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Ámbito sutil

Alexander Vladimirovich Schmidt (1911- 1987) Desnudo enfrente al espejo (1952)

Hay una tenue habitación que nos acompaña allí donde vayamos, plenamente habitable siempre y cuando preservemos adecuadamente la privacidad.


Intimidad y privacidad

La construcción histórica del sujeto origina, en el sistema de lugares, un ámbito y una articulación de éste con respecto al resto: el ámbito íntimo y la articulación de su privacidad.
Como existente, el ser humano constituye de suyo una situación o emplazamiento y un acontecimiento. Lo que corre conjunto a la conformación del sujeto es la identificación de la persona con un ámbito que deja de ser próximo y pasa a ser propio. Ese ámbito tiene determinaciones espaciales, temporales e informativas apropiadas históricamente por el sujeto y defendidas de intromisiones extrañas por la membrana o cerramiento de la privacidad.
En cierto modo, la privacidad constituye una arquitectura de la intimidad personal. 

La imaginación hacia el fondo del ser

Henry Moore (1898- 1986) Figura reclinada (1982)

Hay obras que parecen emerger, afirmar su forma interna desde sí mismas.

¿Por qué una obra arquitectónica no podría cultivarse desde su propio germen en el lugar?

Plumas ajenas: Gaston Bachelard

Las fuerzas imaginantes de nuestro espíritu se desenvuelven sobre dos ejes muy diferentes.
Unas cobran vuelo ante la novedad; se recrean con lo pintoresco, con lo vario, con el acontecimiento inesperado. La imaginación animada por ellas siempre tiene una primavera que describir. Lejos de nosotros, en la naturaleza, ya vivientes, producen flores.
Las otras fuerzas imaginantes ahondan en el fondo del ser; quieren encontrar en el ser a la vez lo primitivo y lo eterno. Dominan lo temporal y la historia. En la naturaleza, en nosotros y fuera de nosotros, producen gérmenes; gérmenes cuya forma está fijada en una sustancia, cuya forma es interna.

Bachelard, 1942

Cuestiones de apertura (45)

¿Cómo integrar las dimensiones de lo lúdico en la teoría del habitar?

Ensanches y constricciones

Las operaciones fundamentales sobre el lugar se manifiestan ya como ensanchamientos, ya como constricciones.
Quien ensancha, dilata, amplía y aumenta. Dado un tamaño se le engrandece por ensanches y se le minora por constricciones. Quien ensancha agranda y desahoga, libera. Quien constriñe, por el contrario, estrecha y apiña, encoge.
Por eso todo ensanche se asocia moralmente con la liberación y con el engreimiento, incluso. Por su parte, la moral del que estrecha angosta y angustia.

Quién pudiese, en arquitectura, ensanchar en todo lo posible los lugares a la vida, si no fuera porque la economía nos impone crueles constricciones.

Anchuras libérrimas

Ludwig Mies van der Rohe (1886- 1969) Casa Farsworth (1946)


Puede que resulten algo excesivas, palaciegas incluso. Pero es la vida misma la que las desea, las reclama, las ansía.

Arquitectura con figuras

Leonardo Coccorante (1680- 1750) Arquitectura con figuras (s/f)


Así como en la ilustración las figuras humanas se han agregado apenas para subrayar la escala monumental de la Obra, muchos arquitectos soslayan por completo el contexto en donde se implanta.

La atención al contexto

En la profesión arquitectónica es común la ignorancia del contexto en donde se implanta la obra.
Esto se debe, fundamentalmente, que la representación del lugar se nihiliza en la representación del papel o pantalla en blanco. Sin embargo, toda obra terminará posándose sobre un entorno determinado, sobre una orografía, en unas circunstancias precisas de sitio y momento.

Así como lo hacen los pintores paisajistas à plein air, a los arquitectos nos vendría bien ir a proyectar en el solar mismo, para no soslayar el contexto.

Ámbito doméstico

Pieter de Hooch (1629- 1684) Mujer preparando pan y manteca para un niño (1663)


Ya miramos con nostalgia, cuando no con extrañeza, el origen de nuestras ideas sobre la domesticidad.

La domesticidad

La domesticidad tiene que ver con la familia, la intimidad y una consagración al hogar, así como una sensación de que la casa incorpora esos sentimientos y no sólo les da refugio.

Rybczynski, 1989
Hemos naturalizado nuestras ideas sobre lo doméstico.
Pero en realidad son una morosa construcción histórica que se origina, en lo que toca a la civilización occidental, en los Países Bajos hacia el siglo XVII. Si coincidimos con Rybczynski, allí y en ese entonces concurrieron determinadas circunstancias que dieron lugar a unos modos burgueses que se revelaron paradigmáticos incluso para nosotros. Por más que en la actualidad, ni la familia, ni la intimidad ni la consagración al hogar son lo que eran entonces.
Pero lo que en verdad ha sucedido es que la arquitectura de la casa se ha rarificado hasta casi no constituir un mezquino refugio a los sueños.

Presencia

Ninfa Escultura en Marlygarten, Potsdam


Sólo cuando nos reconocemos en nuestro reflejo comprendemos en dónde nos hallamos. Siempre y cuando no quedemos subyugados con la maravilla.

Los cuatro elementos míticos: IV. El agua

No ha sido un simple deseo de fácil mitología, sino una verdadera presciencia del papel psicológico de las experiencias naturales, lo que ha determinado que el psicoanálisis marcara con el signo de Narciso el amor del hombre por su propia imagen, por ese rostro tal cual se refleja en un agua tranquila. En efecto, el rostro humano es, antes que nada, el instrumento que sirve para seducir. Mirándose, el hombre prepara, aguza, acicala ese rostro, esa mirada, todos los instrumentos de seducción. El espejo es el Kriegspiel del amor ofensivo. Señalemos rápidamente ese narcisismo activo, demasiado olvidado por el psicoanálisis clásico.
Gaston Bachelard, El agua y los sueños, 1942: 39


Pudiera ser que el reflejo en el agua quieta, antes que en sofisticados espejos confiera lugar a la presencia efectiva del hombre. Narciso queda para siempre cautivo del estupor. Quienes se benefician de la moraleja salen decididos a caminar —a vivir—, una vez que han tenido lugar en el reflejo del agua.

Cuestiones de apertura (44)

¿Qué significa, en la actualidad, la caracterización de la arquitectura como arte?

Panorama del viejo patio

Zulmabm (s/d) Patio de la Facultad de Arquitectura en Montevideo (2015)


Todo el afecto tiene cabida en la amplitud del querido patio de nuestra Facultad. La vista panorámica es la mirada que domina su paisaje.

Amplitud

La amplitud es la tercera de las extensiones que el cuerpo propone al lugar. Comprende, como latitud, la extensión que media entre lados derecho e izquierdo. Da la medida de la dilatación, de la anchura espacial.
También es una medida especial de la holgura, de la libertad de movimientos, de la holgura que sirve a la comodidad. La amplitud de miras supone una percepción dilatada y una comprensión cabal de las situaciones.
La medida de la amplitud es una de las medidas del desarrollo, de la extensión, de la riqueza relativa.
El mundo es ancho y ajeno, denuncia Ciro Alegría.

Se trata entonces de apropiarlo y asegurarle a cada uno su amplitud adecuada.

Poéticas del habitar contrapuestas (III)

Una tercera oposición se entabla entre poéticas que se pretenden multidisciplinarias (poéticas del diseño, poéticas plásticas) y otras que se reivindican como propias y específicamente arquitectónicas. Aquí el punto de debate reside entre la importancia relativa conferida ya a los aspectos genéricos de la producción, ya a los aspectos específicos de una disciplina.

Las poéticas multidisciplinarias son opción de quienes se centran en la figura del artífice, su talento y capacidad de obrar según principios generales, que agrupan a diversas disciplinas como aspectos apenas puntualmente diferenciados de un hacer creativo, imaginativo e innovador. Para algunos la propuesta de forma de un tenedor tanto como la intervención urbanística en una ciudad son, fundamentalmente, temas de diseño y éste sigue reglas generales y comunes en donde la especificidad es apenas incidental.


Por su parte, es posible concebir poéticas arquitectónicas propias, en donde se enfatice el papel diferencial de las especificidades disciplinares. Se reconoce, por un lado, que hay aspectos arquitectónicos propios del diseño, pero por otro, que hay además caracteres arquitectónicos que no se subsumen necesariamente en el diseño, tales como el acondicionamiento habitable, la cultura tectónica local y la semiótica específica y propia de la arquitectura. De esta manera se entiende la poética arquitectónica como el sistema específico para la consecución de la forma arquitectónica. Tal sistema es abierto, pero no obstante se constituye con autonomía disciplinar.

Poéticas del diseño y poéticas arquitectónicas

Ludwig Mies van der Rohe (1886- 1969) y Lilly Reich (1885- 1947) Silla Barcelona (1929)


Durante mucho tiempo el talento y la mistificación crítica nos han hecho creer en el diseño que trasciende los límites de la disciplina arquitectónica y llega al equipamiento. Es momento ahora de proponer un par de dubitativos signos de interrogación al respecto.

Allá en la fantástica isla griega

Poblado de Oía en Santorini, Grecia


En algún rincón lejano del mundo hay un par de butacas esperándonos para habitar las terrazas en calma, viendo caer el día. Pero tenemos que llevar la calma en nosotros.

Elogio del habitar calmo

En la vida contemporánea domina la agitación fatigosa.
A causa de ello, se tiene al estado de calma como un bien escaso: por eso es demandado a altos precios. Parte no menor de la industria turística se nutre de la excitada pasión por algún instante de tranquilidad. Paz y sosiego son valores que cotizan alto en el mercado de la imaginación. Bajo la caracterización de lugar apacible, los operadores turísticos tientan a los agobiados, que son legión. Entonces los ávidos consumidores se lanzan en masa para conquistar en algún lugar lejano y pintoresco, la paz improbable en sus vivencias, infrecuente en sus espíritus.

Llegados en tropel, pueden comprobar cómo es que ellos mismos son los principales causantes de la intranquilidad que estropea el sosiego de aquellos lugares plácidos.

La medida justa de la elaboración formal y material

Herzi Pinki (s/d) Balcón en el n° 8 de la calle Brücken, Viena. (2013)


Para el artista Art Noveau, la consigna podría haber sido: ¿Para qué concebirlo simple, si se puede hacer complicado? Más allá de la observación sardónica uno puede preguntarse cuál es la cuantía socialmente necesaria de trabajo para resolver un balcón. Para no incurrir en excesos, ciertamente, pero también para no caer en la mezquindad poco imaginativa.

Poéticas del habitar contrapuestas (II)

Es dable oponer unas poéticas artesanas a otras poéticas afectadas por el productivismo moderno. En este caso se opone, en el fondo, el debate acerca del trabajo socialmente necesario para producir las diversas ocurrencias arquitectónicas.
Las poéticas artesanas se desarrollan aplicando la cuantía socialmente necesaria de trabajo, en donde la medida de ésta radica en la convicción interna que aúna por igual tanto al artesano como al usuario. No hay tanto sobreproducción como acabamiento debido en el producto artesano. El artesano cabal no trabaja, por cierto, en demasía, sólo que se asegura, con sus propios criterios, de producir su obra en forma íntegra, “como es debido” o “según las reglas del arte”.
Por su parte, las poéticas afectadas por el productivismo industrial tienden a la minimización economicista del trabajo, virtud puramente mecánica, inherente a los modos capitalistas de producción y por completo autónomas de las solicitaciones del usuario que pasa a ser, apenas, un consumidor. Hay que probar, en este caso, si la cuantía de esfuerzo es la suficiente y necesaria, así como en qué medida el producto industrial no resulta en definitiva de un empobrecimiento del producto.

¿Qué opina al respecto?

Cuestiones de apertura (43)

¿Qué quiere decir que la arquitectura es un hecho social total?

El cuerpo relajado y triunfante

François Boucher (1703- 1770) Joven durmiendo (1760)


Hacia el siglo XVIII comienza —al menos en la civilización occidental—  un proceso histórico de revaloración del placer corporal, de la actitud relajada y de la búsqueda refinada de la comodidad. Los cuerpos reclaman, desde entonces, confort.

Sobre el confort

La palabra confort hace mención al bienestar subjetivo y a la comodidad material.
En un sentido muy estricto el confort es una conjunción de valores ambientales (temperatura, humedad y velocidad del aire) en donde el cuerpo se encuentra en un calmo equilibrio. Pero también el confort es la relativa comodidad de equipamientos y enseres en la relación de uso. En definitiva, parece que por confort no podemos contentarnos con un sentido puramente subjetivo ni con un significado puramente objetivo, sino con una relación o vínculo feliz entre una disposición, actitud o ritual del cuerpo en correspondencia con los elementos materiales y energéticos de su ambiente habitado.
El confort, así entendido, constituye un importante contenido de una teoría del habitar plenamente desarrollada.


Origen y sustento

Alegoría de la tierra en el Ara Pacis, Roma


Habitar frecuentemente se asocia al arraigo, a la fijación y origen en un punto de la tierra, que, por otra parte, no deja de ser, en lo fundamental, una Madre.

Los cuatro elementos míticos: III. Gea y la tierra

Todo habitar proviene, en definitiva, de lo ctónico.
Después de todo, el territorio (jora) equivale a mencionar un receptáculo primordial, una madre, una nodriza o una tumba, según se mire. Gea, “la de amplio pecho” es el origen y el sustento, se empareja con Urano —el cielo— y concibe entonces a Océano, tal su esencial fertilidad.
En las profundidades del pensar, la tierra sustenta las ideas de arraigo y aquerenciamiento: divide a los habitantes entre sedentarios y nómades.

Un territorio es una figura tatuada en la piel de la tierra: un aquí que podemos trazar y defender.

Poética de la síntesis de la forma

Aino y Alvar Aalto Restaurante Savoy en Helsinki


La belleza del lugar no radica en tal o cual pormenor de embellecimiento añadido. La belleza es virtud de la totalidad de la forma arquitectónica manifestada como síntesis.

Poéticas del habitar contrapuestas (I)

Cabe en principio oponer modalidades poéticas en la medida en que pueden establecerse alternativas. Existe una primera oposición entre lo que podríamos caracterizar como poéticas de la síntesis de la forma contrapuestas a poéticas del embellecimiento. Aquí lo que permite establecer la alternativa es la concepción fundamental de la forma arquitectónica.
Para una poética del embellecimiento la consecución de la tradicional tríada vitruviana (utilitas, firmitas, venustas) se consigue sólo a través de un compromiso con los principios de formatividad: hay un orden de consideraciones para la utilidad, diverso de otro que persigue la estabilidad durable y ambos distinguidos del orden que informa la belleza perceptible. En virtud de ello se considera el plano estético como un conjunto de solicitaciones autónomo y articulado, con lo que, conseguidas la estabilidad y la utilidad relativas a través de un protocolo de específicas consideraciones constructivas, lo estético sería un orden añadido, en todo caso facultativo y por ello y de suyo no-necesario.
Opuesta a tal concepción, una poética de la síntesis de la forma afronta el problema de la determinación de la forma arquitectónica en un modo tal en que la articulación categorial vitruviana debe entenderse como un ejercicio necesario de síntesis superior. Así, el método no sigue las líneas de articulación conceptual vitruviana sino que, desde la raíz se desarrolla un único y sintético sentido arquitectónico que propende a la composición específica de la forma. En este caso, lo estético sólo puede ser contemplado en su integración finalista con las otras categorías y no constituye ninguna añadidura facultativa, sino factor necesario y siempre presente.

¿Qué opina al respecto?

Lugar habitual y sagrado

Albert Edenfelt (1854- 1905) En el aposento del niño  (1885)


Se puede conceder que este lugar no es un templo religioso, por cierto, sino un lugar doméstico por excelencia. Sin embargo, tiene su carácter sagrado: allí un humano ha echado a andar. Y eso lo consagra.

Sagrados interiores

En cada interior en donde bulle la vida humana hay algo sagrado.
La historia social del habitar tiene un probable origen en la articulación, en el paisaje, de territorios sagrados con respecto a los profanos. Las primeras configuraciones de territorios delimitados en su cierre son destinadas al asiento de lo divino. Piénsese en los crómlech: un círculo de piedras cierra un territorio dotado de figura propia, recortada del fondo del mundo. No sabemos qué usos o rituales se celebraban allí, pero lo que sí sabemos es que los territorios se han articulado. Piénsese en las torii japonesas: puertas que conectan entre sí (y también separan) lo sagrado y lo profano.

Hoy llegamos a la plena conquista de los interiores acondicionados. Si le creemos a Nietzche (Dios ha muerto), entonces somos nosotros los que proliferamos lo sagrado en los interiores que habitamos.

Cuestiones de apertura (42)

¿Cómo puede una teoría del habitar discriminar las diferentes vocaciones y expectativas al respecto que tienen las personas según su edad?

Magias del aire

Astor Piazzolla con su bandoneón


Ya quisiéramos muchos arquitectos hacer con el aire obras equiparables. Después de todo, según Goethe (si no fue Schopenauer) la arquitectura es música congelada. ¿Qué tal un Otoño porteño congelado? ¿O un Oblivion de piedra y madera?

Los cuatro elementos míticos: II. El aire

Los antiguos han intuido que la vida origina las condiciones que la hacen posible. En principio, todo es atmós (hálito). De allí las ideas de hálito vital y de atmósfera.
Por otra parte, si la quietud del aire lo hace invisible por su omnipresencia, es el movimiento el que lo vuelve manifiesto. De allí se originan los relatos de los vientos y las tempestades. De allí también el carácter vital y originador: el viento de la primavera fecunda a Flora.
Pero el aire tiene aún algo de sustancia rarificada —si no es un puro vacío— que abre intervalos a la presencia y el movimiento. En otros términos, es el espacio.

Un lugar, en definitiva, es una atmósfera especialmente acondicionada para habitarse

Paz doméstica

Emilius Ditlev Bærentzen (1799- 1868) Escena familiar (1828)


Una casa, entre otras caracterizaciones posibles es aquel lugar hacia donde es razonable, respetable y deseable retroceder desde todos los recorridos.

Retroceder

El desarrollo pacífico de las cuestiones del vivir quiere que avancemos. Sin embargo, aquí y allá se presentan circunstancias que nos obligan —siempre aquejados de contrariedad— a retroceder.
Puede ser una infame cobardía al huir o una acción informada por la sabia prudencia. Retroceder implica abandonar una posición alcanzada, retirarse de ese lugar, volver sobre los pasos, replegarse la acción. Retroceder es perder, ceder, rendirse. También implica retirarse.

Para la vida tranquila y dichosa, todos los itinerarios son de ida. Para la vida real, en el fondo, siempre se vuelve.

El pequeño pero crítico detalle

Jean-Baptiste Charpentier le Vieux (1728- 1806) La familia del duque de Penthièvre (1768)


Por lo que se ve, constituye una escena bastante común y corriente. El detalle revelador es que están bebiendo chocolate: si fuésemos capaces de oler la escena la percepción global cambiaría radicalmente.

El sentido desdeñado

En nuestra civilización existe un profundo sesgo en la importancia relativa de lo que conocemos del mundo a través de nuestros sentidos.
Esto es especialmente claro en arquitectura, donde casi todo lo que merece percibirse de ella pasa, en principio, por el sentido de la vista. Saber ver la arquitectura era, a la vez, una consigna y una promesa de un libro de Bruno Zevi, bastante consultado en el tiempo en que los estudiantes de arquitectura leíamos libros.
Si uno intenta apreciar las virtudes de un aula, una sala de conferencias o aún de un teatro, puede constatar por sí mismo que lo que percibimos con el oído también tiene su importancia, al menos en algunas situaciones. Lo que deberíamos pensar, en todo caso, es que la percepción acústica de las características propias de cada ámbito es una parte importante de la experiencia sensible de éste.
Por otra parte, podemos apreciar ciertas virtudes arquitectónicas con el sentido del tacto. Descubrir la sutileza de los juegos de texturas y recorrer morosa y atentamente los lugares acondicionados para su habitación también tiene su importancia.

Pero es algo difícil de reconocer que también el olfato tiene un papel que desempeñar. Puede que tengamos ciertos prejuicios sobre la animalidad básica del uso que le damos a nuestras narices, aparte de mirarlas como candidatas a la cirugía estética. Pero deberíamos reconocer que parte no menor de la experiencia de volver a un cierto lugar radica, entrañablemente, en percibir su peculiar perfume.

Los cuatro elementos míticos: I. Hestia y el fuego

No por nada la diosa griega Hestia (Vesta para los romanos) era la diosa de la arquitectura, de la construcción, del hogar, pero sobre todo del fuego sagrado del hogar.
Es que el habitar humano se origina en torno a un fuego prometeicamente domesticado. Éste, custodiado por una diosa especialmente casta, pura y, significativamente, muy preocupada por la limpieza. En su torno es posible que impere el orden familiar que necesitaría ciertos puntos fijos en el mundo.

Este fuego es el origen, el señalamiento especial del aquí, es el sustento de la paz doméstica y también de la cívica.

De todos los fuegos, el fuego

Sebastiano Ricci (1659- 1734) Ofrenda a Vesta (1723)


Hay en todo lugar habitado un punto de origen en donde debe perdurar una llama.