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Terciarización

Una clínica médica terciariza una antigua residencia

La terciarización suele afectar a barrios bien localizados dentro de la ciudad y que, por lo tanto, presentan ventajas competitivas respecto a su accesibilidad, movilidad o a su representatividad (todos ellos aspectos muy valorados en el mundo económico y laboral). Habitualmente, estos procesos se producen en ciudades importantes (que cuentan con una fuerte demanda empresarial) y, más concretamente, en sus áreas centrales (que son las que disponen de los atributos descritos anteriormente). Esas zonas, concebidas originalmente como barrios residenciales, van dando paso a espacios para la economía de forma más o menos explícita.
Blasco, 2017
Ciertos reductos urbanos especialmente signados por una antigua preferencia de sectores pudientes, ceden lugar, con el tiempo, a su más eficaz explotación económica en manos de empresas.
Como bien señala nuestro autor citado, accesibilidad, movilidad y, sobre todo representatividad, son los factores clave en sectores en donde se aprecia una vocación decidida por comunicar ciertos mensajes desde dispositivos arquitectónicos instrumentalizados de una nueva forma. Así, el antiguo prestigio social y residencial de los happy few de ayer se trasvasa a los nuevos happy few que atienden a las más exclusivas demandas y a los más restringidos sectores sociales.
Pero aun así, el observador atento a los detalles no se le escapa cierta melancolía al reconstituir, en un antiguo salón burgués que aún luce la otrora historiada estufa de hogar abierto, apenas si una sala de espera, sin otra personalización que una tomada en préstamo.

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El camino empedrado hacia la disolución de la ciudad

“Viviendas de interés social” en agregados de miles

Semana.com: ¿Se puede promover una ciudad compacta con megaproyectos de vivienda de interés social?

Jordi Borja.: Los sectores populares, de bajos ingresos, son los que más necesitan de la ciudad. Es una aberración contraria a la lógica, a la justicia y a la cultura ciudadana promover conjuntos de vivienda social en las periferias sin calidad de ciudad; en zonas reservadas, sin centralidades propias y sin convivir con los sectores medios y altos de la sociedad. La mezcla es la razón de ser de la ciudad, un lugar de gentes libres e iguales. La ciudad debe ser reductora de las desigualdades.1

En realidad, los megaproyectos de vivienda de interés social (y también los mesoproyectos, bueno es decirlo) están desarticulando la trama urbana.
La trama urbana es, por su propia naturaleza, compleja, diversa y complementaria, mientras que los grandes conjuntos de vivienda son agregados simples, socialmente homogéneos, a la vez que impactan agudamente sobre los servicios del área urbana en donde se implantan.
Allí donde cabría esperar un tejido estructurado de relaciones sociales, la acción política social opera concentrando flujos ingentes de demandas agregadas que operan como externalidades. Allí donde sería preferible la más amplia diversidad socioeconómica, la opción es clasificar metódica y excluyentemente a una población de perfiles semejantes. Allí donde sería de desear una estructura compleja de complementaciones de demandas y servicios, se reúnen en ingentes contingentes de demandas de momento insatisfechas.
Los grandes megaproyectos de vivienda de interés social son uno de los principales medios de consecución de la contemporánea urbanización dispersa sin ciudad


Crítica a la interpretación arquitectónica al uso de las demandas sociales

Egon Schiele (1890- 1918) Vista de un interior (1907)

Ante las más diversas demandas sociales, los arquitectos suelen responder con diseños y construcciones que empiezan y terminan por constituir cosas, más o menos logradas, pero simples cosas al fin.
Pero si oyéramos con atención las voces que nos demandan arquitecturas percibiríamos que lo que hay que proyectar y construir son relaciones entre las personas y los artefactos construidos. Esa es la demanda: lugares que habitar y no simples cosas construidas.

Los arquitectos debemos abandonar el fetichismo de la cosa construida, así como otros fetichismos de parecida calaña. El de la mercancía, por ejemplo y sin ir más lejos.

¿Interpelaciones? (II) Opinión pública


Quisiera señalar, en primer lugar, que mi propósito no es denunciar de manera mecánica y fácil las encuestas de opinión, sino proceder a un análisis riguroso de su funcionamiento y sus funciones. Lo que implica que se cuestionen los tres postulados que implícitamente suponen. Toda encuesta de opinión supone que todo el mundo puede tener una opinión; o, en otras palabras, que la producción de una opinión está al alcance de todos. Aun a riesgo de contrariar un sentimiento ingenuamente democrático, pondré en duda este primer postulado. Segundo postulado: se supone que todas las opiniones tienen el mismo peso. Pienso que se puede demostrar que no hay nada de esto y que el hecho de acumular opiniones que no tienen en absoluto la misma fuerza real lleva a producir artefactos desprovistos de sentido. Tercer postulado implícito: en el simple hecho de plantearle la misma pregunta a todo el mundo se halla implicada la hipótesis de que hay un consenso sobre los problemas, entre otras palabras, que hay un acuerdo sobre las preguntas que vale la pena plantear. Estos tres postulados implican, me parece, toda una serie de distorsiones que se observan incluso cuando se cumplen todas las condiciones del rigor metodológico en la recogida y análisis de los datos.

Pierre Bourdieu, 1972

No falta quien pueda pensar que podría avanzarse en el conocimiento científico de las demandas sociales del habitar asistidos por estudios sistemáticos acerca de la opinión pública con respecto a estos asuntos.

Las objeciones de Bourdieu me parecen insalvables. No parece pertinente, en principio recabar opiniones (y menos “públicas”), sino saberes, deseos o demandas privados y auténticos.

El cuerpo, la estructura del lugar y las poéticas arquitectónicas primordiales (II)


El cuerpo opera según unos movimientos fundamentales que originan profundas vivencias y hábitos y descubren en el lugar las dimensiones espaciotemoporales clásicas.
En primer lugar, la marcha da lugar a la vivencia y el hábito de la profundidad perspectiva que inspira tanto una primordial dimensión espacial estrechamente vinculada al tiempo, así como informa a la propia conciencia sobre el modo de pensar discurriendo.
Por su parte, el erguirse de la bipedestación origina la dimensión —tanto física como moral— de la vertical. Desde entonces, la medida de magnificencia, soberbia y del propio poder real y simbólico se distribuirá sobre esta dimensión que confronta paralela a nuestra postura fundamental.
En fin, el aparentemente simple gesto de abrir los brazos opera en la dimensión vívida de la amplitud y desde allí, desde tal gesto, se origina la magnitud efectiva tanto como simbólica de todo aquello que tenemos entre manos, bajo el imperio de nuestro poder relativo.

De ello se infieren, según sucesivas y rigurosas abstracciones, las estructuras euclidianas del espacio por un lado y la dimensión del tiempo, por otro. Pero es el cuerpo el dispositivo estructural y estructurante que no deja de proyectar sus designios sobre el lugar actuando de modo siempre concreto y llenando de vida los lugares.

Rehabitación

La antigua sede de la fábrica Alpargatas en Montevideo rehabilitada en edificio de viviendas

Cuando se habla de regeneración en términos urbanos, se está aludiendo a una creación nueva, es decir a un “renacimiento” de una parte de la ciudad, con nuevos objetivos y criterios que no tienen que ver con lo que existía anteriormente. Supone dotar de una nueva vida, incorporando imprescindiblemente viviendas. Por eso, en algún foro, se ha sugerido como sinónimo el término “rehabitación”, volver a habitar. Rehabitación no es una palabra existente, sino una propuesta para designar estos procesos que buscan recuperar la” habitación”, el espacio para la vida, predominantemente residencial y, por lo tanto, no debe confundirse con rehabilitación.
Blasco, 2017
La desindustrialización está conduciendo a procesos en que antiguas instalaciones, donde antaño bufaban las máquinas, se esforzaba la clase obrera y se afanaba una cierta burguesía, dejen lugar al florecimiento relativo de la vida residencial.
Suele ser un proceso complejo, de rentabilidad insegura y con resultados variables según se vaya resanando el tejido urbano conexo. De todas maneras, de una rehabitación puramente residencial a una completa rehabilitación urbana, hay mucho por desarrollar.

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Ética de la adecuación: el derecho humano a la medida conforme

Guy Rose (1867- 1925) El espejo verde (1911)

Tenemos derecho a lugares de vida adecuados, porque somos iguales en condición constitucional, dignidad y derechos.
Esto no quiere decir, como se suele interpretar, que apenas seamos programáticamente titulares de un derecho a gozar de unos mínimos habitables en nuestras viviendas. Tenemos derecho a desarrollar efectivamente una ética de la adecuación de todo el sistema de lugares que habitamos.
Somos titulares de un derecho humano a la medida conforme autodefinida por la vida misma en su desarrollo y no como una racionalización alienada de los Contabilizadores del Aire. Este derecho humano no se restringe a las dimensiones métricas de nuestras viviendas, sino que comprende todo el sistema de lugares que habitamos efectivamente.

La fijación de mínimos habitacionales sólo es funcional a la explotación económica de la industria inmobiliaria. Así como vamos, estamos cayendo en el encapsulamiento confinado. Es forzoso apelar a medidas humanas en el diseño, construcción e implementación de nuestros lugares habitados.

Plumas ajenas: Marina Garcés

El problema de la crítica ha sido tradicionalmente un problema de la conciencia. Hoy es un problema de cuerpo. ¿Cómo encarnar la crítica? ¿Cómo hacer que el pensamiento crítico tome cuerpo? Si la crítica había combatido tradicionalmente la oscuridad, hoy tiene que combatir la impotencia. El mundo global está enteramente iluminado. Nuestras conciencias están deslumbradas. No hay nada que no veamos: la miseria, las mentiras, la explotación, la tortura, la exclusión, etc se exponen a la plena luz. Y sin embargo, qué poco podemos. Sobre nosotros. Sobre el mundo. Podemos decirlo todo y sin embargo no tenemos nada relevante que añadir. Encarnar la crítica no es encontrar la palabra justa, ni complacerse en los jardines de la buena conciencia, ni vender a las instituciones la solución más barata. Encarnar la crítica significa plantearse hoy cómo subvertir la propia vida de manera que el mundo ya no pueda ser el mismo.

Marina Garcés, 2009

¿Interpelaciones? (I) Sentido común

Vincent Van Gogh (1853- 1890) Plantadores de papas (1885)

La inteligencia y el sentido común se abren paso con pocos artificios.
Goethe
Hay gentes tan llenas de sentido común, que no les queda el más pequeño rincón para el sentido propio.
Miguel de Unamuno

No es lo mismo inquirir al sentido común que hacerlo a la sensatez.
Inquirir al sentido común de las personas es interpelar a un fondo rumoroso de aquello que se piensa, a ese género de cuestiones allí donde reposa muellemente el pensamiento corriente. Es apelar a todo aquello que nuestro permanecer-en-el-mundo nos deja en la creencia tranquila, en la presunta evidencia de esas cosas que no vale la pena poner a revisar. Ideología, de la mejor pureza.
Puede asistirle razón a Goethe en cuanto a su señalamiento sobre lo expeditivo del obrar inteligente, por un lado, y el del sentido común, por otro. Pero esa ausencia relativa de artificios y demoras encubre una diferencia radical: mientras que la inteligencia afronta y resuelve un problema, el sentido común opta por ignorarlo.

A nosotros, ocupados en inquirir al fondo del psiquismo del habitante nos dirige la atención de su sensatez, no a “su” sentido común. Porque la sensatez es propia del sujeto, mientras que el sentido común siempre le es ajeno.

El cuerpo, la estructura del lugar y las poéticas arquitectónicas primordiales (I)


La muy fatigada figura vitruviana y leonardesca encierra un oscuro mensaje que sólo hoy podemos comprender en su clarividencia.
El cuerpo humano es una estructura estructurante (estamos aquí en deuda con Pierre Bourdieu): proyecta su designio fundamental sobre el lugar que habita.
  • Mediante sus movimientos fundamentales erige una estructura fundamental en donde se viven primero y se comprenden en consecuencia las dimensiones espaciotemporales clásicas.
  • A través de la distribución y articulación de diversas energías y percepciones se configuran ciertas figuras primarias de los lugares habitados.
  • Por medio de ciertas prácticas se opera vivencialmente en la conformación efectiva de los lugares poblados e intervenidos.
  • Como resultado de su condición de efectivo existente, el cuerpo se sitúa en un horizonte por el que se abisman otras específicas dimensiones.
  • Por obra de una esencial actividad constructiva, el cuerpo origina ciertas protoarquitecturas que no harán sino particularizarse en los más disímiles contextos.
  • El cuerpo, en definitiva, se vuelve un artífice efectivo de unas poéticas arquitectónicas primordiales, operando con los elementos fundamentales: aire, agua, tierra, fuego



Y todas estas cuestiones provienen del fondo de la mirada que el propio Leonardo nos propone desde su resplandor clarividente en la oscuridad del tiempo.

Tugurización


[...] la tugurización [...] supone ir de más a menos (también económicamente hablando). Esto implica la desaparición de los grupos preexistentes (clases medias y altas, por lo general), que abandonan su espacio, para pasar a ser ocupado por clases sociales pobres e incluso marginales.
Blasco, 2014

Huyen del antiguo vecindario los pudientes y sus amigos.
Un día sí y otro también, oscuras presencias van tomando las antiguas casas, habitación por habitación. En los zaguanes acechan las caras de la pobreza urbana, que tiene rictus de madre adolescente, de desescolarizado, de turbio traficante, de variadas carnes de presidio.
Pero no se preocupen, ciudadanos bienpensantes. Cuiden sus bolsillos y sepan que hay quienes esperan, pacientes, que los valores inmobiliarios sigan su caída ineluctable hacia el mágico punto que otorgará la necesaria rentabilidad a un negocio que hoy no lo vislumbra cualquiera.
Salvo Ellos, los otros.

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Habitante cultivado


No se preconiza un aplicarse a antiguos ritos mágico-medicinales, por cierto.
Se trata de armarse de paciencia y de cultivar el propio objeto y sujeto de estudio. En efecto, el habitante se hace más que nace, con lo que conviene cultivarlo en condiciones controladas. Esto de cultivarlo tiene dos aspectos: en tanto sujeto, el habitante crece, se desarrolla y se forma como tal mediante autodomesticación, (que, desde el magisterio de Ralph Linton, sabemos que es un designio específicamente humano); por otro lado, en tanto objeto de investigación, también crece, se desarrolla y se forma como figura cognoscitiva. Es de desear una correlación razonable entre ambos procesos que se tienden recíprocos.

Nos volvemos cultos, en un sentido particularmente estricto del término, tanto investigado como investigador. Es un juego de ganar-ganar.

Plumas ajenas: Marta Vallejo

En este estar siendo, construimos refugios efímeros donde poner la carne en reposo. Espacios ínfimos donde maceramos afectos y defectos. Hogares discontinuos para rearticular lo que queda de nosotras al final del día.
Desde Kédougou, a dos pasos de la línea de puntos que separa en los mapas (y une por los caminos) Senegal, Malí y Guinea, me pregunto dónde está mi casa. Hasta dónde me siento como en casa. Puesto que cuando el cerebro se da a la fuga por la senda migratoria, el cuerpo le sigue con las maletas cargadas de alergias, tendencias y querencias.

Marta Vallejo Herrando, 2013

Ética y estética del confort

Valentine Cameron Prinsep (1838- 1904) Dulce reposo (s/f)

Nos conviene forjar un concepto claro, distinto y operativo de confort.

La exigencia de claridad apunta a que el término confort remita, por un lado, a una significación inequívoca y, por otro, que tenga un referente hondo y entrañable en la condición humana del habitar. El reclamo por la distinción es complementario de lo anterior: debe discriminarse cuidadosamente la idea rigurosa de confort de aquellas equívocas vecindades tales como la de privilegio, estado infrecuente o puro sentimiento subjetivo de placer. En fin, la operatividad es función de la fertilidad del uso del término en un discurso general que aborde las dimensiones éticas y estéticas del habitar humano, esto es, las prácticas y las producciones.

Sobre las emociones del camino a la escuela

Escuela rural hacia 1890

Cuando el sol pone a los pibes
delantales de aprender,
él aprende cuánto cero
le quedaba por saber.
Horacio Ferrer, Chiquilín de Bachín

Cuando el mundo es nuevo, todos los caminos llevan a la escuela. Todos los caminos son la escuela. Cada paso es un aprendizaje.
Por ello es que los urbanistas y los urbanitas deberíamos cuidar especialmente de las calidades didascálicas del camino que a diario recorren nuestros niños. Por esas calles empiezan a construirse nuestras Historias y Geografías, sin soslayar nuestras Geometrías y Ciencias Sociales. Eso sí, bajo la condición fundamental del currículo abierto, implacable y cruel propio de la vida en la ciudad en que los dejamos vivir.
¿Cuánto aprenden nuestros niños de las alegrías de vivir? ¿Y cuánto con las tristezas? ¿Cuánto aprenden bajo condiciones de confianza? ¿Y cuánto con el miedo? ¿Cuánto aprenden con serenidad? ¿Y cuánto con la irritación?
¿Cuánto aprenden con la adhesión? ¿Y cuánto con los rechazos?

En los barrios, camino a la escuela, los niños aprenden con sus recién estrenadas emociones, allí donde no llega el hálito del maestro.

Gentrificación

Gentrificación en New Orleans

La gentrificación expresa un cambio de menos a más (en términos socioeconómicos) y supone, por lo general, el éxodo de los grupos vulnerables que residían en un barrio determinado y su reemplazo por un segmento social económicamente superior
Blasco, 20141

La peculiar economía urbana ofrece sus aspectos más implacables en la actualidad.
En nuestras ciudades hay vecindarios relativamente venidos a menos en donde se aloja, por lo general, una población pobre y vulnerable allí donde antaño hubo ciudad consolidada, ocupada por sectores medios y hasta altos.
Pasado el tiempo de degradación suficiente del valor del suelo urbano, se produce a veces un proceso enérgico en sentido socioeconómico contrario. Ciertas instalaciones son refuncionalizadas, se sustituyen viejos y deteriorados edificios de vivienda por nuevas ofertas inmobiliarias ofrecidas a nuevos públicos-objetivo, así como se eliminan ciertos factores que influyen negativamente en el alza del valor del suelo. Y la clave social del proceso es la expulsión preceptiva de la población depauperada, para dar lugar a sectores medios, atraídos por el pintoresquismo, la novedad... y por la “lavada de cara” urbana.
A esto se le denomina gentrificación, en la jerga urbanística. ¿Es que no hay operación de revalorización urbana que no suponga expulsión del pobrerío urbano?

1Artículo completo:

En el borde

Glifford Beal (1879- 1956) El pescador (1922)

El hábito costeño tiene un tono especial en su acechanza fundamental.
Atento a los signos y a las irrupciones, a la novedad y a la esperanza, el habitante del borde pone a prueba su paciencia. No por casualidad, un escritor argentino1 incurrió en su Hombre que está solo y espera, un ensayo de esta condición existencial. Hay una cierta taciturnidad que emparenta a todos aquellos que se acostumbraron para siempre a esa implacable línea horizontal tras la que todo está por asomar.


1 Raúl Scalabrini Ortiz, 1933

Plumas ajenas: Marina Garcés

La filosofía requiere de una distancia que no es neutral, sino crítica. Cambia el punto de vista normal, habitual, ya aceptado por el sentido común. Desencaja nuestra relación habitual con lo que somos, con lo que vemos, con las palabras que usamos. Pero esta distancia es la condición para un compromiso más veraz. El problema es cuando se convierte en un refugio o en una zona de confort. Entonces, aunque se usen términos o referencias filosóficas, ya no se está haciendo filosofía.

Marina Garcés, 2016

Vecindarios


Diversas amenazas planean, como aves de rapiña, sobre nuestro vecindario.
Puede que los azares de la especulación inmobiliaria consigan convocar a ricos & famosos a nuestro costado. Con uno que se instale primero, otros le seguirán en breve. La presión sobre el valor del suelo allí se volverá insoportable hasta que haremos mejor en irnos a otro paraje. A eso, los entendidos le llaman gentrificación. La gente linda gusta de rodearse de iguales y abomina de esos diferentes que no llegan a la necesaria altura de lo cool.
Mientras tanto, en otro vecindario puede repararse en un cierto y sordo proceso de deterioro, según el cual aumenta día a día el deslustre del aspecto, acompañado de unos inquietantes vacíos y tapiados, así como los fantasmas del subalquiler y ciertos estigmas de pobreza urbana. A esto, técnicamente, se le llama tugurización. Es de prudentes retirarse a tiempo antes que los valores inmobiliarios se derrumben por completo.

De este modo se tiene una muestra (hay más factores, pero con esto basta de momento) de lo que sobrevuela nuestro vecindario. Lejos está en mi intención ponerle a usted nervioso, pero le recomiendo de corazón echar una mirada aguda sobre su entorno inmediato para detectar a tiempo sus signos.

Beatus ille

Guy Rose (1867- 1925) Notre Dame de Grace, Honfleur (1910)

El mundo visible ha sido hecho para ilustrar las bellezas del sueño.
Gaston Bachelard, 1953

Es imperioso tomar los sueños en serio, tal como preconizara en su día Tadao Ando.
Sólo con la evidencia onírica, con la entrevisión de mundos otros, con la revelación de sustitutas visiones es que podemos afrontar la implacable realidad que nos aqueja las vigilias.

Porque tanto volvemos, una y otra vez, a la duermevela, así como recaemos en las maravillas que a veces nos sorprenden despiertos. Hay una voz de la razón que nos induce a separar cada fase por su lado y a distinguirlas con severidad. Pero hay otra voz que apenas si nos murmura la posibilidad de trasvasar subrepticiamente y de contrabando, elementos de una a otra. A cosas así llamamos vida.

La arquitectura de la casa, originada desde sus fundamentos

Max Nonnenbruch (1857- 1922) En la terraza (1888)

Frente al diseño de una vivienda un arquitecto debe dudar y reconstruir desde esa duda la noción misma de vivienda, la lógica de su disposición física, de sus efectos simbólicos, de las tecnologías que la concretan y de los principios de su relación con el medio. No importa si el resultado final es original o no, si ese proceso de reconstitución se refleja ostensiblemente en la obra, lo que importa es que la obra será auténtica no por original o novedosa sino por originada desde sus fundamentos.
Roberto Doberti

La auténtica arquitectura de la casa, originada desde sus fundamentos. Se dice fácil.
El problema radica en reconocer, cultivar y cosechar —si cabe el término— los verdaderos fundamentos de una casa que no se constituye tanto con piedra, ladrillos, madera y vidrio, sino con la forma propia de la vida humana.
Un fundamento posible es el amparo termotópico: la casa se originaría de un abrigo de confort percibido con la piel. Otro fundamento igualmente posible es el acondicionamiento fototópico, allí en donde se verifican las modulaciones de la luz que agradan tanto a la mirada como aquello que se deja contemplar. Otro, aún, podría ser de naturaleza fonotópica: fondos murmurantes en donde resplandezca esa palabra que ansiamos oír. Sin agotar una enumeración que debe ser aún tentativa y conjetural, habría que incluir una dimensión osmotópica, acondicionamiento de atmósferas y hálitos que hacen llevaderas y hondamente respirables nuestras estancias.

Los fundamentos de la arquitectura de la casa son materias, energías e informaciones sutiles, evanescentes y complejas en su constitución. Mucho más complejas que la física aplicada y la geometría euclidiana al uso de los arquitectos.