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Parque

Anton Hansch (1813- 1876) Motivo italiano (1876)


Cuando el entorno deja de aparecer peligroso o áspero, la Selva se transforma en Parque. Bajo la tutela del lugar habitado, la sombra de los árboles deviene también un lugar con su específico interés.

Plumas ajenas: Witold Rybczynski

El hablar de domesticidad es describir un conjunto de emociones percibidas, no un solo atributo aislado. La domesticidad tiene que ver con la familia, la intimidad y una consagración al hogar, así como una sensación de que la casa incorpora esos sentimientos, y no sólo les da refugio. Lo que impregnaba los cuadros de de Witte y de Vermeer era el ambiente de domesticidad. El interior no era sólo un lugar para las actividades domésticas —como había sido siempre—, sino que las habitaciones y los objetos que contenían adquirían una vida propia. Esa vida, naturalmente, no era autónoma, pero existía en la imaginación de sus propietarios y, en consecuencia, paradójicamente, la domesticidad hogareña dependía del desarrollo de una rica conciencia del interior, una conciencia que era resultado del papel de la mujer en la casa. Si la domesticidad fue, como ha sugerido John Lukacs, uno de los principales logros de la Era Burguesa, fue sobre todo un logro femenino.

(Rybczynski, 1989)

El umbral de la puerta

Nicolay Bogdanov-Belsky (1868- 1945)
En la puerta de la escuela (1897)

Una puerta no es sólo un acceso físico a un ámbito sino también el conducto por el que se llega a localizarse en un grupo. Por ello, situarse en su umbral es el lugar justo para ejercer la duda y la expectativa.

Dominar el contexto

Eugène Galien-Laloue (1854- 1941) Catedral de Reims (1941)


En un paisaje urbano bien estructurado hay ocurrencias que dominan su contexto, sea por su escala, por su programa o por su cuidada realización. La metrópolis moderna ha olvidado esto: muchos edificios se suceden en mutua competencia en donde el que pierde es el paisaje. El ambiente ciudadano actual está sobrecontaminado de arquitecturas que se despreocupan de sus contextos.

Cultura tectónica

La cultura tectónica es el producto complejo de recursos y actividades que permite al ser humano transformar materialmente su ambiente habitado y erigir referentes objetivos para los diversos hechos arquitectónicos que configuran, en cada circunstancia concreta, la arquitectura del hábitat.
Esta cultura tectónica es un obrar sabio y transformador efectuado por el hombre para el hombre, hecho efectivo en un ambiente físico y social determinado. El término tectónica proviene del griego tekton (literalmente, “carpintero”; “constructor”, por extensión). De esto, la tectónica es el arte de unir por ensamblaje cosas diversas con el fin de la construcción material de una obra arquitectónica.

La cultura tectónica no debe confundirse con la cultura arquitectónica: la primera es un aspecto importante de la segunda, pero no el único.

Acondicionamientos

A María Alonso
Gyula Benczúr (1844- 1920) Mujer leyendo en el bosque (1875)

A veces los gestos de acondicionamiento del lugar para habitar son mínimos, pero cruciales: una colcha define un territorio, un paraguas puede bastar para una contingencia. Hay que prestar alguna atención a las formas efímeras del habitar.

Tránsitos

Hay importantes aspectos en la arquitectura precisa, generosa y sensible que desarrolla el conjunto de los tránsitos.
Las “áreas de circulación” no pueden quedar reducidas a un mero expediente minimizable en busca de la falaz optimización del Existenzminimum. La arquitectura de los tránsitos interiores merece el tratamiento arquitectónico que se otorga a la estructura. Pasillos, corredores, recibidores, antecámaras, son rincones especiales en donde el sujeto muda su estado, donde las estancias se articulan adecuadamente, donde se anticipan los cruciales encuentros con los umbrales.

La arquitectura no debería desdeñar los ámbitos de tránsito y cambio de estado, si quisiera palpitar el pulso de la vida.

La delimitación tenue del lugar

Arnold Lakhovsky (1880- 1937) La conversación (1935)


Con un elemental equipamiento, se constituye tenue, pero claramente un lugar. El lugar en donde es posible hablar, ser oído y replicado, sin que se escape mucha información hacia los que no están en precisamente allí. El lugar es un nodo de percepciones que se comparten de buena gana.

Los objetos singulares en arquitectura

Los objetos singulares, como bienes estéticos, configuran fenómenos de figura recortada con respecto a fondos relativos.
No sólo se trata de edificios aislados en un paisaje “natural” más o menos antropizado, sino de ocurrencias que por su magnitud, configuración general o tratamiento exterior se destacan como unidades relativamente autosuficientes en su configuración, volviendo a su entorno inmediato un fondo o telón perceptivo. Estos objetos constituyen bienes estéticos de una característica especial en tanto sus valores de belleza, hermosura, euritmia, o aún su fealdad son potenciados por la propia singularidad.
La ciudad contemporánea y su cultura arquitectónica hegemónica brindan una exagerada atención a los objetos singulares. Estos objetos son manifestaciones patentes del poder económico, político o simbólico que se afana por dejar en el escenario una marca contundente de su propia y diferencial identidad. Lo problemático es que una ciudad en que proliferen con exceso estos objetos singulares se vuelve un caos estético urbano. Es triste ver cómo ciertas ocurrencias brillantes hacen caso omiso del paisaje circundante, volviendo el contexto urbano preexistente un mero fondo de anomia.

El esplendor de la obra maestra a veces oscurece su entorno.

Gente de estudio

Eduard Hildebrandt (1817- 1868)
El estudio de Alexander von Humboldt en Berlín (1842)


No sólo dispone de implementos, ordenadamente dispuestos. Distribuye en la arquitectura de su lugar sus propios emblemas de intelectual

El tiempo de la arquitectura

En el oficio del arquitecto se asume con naturalidad la operación de producir lugares a costa de la transformación de las extensiones del espacio.
Pero la operación arquitectónica humana no se agota allí en donde las extensiones espaciales dan forma efectiva a formas construidas: la arquitectura se consuma efectivamente con el tiempo fundamental que instaura el habitarlo. La dimensión temporal es crucial para armonizar el ahora del habitante con la construcción positiva del lugar. Esta construcción constituye la deriva que deviene un ahora concreto hacia un yo, con un mío, con un propio.

Los lugares se constituyen en (y con) el tiempo: los lugares constituyen las fundamentales estructuras existenciales de la identidad y de la memoria.

La ciudad ideal del arquitecto

Piero della Francesca (1420- 1492) La ciudad ideal (1470)


Aparece muy decorosa, limpia y unitariamente concebida. Lástima que no tenga gente. En cada lugar hay un edificio concebido para cada estilo de ocupación y poblamiento. Se debería denominar quizá ciudad disponible, antes que ideal. Las ciudades reales se hacen, pese a quien pese, primero con los pobladores y luego con todo lo demás.

Aquí

Aquí indica puramente un punto cero, una ausencia radical de extensión, un origen topogenético, situado al abrigo del cuerpo.
Se constituye en torno a él un gradiente de cercanías y distancias que hace posible la manifestación concreta del espacio como extensión. Con el uso de la voz aquí podemos indicar, en un extremo, toda la extensión concebible del mundo tal como creemos conocerlo, alejando aquellas dimensiones del universo que desconocemos. Pero en el otro extremo, sólo alcanzamos a indicar una esfera de nuestro cuerpo en donde el aquí se repliega en una ajoría originaria de todos los lugares.
El aquí es el punto cero de toda perspectiva como espacialización de la experiencia, y toda extensión es una dimensión en principio perspéctica.

Nota

Aquí se propone el término ajoría, para designar el lugar desprovisto de extensión, compuesto por el prefijo privativo a- y χώρα (jora, chora, en griego) que indica designa el espacio como extensión.

Las reglas del juego

Charles Dellepiane (1866- 1932) Bochas (s/f)


La arquitectura opera articulando y contorneando los lugares con amparos. Pero en ocasiones la constitución de los lugares radica apenas en el imperio de las reglas de juego en una extensión y circunstancia específicas, aunque muy tenuemente delimitadas.

Representaciones del habitar

Hay en el habitar dos modalidades de representación que se señalan con ciertas especificaciones de la acción.
Por una parte se habita en un lugar, que, por imperio del vínculo identificante entre el sujeto y una figura ambiental hace que el lugar se constituya como un continente relativamente cerrado sobre la figura del sujeto. De allí se extrapolan las figuras del amparo, el refugio y el recinto que pueden contener efectivamente la figura corporal del sujeto.
Por otra parte, se habita con una trama de cosas, enseres y dispositivos de articulación espacial que proliferan en el lugar que es el mundo. Se habitan entonces horizontes que abren lugares entre el cielo y la tierra, paisajes y regiones, caminos y laberintos, hitos, nodos, sendas, centros y confines.

Se habitan geografías e historias.

Cubierta

Giovanni Fattori (1825- 1908) Rotonda en Palmieri (1866)


Una cubierta es un ejemplo básico de amparo: constituye una figura significativa que articula el cielo y el horizonte habitado. Constituye físicamente un filtro ambiental separando la luz de la sombra y su figura perceptiva es modal. Quizá por estas características, una cubierta o techo pasan por ser sinécdoques de un alojamiento, residencia o domicilio.

Plumas ajenas: Yuri Lotman

Desde el punto de vista genético, la cultura se construye sobre la base de dos lenguajes primarios. Uno de ellos es la lengua natural, utilizada por el hombre en el trato cotidiano. Su papel en todas las construcciones secundarias de la cultura es evidente y no requiere aclaraciones [...]
Menos evidente es la naturaleza del segundo lenguaje primario: se trata del modelo estructural del espacio. Toda actividad del hombre como homo sapiens está ligada a modelos clasificatorios del espacio, a la división de éste en “propio” y “ajeno” y a la traducción de los variados vínculos sociales, religiosos, políticos, de parentesco, etc., al lenguaje de las relaciones espaciales. La división del espacio en “culto” e “inculto”, espacio de los vivos y espacio de los muertos, sagrado y profano, espacio sin peligro y espacio que esconde una amenaza, y la idea de que a cada espacio le corresponden sus habitantes     —dioses, hombres, una fuerza maligna o sus sinónimos culturales—, son una característica inalienable de la cultura.
(Lotman, 1992)

La fiesta del baño

François Flameng (1856- 1923)
Baño de las damas de Corte en el siglo XVIII (1888)


Antaño, el baño era dominantemente festivo, colectivo y reparador. Para llegar a la actual condición de requisito cotidiano, higiénico e íntimo, ha corrido mucha agua, por cierto.

Semiótica del artefacto

En el seno de un paisaje se recortan, con mayor o menor claridad, los artefactos, esto es, los objetos que han sufrido un proceso de transformación a partir del trabajo humano.
El recorte formal con que se presentan a la percepción revela, en principio el carácter de formas contingentes, posibles o no-necesarias frente al carácter general de los eventos de la naturaleza que poseen una forma necesaria.

La forma del artefacto es una forma adoptada y por ello, es pasible de interpretación y de juicio de valor.

Muros

Giovanni Fattori (1825- 1908) Carros (1873)

Un muro es un amparo contundente, clausurado y —semiótica y frecuentemente— sordomudo. Hay sendos mundos de uno y otro lado del muro o tapia, radicalmente separados.

Plumas ajenas: Joseph Rikwert



Desde que los hombres han abandonado la vida nómada —por la fuerza o por una necesidad sedentaria— han enterrado su pasado bajo sus edificios. Con cada capa sucesiva que se añadía a la anterior, otro pedazo del pasado se sumaba al repertorio de recuerdos, o bien se mantenía fuera de él. Esa es la parte oscura e irracional de la casa. La cubierta, por el contrario, es su aspecto evidente y explícito. Su recubrimiento y su pendiente, sus bordes y sus encuentros, hacen patente la manera en que sus habitantes se enfrentan a los elementos. Cuando se ve desde dentro, la estructura de la cubierta también es un tema constructivo claramente inteligible. La cubierta es la cabeza de la casa; y, puesto que se halla entre su ocupante y el cielo, es también el sustituto de éste en el pequeño mundo de quien la habita.
(Rikwert, 1987)

El filósofo en el jardín

Carl Spitzweg (1808- 1885) En el jardín o el filósofo (1855)

En ocasiones es sano tanto para el cuerpo como para el espíritu del filósofo una sesión reflexiva en un bien acondicionado jardín, buscando que el aire refresque la melancolía.

Fenomenología del habitar

La observación fenomenológica del habitar conduce de un modo consecuente la reflexión que parte del punto recóndito de la existencia efectiva en el espacio y en el tiempo hasta llegar a todos y cada uno de los pormenores de las articulaciones arquitectónicas del lugar habitado.
Se esboza entonces un camino de observación reflexiva sobre los valores en arquitectura que se originan en la apreciación de la carnadura específica de una sustancia propia y necesaria.
Se diría que puede erigirse metódicamente el edificio arquitectónico no ya con piedra, ladrillo, madera, vidrios y metales, sino con la vida humana misma, sorprendida in fraganti en su acontecimiento.

Caso intrigante

Wojciech Piechovski (1849- 1911) Mujeres ante el hogar (1888)


¡Atención! ¿Qué están haciendo exactamente estas brujas? ¿Realizando un ritual? ¿Convocando a los antiguos dioses lares? ¿Calentándose con el legado prometeico? ¿O, simplemente, cocinan?

Casa soñada y buena vida

Existe una correspondencia no estricta entre la casa soñada y la buena vida deseada. Ambas ideas danzan juntas con una coreografía compleja. En el sueño del confort físico, el bienestar psicológico y el logro social se traman fantasmagorías del deseo de la morada que las promueva. Sería preciso quizá adoptar la actitud del onironauta y extraer del fondo del ensueño la arquitectura profunda de la casa deseada. Para ello, debería uno interrogarse a fondo acerca de la constitución formal de su idea de buena vida. Quizá deba olvidar por un momento las imágenes que difunde la publicidad, promoviendo el consumo, y tratar de recordar las vivencias intensas en la casa natal, interrogando a su propia condición de sujeto que construye su identidad.


Nota: Son onironautas aquellas personas dotadas de la capacidad de soñar en condiciones psicológicas similares a la vigilia, esto es, son sujetos capaces de dominar la experiencia del llamado sueño lúcido.

Adolescentes revisitados

Hermann Fenner-Behmer (1866- 1913) El ratón de biblioteca (1910)


Como los niños que todavía son, tienen mucho que aprender, sólo que ahora necesitan saber de las cosas con la propia piel. Para ello, necesitan un ámbito generoso y cálido.

Acerca de la historia de la arquitectura

En general, se entiende que la historia de la arquitectura es un capítulo específico de la historia de las artes. Sin embargo, es posible considerarla según otra perspectiva.
La historia de la arquitectura puede ser una disciplina histórica específica por su objeto, perspectiva y metodología. Investigaría la constitución efectiva de la arquitectura en el tiempo a través del conjunto complejo de manifestaciones efectivas de la realidad humana y social que implica la habitación. Analizaría, por cierto, los principios teóricos, las ideas y las realizaciones efectivas, pero también las formas sociales de la demanda y el encargo, los modos y medios sociales de producción, así como los rituales sociales de sus diversas implementaciones de uso y habitación.

La historia de la arquitectura podría ser entonces ¿por qué no? una forma específica de historia.

Techos

Paul Gaugin (1848- 1903) Los techos azules (1884)


A veces el paisaje es conmovedor, como en las ocasiones en que el habitar humano hace contrapunto con la geografía del lugar y cuando la percepción abraza un tono singularmente armónico. Vistos en una perspectiva adecuada, los techos son los signos del habitar casi por excelencia.

El primer agente social de la arquitectura

La arquitectura es una actividad social de producción en donde meten la mano varios agentes sociales. En contra de lo que piensan los arquitectos, éstos no son los verdaderos protagonistas o agentes principales.
La primera figura histórica de un agente social en un emprendimiento de transformación habitable del territorio es el comitente-usuario. Si consideramos por agente social un sujeto actuando por sí y liderando una familia o un grupo social, caracterizaremos a éste como un sujeto que detenta un efectivo poder social, económico y político, situado generalmente en un estrato social superior.

Este poder autoriza socialmente la función de reconocer necesidades y deseos, así como a dar forma social efectiva a una demanda explícita. 

El sueño del arquitecto

Thomas Cole (1801- 1848) El sueño del arquitecto (1840)


Un mundo diseñado y construido para Su mejor gloria como una escena contemplable, antes que un humilde, pero vivido e imperfecto hábitat. Nótese la actitud corporal del autor del estropicio, sobre el podio triunfal. Sí, ese del podio es el Arquitecto.

Plumas ajenas: Tim Ingold

Pensar el ambiente desde una perspectiva de habitación, como una zona de enmarañamiento que rompe cualquier límite que podamos definir entre la interioridad de un organismo y la exterioridad del mundo, nos brinda un rumbo para ubicar la experiencia vivida del involucramiento (engagement) con nuestros entornos dentro de dinámicas de sistemas abarcativos de los cuales estos involucramientos son una parte. Esto significa un comienzo, al menos, para cerrar la brecha entre el mundo tierra-cielo de nuestra experiencia y el ambiente global de la tecnociencia. Es tomar el primer paso en el diseño de ambientes para la vida. El segundo paso es reconsiderar el significado del diseño propiamente dicho. ¿Qué puede significar diseñar cosas en un mundo que está perpetuamente en obra a través de las actividades de sus in-habitantes, quienes tienen la tarea, sobre todo, de mantener la vida andando más que completar proyectos ya especificados desde el inicio?

Ingold, 2012

El agua llega al patio

Giacomo Favretto (1849- 1887) Después del baño (1884)


Muy trabajosamente llega el agua a los patios de las casas, llevadas por aguateros. Ya no se trata de la aventura del lago o el arroyo, pero el baño aún conserva mucho de ritual.

Sentar sus reales, emplazarse, avecinarse

Si el  hombre, de un modo constitutivo, habita, entonces debe examinarse qué cosas hace en su habitar.
El habitante sienta sus reales, se emplaza, se avecina. Ocupa dominando un lugar físico y un lugar social primordiales, tenidos por propios de un modo radical, fundamental. Abre una plaza en su lugar. También y concurrentemente, configura zonas de proximidad  y alejamiento espacial y social.

En la intersección de estos tres significados radica el sentido propio del habitar.

La doble felicidad del balanceo y el vértigo

Didier Faustino Double habppiness (2009)


Otro blog http://tochoocho.blogspot.com/2014/10/didier-faustino-1968-double-happiness.html  nos sorprende y agrada con una pequeña obra maestra de arquitectura y arte. El autor propone un doble columpio elevado sobre una plataforma metálica, en donde es posible complacerse a la vez con el disfrute del cadencioso balanceo, y también con el vértigo sobre el paisaje circundante. Se me ocurre que así se concilia el disfrute femenino por el juego casi danzarín con la gravedad, con el correspondiente masculino, propio de las proezas de un volatinero.

Arquitectura y arte

En la Grecia clásica, la arquitectura como arte se aplicaba específicamente a la construcción de edificios religiosos y públicos, mientras que el arte de construir casas, en cambio era oficio del οικοδόμος [oikódomos]. Ya en Vitruvio, la construcción de residencias se considera tema propio de la arquitectura como disciplina. Persiste, no obstante, a lo largo de la historia el recurrente recortar de un cierto conjunto de prácticas productivas tenidas por ‘arquitectura’, modernamente diferenciadas de la ‘mera construcción’. Tiende a confundirse las ideas de prestigio social de ciertos programas arquitectónicos con la distinción del carácter ‘artístico’ opuesto al utilitario.
Hoy podemos creer que el carácter utilitario no puede concebirse como una alternativa facultativa para la arquitectura, y por ello, no puede oponerse a un contravalor estético: la adecuación de las formas arquitectónicas a la utilidad se mide con la unidad del confort en el uso, mientras que el logro estético radica en la síntesis finalista de la forma. Medimos entidades distintas en planos no necesariamente congruentes entre sí, y, a causa de ello, no contraponibles de una consideración teóricamente consistente.

No obstante ello, sigue habiendo una considerable distancia entre la obra razonable fruto de buen sentido artesano y las obras de arquitectura tenidas como obras de arte.

La salud de los enfermos

Emmery Rondhal (1858-1914) Las órdenes del doctor (1882)


El término dormitorio es una sobresimplificación del sentido de la cámara o alcoba. Se trata también del lugar de reposo, a fin de recuperar la salud. Se trata en todo caso de un recinto íntimo con múltiples significados. Los ámbitos habitados tienen derecho al nombre propio.

La arquitectura como hecho social total

La arquitectura como actividad social de producción puede describirse como un ciclo iterativo caracterizado como una secuencia de: una demanda, un proyecto que la interpreta y promueve una construcción, una obra edificatoria o transformadora y la implementación habitable de los bienes producidos.
Este planteo permite concebir la arquitectura como hecho social total, esto es, que la arquitectura es el resultado efectivo de la acción estructurada de distintos actores sociales. También permite observar el carácter crónico de la actividad de transformación habitable del ambiente: la arquitectura, en esta visión no cesa de producirse a lo largo de la historia de la vida social.

En consecuencia, la arquitectura es algo mucho más extenso, comprensivo e inclusivo que aquello que hacen los arquitectos.

Lugares de la infancia

Petrona Viera (1895-1960) Niñas (s/f)


Más allá de los espacios que les conferimos los adultos, los niños parecen tener peculiar gusto por los intersticios y los umbrales: espacios quizá pequeños, pero que deberían merecer mejor atención.

Arquitectura y contexto

De los incontables elementos de juicio que pueden impulsar a un arquitecto en su intención por la síntesis de la forma, el carácter feliz de casi necesariedad de su obra en el emplazamiento en que tiene lugar es un punto especialmente importante.
Si el arquitecto decide atender a este punto, entonces es posible que adopte un talante o actitud que considere con especial atención la interacción significativa entre la forma arquitectónica y su contexto. Puede considerar que éste le condiciona de tal manera que, en una adecuada interpretación de sus condiciones, la forma se ajustará de un modo quizá mimético con él. También es posible que parta de la base de considerar que las condiciones propias de la forma del evento, suponen una reconfiguración virtuosa de las condiciones preexistentes: la forma arquitectónica constituirá, entonces, con toda su capacidad y energía a proponer activamente un derrotero nuevo a su escenario. Es posible acaso que opte por un acertado contrapunto o una lograda tensión entre la forma arquitectónica y el lugar en donde se implanta.

De todas las formas posibles, todo gesto arquitectónico supone una novedad relativa situada en un contexto que se resignifica y del que emerge un sentido especial para la novedad de la obra