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Plumas ajenas: Norah Lange

La noche entró por la ventana

La noche entró por la ventana.
Mi alcoba está suave de luna.
Los rincones se nutren de sueño
y la bujía cuelga en la penumbra
como un sol insensible.

Norah Lange

¿Una esperanza epistemológica? (II)

Thomas Cole (1801- 1848) El sueño del arquitecto (1840)

La teoría del habitar sólo puede constituir una esperanza epistemológica para una cierta concepción de la arquitectura tenida como actividad social de producción. Esto es, una arquitectura cuyo ejercicio profesional constituya, antes que todo, un servicio social dispuesto para el mejor disfrute humano.
Esto tiene consecuencias.
En primer lugar, el acento de la cuestión arquitectónica se desplaza del edificio y su diseño a aquello que las personas realizan en y con éste. Es la vida de las personas en los lugares lo que cuenta y no ciertas características de la cosa diseñada y construida en sí.
En segundo término, aquello que hay que dilucidar es el conjunto de solicitaciones que conforman la demanda social por lugares que habitar, antes que la intuición, el destello o la epifanía del talento creador del artífice.

Por último, el habitar de las personas es objeto de investigación e interpelación para el obrar del arquitecto. Se trata aquí de un conocimiento previo y necesario para la elaboración de condignas respuestas y no una prescripción del artífice.

Onironáutica (III)

Wilhelm Bernatzik (1853- 1906) La soñadora (1898)

que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Calderón
Hay sueños que necesitan reposo.

Antonio Porchia

Vivimos en un modo que antaño hemos soñado, porque nuestra existencia, en sí misma, es un proyecto.
En la vigilia es cuando obedecemos al plan secreto que hemos urdido bajo el reposo del cuerpo y allá cuando la mente se abandona a sí misma. En la vigilia es cuando diseñamos y construimos con los materiales disponibles... y con las reservas tenues de una deliberación de oscuro origen.

Hay que tener la lucidez y la entereza superiores para interrogar a nuestros sueños y realizar una metódica anamnesis, una rigurosa recuperación de los ocultos mecanismos del deseo que forjan las líneas maestras del proyecto... para reconocernos en él. Hoy por hoy vemos a través de un espejo oscuro.

Viejas cuestiones (XLVIII): Techos

Antonio Muñoz Degrain (1840- 1924) Aguacero sobre Granada (s/f)

¿Por qué razones es común la asunción sinecdótica de los techos como equivalentes a “edificios” o “lugares habitables”?

¿Puede que sea un sentimiento muy básico de aversión a las precipitaciones?
¿Puede que sea porque es la cubierta una articulación principal con el cielo?
¿Puede que sea porque la resolución tecnológica de una cubierta es, en cierta medida, una culminación para la empresa constructiva?

Lo cierto es que un techo es la más aceptada sinécdoque del lugar habitado, aunque hay otros elementos, como la puerta, la ventana, el balcón, e incluso los muros podrían constituir formas igualmente significativas.

Reescrituras (XLVI): Cómo la luz pinta las personas y las cosas

Richard Bergh (1858- 1919) Noche de verano nórdica (1900)

Cada lugar sobre la tierra es iluminado en una forma especial.
Por más que sepamos que es Sol es uno, podría afirmarse, sin faltar del todo a la verdad, que cada lugar posee un determinado aspecto de su luz. Ese peculiar matiz es una de la más clara señal de identidad de cada emplazamiento.
Ojalá cada ser humano tenga la dicha de saber que ocupa un lugar especialmente iluminado por el sol, y estando allí, pueda permanecer en calma, rendido del todo ante la evidencia. Es, en todo caso, una felicidad tenue, pero imprescindible. 

* * *

Todo lugar, según se deja ver, empieza por ser un tono cromático fundamental.
Es preciso que todo el arte del habitar —y por ende, todo el arte de la arquitectura— desarrolle la pintura de las cosas, las circunstancias y las personas a partir de la conciencia muy despierta de tal cuestión.

Por este extremo puede empezar a reconocerse la contextura muy propia y exclusiva de cada lugar. Por este extremo puede empezar a reconocerse bajo qué sutiles matices cada cosa, circunstancia y persona encuentran efectivamente su lugar. Por este extremo puede empezar a reconocerse que la arquitectura hará bien en germinar a su manera en el terreno fértil de su propio contexto.

Plumas ajenas: Fernando Pessoa

Todos los días me despierto ahora con alegría y pena.

Todos los días me despierto ahora con alegría y pena.
En otros tiempos me despertaba sin ninguna sensación:
          despertaba.
Tengo alegría y pena por perder lo que sueño
y porque en la realidad puedo estar donde está lo que
          sueño.
No sé lo que he de hacer con mis sensaciones.
No sé lo que he de ser conmigo a solas.
Quiero que ella me diga algo para despertar de nuevo.

Fernando Pessoa

¿Una esperanza epistemológica? (I)

Thomas Cole (1801- 1848) El sueño del arquitecto (1840)

En este sitio he defendido la idea que la Teoría del Habitar puede constituir una esperanza epistemológica para la Teoría de la Arquitectura.
¿Es acaso pertinente reclamar una ciencia para la arquitectura? Sólo en ciertos casos. Para algunas maneras de concebir la arquitectura, la ciencia no es necesaria y podría constituir un estorbo enojoso.
Según otras perspectivas, la ciencia de la arquitectura, en verdad, no es otra cosa que el desarrollo de un talento o la disciplina impuesta a un artífice. Todo hace sospechar que no sería, en este caso, una teoría del habitar el recurso apropiado, sino una ciencia propia del diseño, de la formatividad, del imperio de la voluntad subjetiva sobre la forma del artefacto.

La teoría del habitar sólo puede constituir una esperanza epistemológica para una cierta concepción de la arquitectura tenida como actividad social de producción. Esto es, una arquitectura cuyo ejercicio profesional constituya, antes que todo, un servicio social dispuesto para el mejor disfrute humano.

La necesidad imperiosa de urbanógenos (II)


En la ciudad contemporánea proliferan las acciones que se concretan en un diseño antiurbano.
Cuando en vez de desarrollar un barrio, con toda su complejidad social, se propone un conjunto habitacional extenso, se daña el tejido urbano existente. Cuando un proceso de gentrificación desplaza a la población pobre afincada para ser sustituida por una nueva y homogénea población solvente, se materializa otra región de un mosaico de segregación socioespacial. Cuando vastas zonas de la ciudad se reservan en exclusividad a oficinas e instituciones burocráticas, se rarifica esta zona de saludables y complejas complementaciones de usos. Autopistas infligen heridas de muerte a la continuidad de amplias regiones urbanas. El abuso de la edificación en altura desdibuja el perfil urbano en términos de skyline. A los pobres se les condena a la segregación y el alejamiento: hay ciudad empobrecida para pobres y también asentamientos de infravivienda.

Por todo ello es que hay que apelar a la siembra esforzada, meticulosa y esperanzada de urbanógenos, gérmenes de una ciudad futura más vivible, más digna de nuestra condición humana.

Viejas cuestiones (XLVII): Todo el poder a los urbanitas

¿Qué operaciones hay que realizar para conferir plenos poderes a los comitentes-usuarios en lo que hace a las directivas y desarrollo de las ciudades?


Mucho se habla de la participación ciudadana y suena razonable. Pero también es preciso dejar ser a cada urbanita en su condición de tal: hombre adulto, mujer, niño, anciano, escolarizado, diverso... Cuando cada uno tenga acceso debido e irrestricto a su ciudad —cuestión fácil de proferir y difícil de garantizar— la plena participación política y social vendrá de suyo. Puede que sólo con el pleno acceso de los urbanitas a su ciudad se comience a atisbar una solución para los crudos problemas de la ciudad contemporánea. Mientras tanto, vamos tirando. Las políticas de inclusión social son los intentos aún titubeantes y primitivos de una reintegración social generalizada que es el supuesto básico de unas nuevas ciudades en donde sea oportuno y digno vivir.

Reescrituras (XLV): Apenas una luz

Alfred Stevens (1823- 1906) Faro en la niebla (s/f)

Toda la presencia de lo humano, situado al abrigo de los elementos, queda reducida a una pequeña, rítmica y trémula luz.

* * *

El último de los rasgos del lugar, del sitio efectivamente habitado subsiste en un tenue y lejano destello de luz. Por esta razón nos han intrigado tanto las estrellas: porque cada resplandor titilante puede ser un signo revelador de otra vida, allá lejos. Por esta razón es que ponemos faros en la costa: para señalar el lado de la vida. Por esta razón, cada casa es una retaguardia: allí donde al regreso de todos los caminos nos conforta una luz que nos señala el aquí más propio.

Plumas ajenas: Mario Benedetti

Cada ciudad puede ser otra

Los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Jaime Sabines

Cada ciudad puede ser otra
cuando el amor la transfigura
cada ciudad puede ser tantas
como amorosos la recorren

el amor pasa por los parques
casi sin verlos amándolos
entre la fiesta de los pájaros
y la homilía de los pinos

cada ciudad puede ser otra
cuando el amor pinta los muros
y de los rostros que atardecen
unos es el rostro del amor

y el amor viene y va y regresa
y la ciudad es el testigo
de sus abrazos y crepúsculos
de sus bonanzas y aguaceros

y si el amor se va y no vuelve
la ciudad carga con su otoño
ya que le quedan sólo el duelo
y las estatuas del amo

Mario Benedetti

Contra la ciudad adjetivada (XXX) En resumidas cuentas

Grupo escultórico “La duda” en Plaza San Martín, Buenos Aires

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

A lo largo de treinta entregas se ha mostrado —que no demostrado— que el recurso de la adjetivación se revela como una operación oscurecedora, encubridora y falsificadora. Las más variopintas ideologías se agazapan detrás de los adjetivos, hojas de parra de las verdaderas naturalezas tras los enunciados.
Todo lo que parece emerger luego de este prolongado ejercicio es:

Debe reconsiderarse con rigor científico el concepto operativo de ciudad.

Sin más y sin nada menos. Es cierto que constituye una entidad compleja que deja verse según diversos aspectos. Pero hoy más que nunca es preciso confinar el hecho en un verdadero concepto.
Porque de él depende la supervivencia de la propia ciudad. Y la nuestra.

1 Artículo completo en
http://elpais.com/elpais/2016/11/10/seres_urbanos/1478767051_442355.html

Sobre las colpoprácticas (II)

Émile Georges Weiss (1861- 1929) El juego del ajedrez (1897)

Ya resuelto el arduo traspaso del umbral, el cuerpo procede a trasformar su marcha en exploración prospectiva.
Se excava la atmósfera del ámbito con pasos circunspectos que se detienen, con mucha precisión allí en donde la exploración resulta suficiente, dadas las circunstancias. Allí donde llegan los pasos, allí se constituye un aquí pleno y relativamente triunfante. Hay conquistas más arduas, pero todas comienzan con dirigirse, paso a paso, a un aquí.
Entremos en la habitación ilustrada. Según nuestros roles y status nos dirigiremos a distintos lugares; en cada uno de ellos constituiremos un aquí concreto. Esto supondrá que nuestro cuerpo se desplazará según una tasa y una traza hacia su lugar.

¿Cuántos pasos y en qué dirección se suceden hasta culminar la plena y satisfactoria entrada en una habitación? Esta es una medida arquitectónica variable y crucial: la forma de la propia habitación y su destino habitable le deben no poca cosa. Quizá constituya un eje efectivamente vivido, por oposición a los ejes meramente geométrico-euclidianos de la pura cosa construida.

Viejas cuestiones (XLVI): El mundo según el arquitecto

¿Cómo sería un mundo habitado en la forma en que un arquitecto lo pensaría?


Sería un mundo terminado de concebir en un sobrecogedor insomnio, no sin fatigas, formalmente cuestionable y siempre con un factor de inestabilidad, de incertidumbre, de imprevisiblidad: un factor humano, vamos.

Reescrituras (XLIV): Le silence habité des maisons

Émile-Valentin Berthélemy (1855-1928) Después del café (1893)

Au creux de la maison, lieu du privé, la chambre constitue, dans la culture occidentale, le cœur battant de l’intime.
Michelle Perrot

Del silencio habitado de las residencias cabrá decir, en principio, que no se trata de una mera ausencia de sonido.
Las casas bien habitadas respiran quedas: domina en estas un fondo de murmullos casi insignificante. El silencio habitado es, entonces un aliento sosegado.
La pura ausencia de sonido es, en todo caso, un signo de muerte o una amenaza. La vida —otro nombre posible para la casa— nos ampara en un casi-no-sonido en donde todo fluye sereno. Este fluir, entonces, es lo que susurra y lo que reverbera en la casa
Así es que podemos oír la casa. Oír la casa es percibir cómo se mitiga todo el alboroto de fuera y así  puede sentirse, acaso, la reverberación de nuestros propios latidos en el fondo de nuestras estancias.

* * *

Hay que prestar oídos —literalmente— a la dimensión fonotópica de los lugares.
Tanto los ruidos, como su reverberación, así como las palabras y las músicas, los ecos, las resonancias peculiares y los trasfondos rumorosos son dimensiones vividas con peculiar intensidad. Las calidades sonoras de los lugares son señas distintivas e identificantes, tanto como parámetros de confort.

La acústica debe trascender su carácter de ingeniería para ser considerada, de pleno derecho, un acondicionamiento arquitectónico.

Plumas ajenas: Mario Benedetti

Ésta es mi casa

No cabe duda. Ésta es mi casa
aquí sucedo, aquí
me engaño inmensamente.
Ésta es mi casa detenida en el tiempo.

Llega el otoño y me defiende,
la primavera y me condena.
Tengo millones de huéspedes
que ríen y comen,
copulan y duermen,
juegan y piensan,
millones de huéspedes que se aburren
y tienen pesadillas y ataques de nervios.

No cabe duda. Ésta es mi casa.
Todos los perros y campanarios
pasan frente a ella.
Pero a mi casa la azotan los rayos
y un día se va a partir en dos.

Y yo no sabré dónde guarecerme
porque todas las puertas dan afuera del mundo.

Mario Benedetti

Contra la ciudad adjetivada (XXIX) Ciudad a escala humana

¿Es acaso una fatalidad o se trata de alguna especie de castigo suprahumano?

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

Sólo al hombre le es dada la posibilidad de concebir y desarrollar entidades inhumanas.
Ninguna iniquidad equivalente se le puede reprochar a los más crueles entre los dioses. En la tradición judeo-cristiana, el castigo divino más inclemente es, precisamente, conferir la condición humana a sus desobedientes creaturas.
Sólo un sistema social, cultural y económico producto de la vida humana es el que puede resultar en el factor desencadenador de una ciudad que olvida su propia escala humana. No puede pensarse que la ciudad inhumana es resultado de un castigo divino, ni una pura fatalidad.
Porque también es de humanos trasformar esa sociedad y su ciudad resultante en lugares dignos de vivirse y a escala apropiada.

1 Artículo completo en
http://elpais.com/elpais/2016/11/10/seres_urbanos/1478767051_442355.html

Onironáutica (II)

Gustav Klimt (1862–1918) Mujer acostada (s/f)

La mera mención a los sueños en arquitectura puede provocar la guasa fácil de todos aquellos que se tienen por “realistas”, “prácticos” y “concretos”.
En beneficio de la verdad es preciso aclarar. No se trata de abandonar lo real, lo práctico o lo concreto para sustituirlo por lo fantasmal, ilusorio o irracional, sino de descubrir los motores efectivos del deseo humano de habitar.
Allí donde el espíritu humano se encuentra consigo mismo, desnudo de toda apariencia extraña, propio y hondo, allí es donde encontraremos el origen de la mejor de las arquitecturas. Esa arquitectura que anhela la hondura de nuestro psiquismo. Nada es más realista, práctico y concreto que atender a sus signos.

Porque la arquitectura que yace en lo profundo de nuestro psiquismo es precisamente aquella que aspiramos, más que legítimamente, a habitar.

Viejas cuestiones (XLV): Homo ludens

Street art en Túnez

¿Cómo integrar las dimensiones de lo lúdico en la teoría del habitar?

Nada hay más lúdico y a la vez más arquitectónico que trazar los contornos de un lugar allí en donde impera una regla de juego. El juego y la arquitectura se originan en la articulación del lugar: aquí/allá.
Tal operación nada tiene de pueril. Es una seria y grave en la operación de imponer normas en un lugar cuidadosamente definido.
La operación tiene la grave seriedad de los más ancestrales gestos que confieren estructura (arquitectura, podemos decir aquí) al propio mundo.

Quién pudiese dar con las secretas (u olvidadas) reglas del juego de la arquitectura del lugar.

Reescrituras (XLIII): Así como los pintores à plein air

John Lavery (1856- 1941) La calle principal en Grez (1884)

Así como los pintores à plein air salieron de sus estudios, los arquitectos deberemos salir de nuestro ensimismamiento proyectual-constructivo para observar el espectáculo de la vida en los lugares.

* * *

Salir del ensimismamiento quiere decir: salir a la saludable intemperie respirable.
Supone someter todo aquello que creemos saber a una reinterpretación crítica y ventilar la conciencia, exponerla a la cruda luz real y someterla a la contrastación con la vida humana.

Es un ejercicio arduo, pero necesario.

Plumas ajenas: Pablo Neruda

YA SE FUE LA CIUDAD

Cómo marcha el reloj sin darse prisa
con tal seguridad que se come los años:
los días son pequeñas y pasajeras uvas,
los meses se destiñen descolgados del tiempo.

Se va, se va el minuto hacia atrás, disparado
por la más inmutable artillería
y de pronto nos queda sólo un año para irnos,
un mes, un día, y llega la muerte al calendario.

Nadie pudo parar el agua que huye,
no se detuvo con amor ni pensamiento,
siguió, siguió corriendo entre el sol y los seres,
y nos mató su estrofa pasajera.

Hasta que al fin caemos en el tiempo, tendidos,
y nos lleva, y ya nos fuimos, muertos,
arrastrados sin ser, hasta no ser ni sombra,
ni polvo, ni palabra, y allí se queda todo
y en la ciudad en donde no viviremos más
se quedaron vacíos los trajes y el orgullo.

Pablo Neruda

Contra la ciudad adjetivada (XXVIII) Ciudad verde

Ebenezer Howard. Diagrama nº 3 de la ciudad-jardín

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

El reclamo por una ciudad verde proviene de la constatación de las terribles condiciones de vida de las ciudades desarrolladas en el marco de la denominada Revolución Industrial. Una primera respuesta fue la propuesta de las ciudades-jardín.
Las propuestas de ciudad-jardín, como tantas propuestas urbanísticas tuvieron su ciclo de difusión polémica, legitimación, ensayo y... las duras comprobaciones de la vida real. Las propuestas actuales no dejan de ser deudoras epigonales de una ilusión más que una respuesta. Resultaron ilusiones porque las propuestas no resultaron alternativas de desarrollo futuro a las ciudades, sino y en el mejor de los casos, limitados enclaves casi puramente residenciales.
El problema de la ciudad contemporánea es mucho más complejo que lo que se deja atisbar con una caracterización nocional de color.

1 Artículo completo en
http://elpais.com/elpais/2016/11/10/seres_urbanos/1478767051_442355.html