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Reescrituras (XXV): Los sueños. Modos de dirigirlos

Anónimo. Portada del libro Los sueños de Hervey de Saint-Denys (1867)

Por ahora, se trata de soñar e intentar cultivar el sueño lúcido, materia ilustrada por este libro, del que apenas hemos salvado la portada. Soñar, en todo caso, en que otro mundo es posible.


* * *

El ejercicio de la duda y la conjetura demanda mucho rigor para ser considerado un ejercicio verdaderamente filosófico.
Por esto es más apropiado a la humildad reivindicarse como soñador, como onironauta, navegante de ensueños tan desprovisto de brújula como animado por las ansias del puro navegar.

Lástima grande que sólo llegáramos a atisbar la mera promesa de dirigir, con medios adecuados, la embarcación ebria del sueño.

El ejercicio de la duda y la conjetura

Hendrick ter Brugghen (1588-1629)  Heráclito (1628).

Apostar por la filosofía hoy es rebelarse contra su imposibilidad y su muerte. Esto se ha traducido, demasiado a menudo, en posiciones justificatorias y en el fondo victimistas acerca de la defensa de la filosofía, como si fuera una especie en extinción que hay que preservar en un zoológico. Pero la filosofía no puede justificarse ni mucho menos preservarse. Todo lo contrario: tiene que practicarse y exponerse. Salir de allí donde se decreta su muerte para redescubrir su necesidad. Ya en 1978, la filósofa húngara Agnes Heller escribía: «La necesidad de la filosofía crece sin cesar; tan sólo la propia filosofía lo ignora todavía».
Marina Garcés


Hay quien se enorgullece a justo título de su espíritu asertivo, de su reconocida capacidad práctica y hasta de su encomiable talento creativo. Ninguna de estas características puedo reivindicar. Pero me aplico con constancia al denodado ejercicio de la duda y la conjetura. Simplemente porque alguien tiene que hacerlo. Porque alguien, en algún lugar del mundo recogerá el guante del desafío y construirá alguna certeza que quizá fuera bueno forjar en un futuro que me está, inevitable, más allá del horizonte que habito.

Contra la ciudad adjetivada (XI) Ciudad creativa

blog.esarq.edu.mx/2015/07/22/quien-se-acuerda-de-ciudad-creativa-digital/

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

Tras esta adjetivación se esconde una doble reducción.
En primer lugar, el concepto de creatividad se restringe a priori a un conjunto discreto de actividades tales como el diseño, moda, gráfica y similares. El problema es que la efectiva creatividad en las ciudades efectivamente existentes se difunde a lo largo, ancho y profundidad de la actividad social, sin restringirse en ninguna región en particular.
Por otro lado, la “ciudad” creativa es concebida como un enclave territorial en una ciudad existente, tal como en el caso de Guadalajara. Así que veamos qué sucede en los hechos.
Las evidencias mostradas hasta el momento, reflejan que la Ciudad Creativa Digital es un proyecto tendiente a la exclusión económica, social y urbana, de manera que lo que podríamos esperar de éste no sería muy distinto a lo que nos presentan casos similares en diferentes partes del mundo, y que han sido ampliamente documentados por el Museo de los Desplazados. La idea de gentrificación social y económica con la que se asocia al proyecto, se ha ido construyendo como consecuencia del discurso concreto de la acción gubernamental. – Véase::
http://desmesura.org/firmas/de-que-tamano-es-la-ciudad-creativa-digital#sthash.tbUEzA2k.dpuf

Habida cuenta de los antecedentes de la operación de adjetivación ¿cabe sorprenderse en esta oportunidad?

1 Artículo completo en

Plumas ajenas: Kenneth Frampton

Como es bien sabido, el surgimiento de la arquitectura como práctica
individual consciente de sí misma es inseparable del ascenso de la clase burguesa en la segunda mitad del siglo XV. El origen de nuestra noción del diseño arquitectónico como un proceder específicamente moderno, innovador, no tradicional, no puede ser hallado remontándose más allá de ese momento en la historia, cuando las primeras señales de la división del trabajo y la disolución de la cultura gremial anterior a la alfabetización son perceptibles en los métodos mediante los cuales Brunelleschi erigió la cúpula sobre Santa Maria del Fiore en Florencia. Estamos en deuda con Giulio Carlo Argan por su observación de que éste es precisamente el momento en que las así llamadas artes liberales adquieren su ascendente sobre las artes mechanicae y en que el ascenso del arquitecto/artista individual, como un protoprofesional, causa el correspondiente descenso de la estatura de los maestri o maestros artesanos. Esta condición se refleja en el hecho de que, aunque la catedral genérica y el cobertizo cotidiano eran empresas marcadamente diferentes dentro de la cultura gremial, parece haber existido una continuidad simbiótica en la visión medieval del mundo que servía para unificar la producción entera de una civilización basada en la agricultura. Esta continuidad es evidente en el hecho de que el granero y el templo surgieron del mismo género de producción artesanal.

Kenneth Frampton, 1991

Viejas cuestiones (XXVI): Las dimensiones políticas del habitar


¿Cuáles son las dimensiones políticas específicas del habitar?

En la actualidad pueden, por lo menos, avizorarse tres componentes principales:
  • En primer lugar un examen específicamente sociopolítico de las prácticas sociales del habitar en cada una de sus instancias: concepción, demanda, proyecto, construcción e implementación efectiva.
  • En segundo término, un congruente examen sociopolítico del activismo social por el habitar, tanto en sus manifestaciones específicas sobre la vivienda social así como con respecto a la vida ciudadana.
  • En tercer lugar, el concepto de habitar conduce, de suyo, a reexaminar la agenda de derechos sociales, económicos y culturales.


Como se puede apreciar en principio, las dimensiones políticas del habitar prometen estar preñadas de contenido, aunque la conciencia social al respecto es aún incipiente.

Reescrituras (XXIV): ¿Cuál de los elementos?

Jean Béraud (1849- 1935) Un día ventoso en el Pont des Arts (1881)

¿Cuál de los cuatro elementos es el propio del habitar? ¿El aire que se deja ocupar, respirar y que agita a los paseantes? ¿El agua que corre y separa la ciudad y que justifica el puente? ¿La tierra por la que transitan intensamente las personas? ¿El fuego, que aguarda el regreso de los ateridos?

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Pensar en los mitos elementales supone intentar dar un paso atrás reflexivo en busca de un pensamiento que aún no se somete a la disciplina de la razón convencional.
Ese paso atrás no es otra cosa que una artimaña del pensamiento: explorando los territorios del mito pueden encontrarse entrevisiones, sospechas e intuiciones que nuestra manera actual de pensar reprime, con buenas pero no suficientes razones. La poética sustituye así el discurrir corriente.

Lo que no puede la razón diurna lo podrá el ensueño poético y crepuscular del pensar mítico.

Soñar una terraza

Frederick Arthur Bridgman (1847- 1928) Cleopatra en las terrazas de Philae (1896)

Soñar una terraza es soñar propiamente un sueño, habitar su lugar propio y genuino.
Una terraza que valga la pena soñarla tiene un distanciamiento crítico, mayestático y decidido con el suelo. El cielo se vuelve más próximo, más cómplice; es la pintura de la bóveda propia de la presencia del soñador. Pero lo decisivo en la experiencia vital de una terraza es el dominio explícito del horizonte. Nos elevamos, soberbios y triunfantes, para mejor ejercer legítimo imperio sobre el mundo que hacemos nuestro con la mirada.

Y toda esta gloria no es otra cosa que la simple habitación de una terraza

Contra la ciudad adjetivada (X) Ciudad innovadora

Medellín ¿una ciudad innovadora?

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

Si se detiene uno un poco a pensarlo, resulta algo extraño caracterizar una ciudad como innovadora, si esta adjetivación resultara una nota distintiva.
La ciudad, por su propia constitución sociocultural, es el ámbito en donde tiene lugar la innovación como proceso constante y aplicado. En ausencia de innovación podríamos preguntarnos por el estatuto efectivo de una comunidad de asentamiento reducida al puro agregado social informe e inarticulado.
Por otro lado, si quisiéramos señalar una nota realmente diferencial, caeríamos en desvirtuar el fondo conceptual que anida en el término innovación: puede haber ciudades o sociedades más noveleras, más amantes de las novedades, más proclives a los caprichos de modas, más seguidoras del capricho. Pero no por ello innovadoras en su sentido social y cultural más profundo.
La caracterización de ciudad innovadora puede resultar en un obstáculo epistemológico para reconocer los impulsos efectivamente innovadores que de hecho y por fortuna ya se desarrollan en cada ciudad efectivamente existente y viva.

1 Artículo completo en
http://elpais.com/elpais/2016/11/10/seres_urbanos/1478767051_442355.html

Plumas ajenas: Italo Calvino

Más allá de seis ríos y tres cadenas de montañas surge Zora, ciudad que quien la ha visto una vez no puede olvidarla más. Pero no porque deje, como otras ciudades memorables, una imagen fuera de lo común en los recuerdos. Zora tiene la propiedad de permanecer en la memoria punto por punto, en la sucesión de sus calles, y de las casas a lo largo de las calles, y de las puertas y de las ventanas en las casas, aunque sin mostrar en ellas hermosuras o rarezas particulares. Su secreto es la forma en que la vista se desliza por figuras que se suceden como en una partitura musical donde no se puede cambiar o desplazar ninguna nota. El hombre que sabe de memoria cómo es Zora, en la noche, cuando no puede dormir imagina que camina por sus calles y recuerda el orden en que se suceden el reloj de cobre, el toldo a rayas del peluquero, la fuente de los nueve surtidores, la torre de vidrio del astrónomo, el puesto del vendedor de sandías, el café de la esquina, el atajo que va al puerto. Esta ciudad que no se borra de la mente es como una armazón o una retícula en cuyas casillas cada uno puede disponer las cosas que quiere recordar: nombres de varones ilustres, virtudes, números, clasificaciones vegetales y minerales, fechas de batallas, constelaciones, partes del discurso. Entre cada noción y cada punto del itinerario podrá establecer un nexo de afinidad o de contraste que sirva de llamada instantánea a la memoria. De modo que los hombres más sabios del mundo son aquellos que conocen Zora de memoria

Italo Calvino Las ciudades invisibles

Viejas cuestiones (XXV): El compromiso del arquitecto

Lawrence Alma-Tadema (1836–1912) Arquitectura en la antigua Roma (1877)

Ocuparse del habitar supone un compromiso específico del arquitecto.
Pero el habitar puede no ser una única finalidad necesaria para la arquitectura.
¿Con qué se compromete una arquitectura más allá —o fuera— del habitar?

El habitar humano no es el único compromiso posible del ejercicio profesional de la arquitectura.
De hecho, el primero de los compromisos históricos es con la construcción en sí, con la empresa ingeniera que resuelve estructuras estables y durables. Arquitectos e ingenieros, desde ese entonces, abordan la gesta heroica del construir. Esto implica una épica y una ética concertadas en torno al producto material.
Con el desarrollo de las condiciones sociales, económicas y culturales, emergió en la conciencia social un nuevo compromiso con el designio, esto es, con el poder de imponer una forma significativa a la materia. Los arquitectos viraron hacia el arte ennoblecido por la incorporación protagónica de las virtudes del intelecto, peculiarmente reconocidas en la geometría. Estas condiciones son propias de una poética propia y diferencial, que conduce a algunos a reivindicar, no sin esfuerzo, una eventual autonomía disciplinar.

Aunque parezca difícil de explicar en un contexto de sentido común, el compromiso consciente y asumido del arquitecto con el habitar no deja de ser una novedad histórica.

Reescrituras (XXIII): El cuerpo relajado y triunfante

François Boucher (1703- 1770) Joven durmiendo (1760)

Hacia el siglo XVIII comienza —al menos en la civilización occidental—  un proceso histórico de revaloración del placer corporal, de la actitud relajada y de la búsqueda refinada de la comodidad. Los cuerpos reclaman, desde entonces, confort.


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Hoy no podemos concebir nuestra existencia si no es al amparo del confort que nos deben brindar las cosas de vivir.
El confort es un constructo histórico, sin embargo, tal como también lo es nuestra contemporánea concepción del cuerpo, de sus atribuciones y valores, de su relación con útiles y enseres, de su relación con los ámbitos poblados.

¿Cuáles son las condiciones sociales, económicas e históricas que alumbran el desarrollo de conceptos tales como el confort, el cuerpo y el habitar?

El examen atento del cielo

Cumulonimbos

Cuando no ando en las nubes, ando como perdido. 
Antonio Porchia
La observación del cielo no debe tenerse como un pasatiempo banal.
Nuestro conocimiento geográfico concreto proviene de reconocer, en forma ya sistemática o ya sintética, las más pormenorizadas características del cielo que nos resguarda. Poblar un lugar preciso de la tierra es arroparse con su luz, con su color, con las figuras de su estado. Andar en las nubes, en el fondo, supone situarse firme en tierra y comprender cómo domina nuestra posición la clave de la bóveda, que siempre es una circunstancia peculiar de nuestra situación.

Por ello, el poeta, si no puede andar en las nubes, se pierde en un lugar que se vuelve, por este hecho, uno cualquiera. Por ello, la apreciación cotidiana del cielo debería constituir un derecho ciudadano reconocido: para poder verificar dónde es que uno está. Por ello, es con las nubes del cielo que podemos afirmar, sin duda razonable alguna, que permanecemos aquí y ahora.

Contra la ciudad adjetivada (IX) Ciudad autónoma

Buenos Aires, ciudad autónoma

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

Es difícil definir positivamente un concepto general de ciudad autónoma.
Todo parece indicar que el señalamiento especial de autonomía de una ciudad es un reconocimiento de un cierto status político especial que tiende a recortar políticamente la ciudad de su territorio circundante. En este sentido, la autonomía nunca es plena o absoluta, sino que deriva de la atribución de determinados poderes a autoridades locales para administrar ciertos asuntos que nunca agotan el total. La reivindicación de la autonomía de una ciudad en particular siempre es una concesión política al poder que ejercen ciertos actores políticos en una circunscripción determinada.
En virtud de ello, parece que el “concepto” de ciudad autónoma no constituye tal, sino que, a lo sumo, aparece como una idea interesadamente presentada por aquellos que en determinada ciudad tienen en su mano una cierta rienda del poder local. 

1 Artículo completo en
http://elpais.com/elpais/2016/11/10/seres_urbanos/1478767051_442355.html

El sentido del andar

Carl Wilhelmson (1866- 1928) Trabajador (s/f)

Las certidumbres sólo se alcanzan con los pies. 
Antonio Porchia


Por eso es que hay que andar: porque es preciso hacer presencia ante las certidumbres. Porque es preciso alcanzarlas, encararlas, volverlas concreta y propia situación. Porque sólo llegados allí, podemos efectivamente verificar que somos de un modo particular: de muchos estados posibles, uno específico, aquí y ahora.

Viejas cuestiones (XXIV): Proyecto y diseño

Le Corbusier (1887- 1965) Villa Savoye (1929)

Diseñar es darle forma al futuro del mundo en que vivimos. Sin embargo, por muchos motivos, esto parece una empresa desesperanzadora fundada en los fracasos de nuestros predecesores, afirma Tim Ingold.
¿Es verdad que diseñar es darle forma al futuro del mundo en que vivimos?

Lo que le confiere forma efectiva al futuro de nuestro mundo es el proyecto, no el diseño. La distinción entre el proyecto y el diseño es sutil, por cierto, pero inequívoca.
Un proyecto se lanza —por su virtud específica de advenir pro-yecto— hacia adelante, hacia un estado propiamente futuro. Nosotros mismos somos proyectos: somos los lanzadores, la lanzadera y el proyectil. Nuestra condición es siempre hipotética, conjetural, inacabada.
Pero un diseño es una conclusión, un cierre, un acabado. La forma diseñada encierra, constriñe, sofoca cualquier alternativa: se es de cierta forma, toda posibilidad se extingue en ese momento.

Un diseño es una concreción de un presente que en el momento de sacrificar las alternativas fracasa irremisiblemente.

Reescrituras (XXII): Estética de la pobreza vs. fealdad de lo empobrecido

Andrew Wyeth (1917- 2009) Alimento de primavera (1967)

Hay que cultivar con empeño una sensibilidad especial para apreciar la belleza de la austeridad. La pobreza no debe resignarse a lo no bello. Es feo lo empobrecido, no así lo pobre.


* * *

Es comprensible el embobamiento extático que produce el boato, el derroche de riquezas, los brillos de lo opulento, los oropeles y el prestigio que confiere la fortuna de prolongada data.
Pero debe atenderse al hecho que hay también sutiles espíritus estetas que saben apreciar una cierta belleza que proviene de las muestras austeras de la vida humilde, allí donde el uso y el trabajo cotidiano pulen las formas hasta depurarlas. Hay una virtud allí donde nada sobra, donde cada cosa se reduce a su condición esencial, en donde cada útil se ahueca para recibir el gesto corporal preciso y quizá fatal.

Hay que cultivar con mucho empeño una sensibilidad adecuada al bello objeto pobre.

La virtud de los onironautas

Alvar Aalto (1898- 1976)

Hay sueños que necesitan reposo.

Antonio Porchia

Por obra de ciertas poderosas mentalidades prácticas y ejecutivas, nuestra realidad constituye una pesadilla de la que no podemos despertar.
Pero queda el recurso del sueño: no es aún muy práctico y ejecutivo, pero si esperanzador y henchido de sentido futuro. A soñar con método e ilusión se aplican los onironautas, que son personas que atarean en los territorios del sueño que se deja llamar lúcido.
Los onironautas no son personas prácticas y ejecutivas... de momento. Sin embargo, algunos de sus sueños suelen coagular en ideas, conceptos, palabras, objetos, procesos y otros artificios productos de la naturaleza humana. Productos estos de las naturalezas humanas que no se resignan con lo que hay.

Naturalezas humanas que no se someten al mundo tal como nos viene, injusto, malencarado y sin salida.

Novedad bibliográfica

 A los navegantes aplicados:

Acabo de encontrar en Internet un interesante libro, cuyos datos aporto. Se trata de un excelente aporte desde la disciplina antropológica.

Giglia, Ángela (2012) El habitar y la cultura. Perspectivas teóricas y de investigación. México, Anthropos, 2012

Contra la ciudad adjetivada (VIII) Ciudad competitiva

Nueva York, autodefinida como la ciudad más competitiva

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

En este caso, conviene preguntar por quiénes son los que defienden la consigna de la adjetivación de las ciudades en términos de competitividad. Resulta esclarecedor que, para los tecnoburócratas del Banco Mundial, la cuestión es clara:
Una ciudad es competitiva
  • Si crece desde el punto de vista económico más rápido que las demás
  • Si aumenta el empleo en forma excepcional
  • Si se verifica allí un incremento tanto de la productividad como de los ingresos.
  • Si resultan atractivas para la inversión extranjera directa.
El problema es imaginar a todas las ciudades bregando a la vez y concurrentemente en volverse atractivas para los inversores, empresarios y tecnoburócratas. Puede resultar aterrador el cuadro resultante. Lo más pavoroso es que no es una situación puramente hipotética, sino que es una realidad efectiva. Así nos va.

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El valor de la serenidad

Peter Ilsted (1861–1933) Después de la escuela (1904)

De la mayoría de las publicaciones de arquitectura y de la prensa diaria, han desaparecido las palabras belleza, poesía, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento. Las palabras, serenidad, silencio, misterio, asombro, hechizo. Todas ellas muy queridas para mí.
Luis Barragán

De todas las emociones que puede suscitar o promover la arquitectura, la serenidad es, con mucho, la más importante.
La emoción serena es el estado anímico que nos sosiega, nos permite la calma y la reflexión, nos da lugar a la plena conciencia de estar allí y de buen modo. La serenidad es la condición emocional para la ecuanimidad y la razón alerta y certera.

Todas las cosas buenas de la vida son posibles si contamos, en principio, con al menos un reducto de serenidad para empezar a considerar el mundo.

Viejas cuestiones (XXIII): Una arquitectura con vocación de vida

Rdsmith4 (s/d) Danzante tradicional japonesa

¿Qué puede significar la caracterización de Norberto Chávez: Una arquitectura que obedezca a una vocación de vida?

Hoy como ayer: una arquitectura hija de las condiciones de vida que efectivamente tienen lugar allí, antes que una mera construcción ingeniosa, antes que un sofisticado artificio encantador, antes que una pura y sórdida operación puramente comercial. Una arquitectura con vocación de vida es una llena de sentido y alegría de vivir, antes que un elegante vacío. Una arquitectura con vocación de vida agradece de buena gana las palpitaciones, estremecimientos y danzas del cuerpo. Una arquitectura con vocación de vida se deja tocar con complacencia íntima, antes de meramente ser contemplada con distanciada admiración.

Una arquitectura con vocación de vida es una arquitectura del futuro que nos es imperioso alcanzar, antes que sea demasiado tarde.

Reescrituras (XXI): Arquitecturas membranosas

Salvador Dalí (1904- 1989). Geopoliticus Child Watching the Birth of the New Man, (1943)

Hay que operar extendiendo las arquitecturas membranosas del cuerpo vivo para llegar a rozar el suelo, los paramentos y la cubierta del edificio que lo alberga



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Alvar Aalto defendió la idea luminosa que las casas podrían concebirse como entidades vivas que crecen y desarrollan.

Mucha poesía, tanto de la buena como de la otra, puede suscitar esta idea de un organicismo arquitectónico. Pero, por mi cuenta, puedo intuir vagamente una arquitectura originada por un agente vivificante. Originada por la propia vida que allí tiene alojamiento y cuidado.

Artículo recomendado

 Véase:

http://manueldelgadoruiz.blogspot.com/2012/06/algunas-notas-sobre-el-espacio-publico.html