en efecto, son expresión de ideas de diversa naturaleza y origen, obedecen a diversas directivas de índole proyectual, son resultado de distintos procesos de construcción y son escenarios de diferentes estilos de vida particulares.
El examen atento de las prácticas sociales del habitar desemboca en el análisis sociopolítico de aquello que realizan los diferentes actores sociales.
Las luces del teatro
Eugène Galien-Laloue (1854- 1941)
Boulevard St. Martin. Matinée à l’Ambigu (1909)
El espectáculo teatral ya comienza con el resplandor callejero de su fachada. ¿Cómo resistirse?
La dimensión política del habitar
Las prácticas sociales del habitar informan a la superestructura política.
Las ideas-fuerza, los conceptos políticos operativos y los fundamentos directrices de la acción social son expresión, tanto racionalmente consciente como ideológica, de las fuerzas motrices de la vida social. Las prácticas sociales del habitar no sólo construyen físicamente el hábitat, sino que también configuran más o menos explícitamente constructos fundamentales para la deliberación y el consenso político.
El examen crítico de estos constructos fundamentales es necesario para la consecución de una teoría arquitectónica del habitar que aspira a comprometerse con el barro de la historia y de la vida cotidiana.
Por qué pensar el habitar
Pensar el habitar, en definitiva, supone asumir un compromiso.
Este compromiso tiene componentes de tipo epistemológico, prácticos y productivos. Estos compromisos se originan tanto en un abordaje perspectivo existencial así como antropológico. También se motivan en una revisión radical acerca de la misión social de la labor arquitectónica. Pero también el compromiso del pensar el habitar tiene, ineludiblemente, un importante componente ético. El ancestral juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo el sol puede, efectivamente, ser legítimamente demandado y consecuentemente implementado de muy diversas formas.
Pero, en todo caso, al habitar humano, por su propia condición determinante, implica una arquitectura que debe ser pensada para éste: hay que urdir entonces un juego ético para este habitar necesario.
La puerta de entrada (Primer acto)
Ferenc Eisenhut (1857-1903) El albanés armado (1902)
En general, la gente se toma muy en serio la defensa de la puerta de entrada. Pero que el clima de inseguridad no nos haga poner siempre a un fiero centinela albanés.
La puerta de entrada (Segundo acto)
Paul Jamin (1853- 1903) Brenn y su parte del botín (1893)
Claro, cosas como ésta le suceden a quienes no cuentan con la custodia de un fiero centinela albanés. Pobres muchachas, pasan de un abusador a otro, simplemente.
Ciertos admirados precursores
El lugar como entidad digna de especial atención y reflexión aparece, significativamente en el debate arquitectónico, en ciertos aportes como los de Josep Muntañola (1973), Christian Norberg Shulz (1975), y Kenneth Frampton (1980). Si bien los desarrollos obedecen a diversas preocupaciones iniciales, todo hace indicar que los esfuerzos reflexivos conducen en cierta medida a objetivos comunes.
Hoy en el teatro
Albert Guillaume (1873- 1942) En el teatro (1915)
Ese lugar para acomodarse a contemplar en silencio y en elegante compañía cómo los actores hacen su vida, poniendo carne en personajes en busca de un autor. Ah, los perfumes y esa luz en la platea.
Habitar, proyectar, construir
Todo parece indicar que la misión unitaria, reconocible y dotada de fisonomía propia y diferencial de la empresa arquitectónica tiene que encontrarse en un común denominador que tendrían sus implementaciones sociales.
Aquí se sostiene que es el habitar este común denominador. Es necesario, no obstante, entender que es forzoso configurar conceptualmente una figura del habitar tal que pueda informar eficazmente a esta misión. No basta con enunciar que el diseño y la construcción arquitectónicos tienen como fin al habitar, entendiendo así al diseño y la construcción como instrumentos o simples medios.
Cabe concebir a una habitación que proyecta y construye habitando
Alrededor de tazas de café
Giovanni Boldini (1842- 1931) Conversación en el café (1878)
Sencillamente no puede concebirse la sociabilidad ciudadana sin el apoyo de una pequeña mesa con tazas de café. ¿Será éste el discreto encanto de la burguesía?
Una estética compleja
Si consideramos la complejidad del fenómeno de percepción sensible de la arquitectura, entonces podemos constatar ciertas características específicas.
· La primera, que la arquitectura en su relación específica con el sujeto que la habita, implica la concurrencia de prácticamente todos sus sentidos (la visión, la audición, el tacto, el olfato, la termocepción, la cinestesia).
· La segunda, la frecuencia con que estas percepciones diversas se combinan entre sí, configurando percepciones complejas.
· La tercera, el carácter sintético que tienen estas percepciones complejas en la experiencia total del habitar.