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Cuestiones de apertura (19)

¿La equiparación de la arquitectura y la escritura es una sofisticada figuración de humanistas o una congruencia estructural que hay que estudiar muy a fondo?

Pensar

Sandro Botticelli (1445- 1510) San Agustín en su lugar de trabajo (1494)


La contextura propia de un pensamiento no la determina tanto la profesión del pensante como la disciplina que éste adopta.

¿Es que existe un pensamiento arquitectónico?

Si existe un pensamiento arquitectónico es porque tiene ciertas características que lo especifican.
Por lo pronto, se trata de un pensamiento que examina críticamente lo observado y propone alternativas a lo existente. Un pensamiento que organiza su materia en estructuras jerarquizadas, en donde los fines principales dominan sobre los fines secundarios. Un pensamiento que no es privativo de arquitectos profesionales, sino que puede adoptarlo cualquiera que se someta de buen grado a su disciplina.

En este sitio se defiende la idea que el habitar exige y promueve un pensamiento arquitectónico específico.

Una leve mirada a los signos del cielo

Eric Abrahamson (1871- 1907) Vista desde la estación del Este (1892)


Simplemente, el cielo está ahí. Desde la lejanía, es portador de signos, a los que siempre dispensamos al menos una leve mirada. Salvo que nos dispongamos como el personaje de Jorge Luis Borges que apreciaba ensimismado los colores irrecuperables del cielo.

Sobre el cielo

El cielo, dirían los metafísicos, sale a escena como informador de la tierra y le ofrece signos; algo extraño entra en lo propio por la puerta y se hace oír.
(Sloterdijk, 1998: 38)
El cielo, como fondo perceptivo que es, puede quedar en silencio y por ello es que puede portar signos e informar a la tierra. Así, de una fundamental lejanía nos llegan señales que hacemos propias. La recepción de signos del cielo quizá sea una primigenia experiencia de lo lejano-y-cercano, lo pleno-y-lo-vacío, topos- y-chora.


Una pausa tras la esforzada caza de las ideas

Max Todt (1847- 1890) Después de la caza (1890)


Salir de caza es siempre esforzado. Pero salir de caza de ideas, es mucho más extenuante. Quizá por eso, el cazador, por el momento, se contenta con soñar.

El decurso cansino de ciertas ideas (II)

… una teoría de los lugares, de las situaciones, de las inmersiones se pone en marcha lentamente…
(Sloterdijk, 2004: 24)
Cabe preguntarse, por lo pronto, si lugares, situaciones, inmersiones están necesariamente alineados para un asedio sistemático.
Aquí se intenta cultivar una teoría del habitar como constitución efectiva de lugares, según unos modos arquitectónicos de producirlos.
Por su parte, una teoría de las situaciones tiene una extensión equiparable a la del examen filosófico de la existencia.
En fin, el análisis de la inmersión aparece vinculado al abordaje de la aletheia, al desocultamiento de la verdad tras la presunta transparencia.

No se puede negar que una cierta forma de pensamiento puede hacer concurrir estos términos, pero no es indefectible que así suceda.

Artículo interesante

Véase con provecho una muy buena reflexión sobre cómo han habitado los niños en la ciudad. En
http://blogs.elpais.com/seres-urbanos/2016/07/ni%C3%B1os-ciudad.html#more

Piedras iluminadas

Colin Campbell Cooper (1856- 1937) Interior de la catedral de Lincoln (1905)

El embeleso por la magia puede hacer creer que el asunto de la arquitectura es disponer con talento piedra sobre piedra bajo la luz. Pero en realidad, las cosas son más complejas.


El decurso cansino de ciertas ideas (I)

… una teoría de los lugares, de las situaciones, de las inmersiones se pone en marcha lentamente…
(Sloterdijk, 2004: 24)

¿Por qué tan lentamente?

Cuestiones de apertura (18)

Así como podemos ocuparnos del después de construir, esto es, de la implementación habitable ¿no tendremos, además, que prestar mucha atención a la demanda social previa?

Arquitectura viva

En su Ensayo sobre la síntesis de la forma (1964), Christopher Alexander presenta la idea del diseño concebido como un ajuste (fitness) entre la forma y su contexto de uso.
Es una concepción poderosa en su aparente sencillez. A mí me ha sugerido que el diseño arquitectónico logrado consiste en encontrar la contraforma de la vida que se desarrolla en el lugar. Así se construiría efectivamente una forma significante con la vida humana como forma de contenido.

A una entidad así, se le llama aquí arquitectura viva.

Materia, energía e información

Jan Lievens (1607- 1674) Los jugadores de naipes (1624)


Los lugares de una arquitectura viva están plenos de actividad humana: se distribuye según un orden propio materia, energía e información.

El contenido de la arquitectura

Adriano Cecioni (1836- 1886) El juego interrumpido (1867)

Un edificio es apenas una cosa manufacturada, la arquitectura es mucho más que eso. Hay una arquitectura viva que confiere existencia a lugares.


Defensa del concepto de lugar

Aquí se ha defendido la idea que el producto de la actividad arquitectónico es, siempre un lugar.
En primer término, porque la categoría lugar es más inclusiva que la de edificio. Los productos arquitectónicos no tienen, por fuerza, que ser necesariamente edificios, pero sí lugares. Un ejemplo sencillo de esto es una plaza.
En segundo término, el vocablo lugar hace mención a la determinación final del producto. Un edificio es un medio para habitar, no un fin en sí mismo. Lo que es un fin en sí mismo es el habitar el lugar.
En un tercer término, el concepto de lugar entiende no sólo una cosa como una escena o sitio físico, sino que supone un vínculo entrañable y complejo entre el sujeto habitante, su situación y el ámbito comprendido.

Por ello el concepto de lugar tiene un papel crucial en la Teoría del Habitar.

El lugar de lo estético

Auguste Roux (s/d) Visita al museo de Luxemburgo en 1838 (1840)


Una civilización que confina lo estético en los museos como una rareza es una cultura miserable. Una civilización verdaderamente rica y sana difunde lo estético en la totalidad de la vida social y lo vuelve ubicuo.

El carácter no facultativo de lo estético

Suele concebirse a lo estético (o a la belleza) como aditamentos relativamente suntuarios de las obras arquitectónicas.
Esto implica cierta resignación de los productos llamados de interés social o incluso corrientes a la menesterosidad de privarse de cualquier muestra de preocupación estética. Esto equipara lo estético al ornamento que puede, facultativamente, colocarse o no según el presupuesto de obras.
Pero lo estético no debe confundirse con lo ornamental. La función estética —o, mejor dicho, la condición estética— no es facultativa.

Es constitucional del carácter arquitectónico de una obra.

A dar oídos

Frédèric Soulacroix (1858- 1933) La coqueta (1900)


Los comitentes merecen ser escuchados en las mejores condiciones posibles y con la mayor y más despierta atención.

Escuchar la palabra del deseo

Allá lejos y hace tiempo, me enteré que Richard Neutra preconizaba, en el origen de su método de trabajo, unas largas y atentas conversaciones con los comitentes.
Algo así he intentado, cuando me llegó la oportunidad. Sin embargo, eché en falta un herramental de escucha y análisis que pudiera indagar en profundidad. Porque hay que interrogar aquello que anida en las anfractuosidades de la conciencia. Porque hay que saber escuchar la voz de las profundidades del deseo.

¿Habrá algún psicoanalista dispuesto a oír las voces del deseo de habitar?

Cuestiones de apertura (17)

Hay en los arquitectos una atención privilegiada a la cosa proyectada y construida. ¿Es acaso oportuno que también dediquemos alguna atención a las personas que habitan esas cosas proyectadas y construidas?

El conmovedor espectáculo de la vida

Albrecht Dürer (1471- 1528) Una gran pieza de hierba (1503)

Habitar se inscribe en un escenario más vasto que es el de vivir. Y la vida es un empecinado y equilibrado intercambio de materia, energía e información en el ambiente que la hace posible.


¿Habitar sustentable?

Existen, al menos, tres aspectos principales para delinear, a muy grandes rasgos aquello que se denominaría, con propiedad, un habitar sustentable.
En primer lugar, se trataría de un habitar ocupado activamente en el uso racional de los recursos energéticos. Se trata aquí de sustituir todo consumo de recursos no-renovables en beneficio de formas de energías renovables, limpias y seguras.
En un segundo término, un habitar sustentable haría uso racional del agua potable, así como cuidaría del adecuado tratamiento de aguas servidas. Se cuida de la adecuada y equilibrada circulación del agua en el ambiente.
En tercer lugar, el habitar sustentable se aplicaría a la gestión inteligente de la urbanización, dotándose de instrumentos políticos y administrativos que controlen la expansión territorial de la mancha urbana.


Ese límite que habitamos

Eduardo Chillida (1924- 2002) Elogio del Horizonte (1990)


Realmente el horizonte merece el elogio de una obra maestra. Aquello que habitamos, en principio y en lo fundamental, es un horizonte

Cielo-y-tierra: el horizonte

El límite es el verdadero protagonista del espacio, como el presente, otro límite, es el verdadero protagonista del tiempo.
Eduardo Chillida, 2004
Precisamente allí donde la tierra adquiere su forma perceptible, recortada del fondo que es el cielo, sucede el horizonte.
El horizonte es el límite entre cielo y tierra, tal como estos aparecen ante nuestra consciencia. Es el límite que comprende la figura del paisaje y es su principal elemento de composición. Es tan límite en su condición como limítrofe es nuestra propia existencia, abismados entre pasado y futuro, entre aquí y allá.

Quizá nada caracterice mejor al horizonte que la tríada de términos que le adjudica Eduardo Chillida: inalcanzable, necesario, inexistente

Signos allá en lo alto

Albert Bierstadt (1830- 1902) Entrada de Yosemite (1882)


En los confines superiores del lugar aparecen los signos del tiempo y del tono general del ambiente. Apreciar estos signos cada día constituye no solo una alegría esencial, sino un requisito irrenunciable de una vida digna de ser vivida.

El cielo

El cielo, por su parte, constituye el gran fondo de la escena habitada.
Es todo lo que está más allá y sin embargo está presente en el lugar. Es el componente de un emplazamiento que da noticia del tiempo y del tono del ambiente. Por otra parte, es la figura de los confines del lugar: abismales en el firmamento estrellado, opresivos bajo un encapotado tapiz nuboso, fantasmagórico bajo la niebla. Si la tierra es el lugar de los hombres, por fuerza los dioses se alojarán, lejanos y en la altitud.

Aquello que nos cae del cielo es todo lo providencial, lo que nos acontece imperiosamente, son derrames de poderes superiores a la voluntad humana.

La figura

Eugène Galien-Laloue (1854- 1941) En la orilla (1941)


La tierra conforma siempre una figura. A raíz de ello, probablemente, los bordes tienen, en general, mucho interés.

La tierra

La tierra constituye el sustrato del habitar.
Es la superficie que, al alcance del cuerpo, se deja marcar con signos de pertenencia, de confín, de memoria. Por ello, es la superficie en que primordialmente se desarrolla la escritura que es el habitarla. Tener los pies en la tierra es radicar emplazado plenamente en lo real.

Por más que podamos acceder incluso a una estación espacial, la tierra de allá nos acompañará siempre como soporte y referencia.

Cuestiones de apertura (16)

En la conformación histórico-jurídica positiva, el derecho a la vivienda específica, en primer lugar que esta vivienda debe ser adecuada y en segundo término, digna.
En la reivindicación que aquí se hace del derecho a habitar, se especifica que se trata de hacerlo en lugares no sólo adecuados y dignos, sino además decorosos.
¿Adecuación, dignidad y decoro son todas ellas las condiciones exigibles de un lugar habitado?

¿Hay otras condiciones igualmente exigibles?

Chankillo

Observatorio solar de Chanquillo, Perú


¿El cometido originario de la arquitectura sería medir el tiempo, antes aún que la confección de elementales refugios?

Relojes habitados

la casa de los primeros campesinos sería un reloj habitado.
(Sloterdijk, 2004: 391)
A diferencia de la cabaña de los cazadores, mero refugio provisional, la casa de los agricultores se concibe, se construye y se implementa como un dispositivo de espera entre la siembra y la cosecha.
Esto me lleva a considerar que, antes aún que la choza vitruviana, el origen mítico de la arquitectura radica en la confección esforzada de observatorios astronómicos capaces de medir los ciclos anuales del tiempo.

Así, la arquitectura, desde su más remoto origen, conforma lugares —tales como Stonehenge o como Chankillo, en Perú— que articulan mundo y cosmos, según espacio y tiempo.

Atribución de significados

Edward Hopper (1882- 1967) Noctámbulos (1942)


Uno puede contentarse con consignar que la escena muestra tres clientes en un bar atendidos por una sola persona. Pero con esto el signo de los noctámbulos no hace más que comenzar. Entender cómo y por qué estas personas viven de ese modo su circunstancia es interpretar su conducta, pretensión legítima de una Teoría del Habitar

Habitar como signo interpretable

Puede pensarse que el habitar podría observarse en forma específica de conducta humana.
Pero con esto no podríamos contentarnos, ya que es necesario interpretar esta conducta. Esto implica interrogar cómo se constituye, tanto para el habitante como para el observador científico, el habitar como signo.

Hay que descubrir, tras el velo de la cotidianidad y la presunta obviedad, las conductas significantes y su relación con hondos significados alojados, seguramente, en las profundidades de la psique.

Caminos

Adrien Lavieille (1848- 1920) Ruta de tierra (s/f)


Esto que aquí se aprecia es una mera posibilidad de tránsito. Será un camino sólo cuando lo atraviese el caminante.

La habitación de los tránsitos

Con frecuencia se confunde el habitar con el establecimiento, con una condición de arraigado sedentarismo.
Pero también debe considerarse el habitar en los tránsitos. Cuando Antonio Machado dice que no hay camino, se hace camino al andar, es que podemos entrever un modo propio de habitar transitando. No se trata de un deambular enlazando de la manera más escueta y olvidada de sí una partida con un arribo —esto es lo que sucede en los no-lugares—, sino que sucede que habitamos el camino en ocasión del tránsito.
La circulación atenta, la caminata consciente de sí, el deambular exploratorio son la habitación de los tránsitos.

Dos años

Albrecht Dürer (1471- 1528) El caballero, el diablo y la muerte (1513)


Ya son dos años de haber emprendido este camino. Saludos a los navegantes

Cuestiones de apertura (15)

En este sitio se ha defendido la idea —que hoy parece anticuada— de la articulación necesaria, oportuna y feliz de una obra arquitectónica con el contexto en que se inserta.
Sin embargo, es verificable que las más difundidas obras arquitectónicas de la actualidad (por ejemplo la torre Agbar en Barcelona y otras semejantes) constituyen objetos singulares que se desentienden del lugar y circunstancias urbanas en que se insertan.

¿Es que la atención arquitectónica al contexto —no hablemos de contextualismo— no es más que una ideología?