¿La
equiparación de la arquitectura y la escritura es una sofisticada figuración de
humanistas o una congruencia estructural que hay que estudiar muy a fondo?
"Sólo por la filosofía puede experimentar la inteligencia cómo sus pasiones llegan a conceptos". Peter Sloterdijk, 1998
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Pensar
Sandro Botticelli (1445- 1510) San Agustín en su lugar de trabajo (1494)
La
contextura propia de un pensamiento no la determina tanto la profesión del
pensante como la disciplina que éste adopta.
¿Es que existe un pensamiento arquitectónico?
Si
existe un pensamiento arquitectónico es porque tiene ciertas características
que lo especifican.
Por
lo pronto, se trata de un pensamiento que examina críticamente lo observado y
propone alternativas a lo existente. Un pensamiento que organiza su materia en
estructuras jerarquizadas, en donde los fines principales dominan sobre los
fines secundarios. Un pensamiento que no es privativo de arquitectos
profesionales, sino que puede adoptarlo cualquiera que se someta de buen grado
a su disciplina.
En
este sitio se defiende la idea que el habitar exige y promueve un pensamiento
arquitectónico específico.
Una leve mirada a los signos del cielo
Eric Abrahamson (1871- 1907) Vista desde la estación del Este (1892)
Simplemente,
el cielo está ahí. Desde la lejanía, es portador de signos, a los que siempre
dispensamos al menos una leve mirada. Salvo que nos dispongamos como el
personaje de Jorge Luis Borges que apreciaba ensimismado los colores irrecuperables del cielo.
Sobre el cielo
El cielo, dirían los metafísicos, sale a escena
como informador de la tierra y le ofrece signos; algo extraño entra en lo
propio por la puerta y se hace oír.
(Sloterdijk,
1998: 38)
El
cielo, como fondo perceptivo que es, puede quedar en silencio y por ello es que
puede portar signos e informar a la tierra. Así, de una fundamental lejanía nos
llegan señales que hacemos propias. La recepción de signos del cielo quizá sea
una primigenia experiencia de lo lejano-y-cercano, lo pleno-y-lo-vacío, topos- y-chora.
Una pausa tras la esforzada caza de las ideas
Max Todt (1847- 1890) Después de la caza (1890)
Salir
de caza es siempre esforzado. Pero salir de caza de ideas, es mucho más
extenuante. Quizá por eso, el cazador, por el momento, se contenta con soñar.
El decurso cansino de ciertas ideas (II)
… una teoría de los lugares, de las situaciones,
de las inmersiones se pone en marcha lentamente…
(Sloterdijk,
2004: 24)
Cabe
preguntarse, por lo pronto, si lugares,
situaciones, inmersiones están necesariamente alineados para un asedio
sistemático.
Aquí
se intenta cultivar una teoría del habitar como constitución efectiva de
lugares, según unos modos arquitectónicos de producirlos.
Por
su parte, una teoría de las situaciones tiene una extensión equiparable a la
del examen filosófico de la existencia.
En
fin, el análisis de la inmersión aparece vinculado al abordaje de la aletheia, al desocultamiento de la
verdad tras la presunta transparencia.
No se
puede negar que una cierta forma de
pensamiento puede hacer concurrir estos términos, pero no es indefectible
que así suceda.
Artículo interesante
Véase con provecho una muy buena reflexión sobre cómo han habitado los niños en la ciudad. En
http://blogs.elpais.com/seres-urbanos/2016/07/ni%C3%B1os-ciudad.html#more
http://blogs.elpais.com/seres-urbanos/2016/07/ni%C3%B1os-ciudad.html#more
Piedras iluminadas
Colin Campbell Cooper (1856- 1937) Interior de la catedral de Lincoln (1905)
El
embeleso por la magia puede hacer creer que el asunto de la arquitectura es disponer con talento piedra sobre
piedra bajo la luz. Pero en realidad, las cosas son más complejas.
El decurso cansino de ciertas ideas (I)
… una teoría de los lugares, de las situaciones,
de las inmersiones se pone en marcha lentamente…
(Sloterdijk,
2004: 24)
¿Por
qué tan lentamente?
Cuestiones de apertura (18)
Así
como podemos ocuparnos del después de construir, esto es, de la implementación
habitable ¿no tendremos, además, que prestar mucha atención a la demanda social
previa?
Arquitectura viva
En su
Ensayo sobre la síntesis de la forma (1964),
Christopher Alexander presenta la idea del diseño concebido como un ajuste (fitness) entre la forma y su contexto de
uso.
Es
una concepción poderosa en su aparente sencillez. A mí me ha sugerido que el
diseño arquitectónico logrado consiste en encontrar la contraforma de la vida
que se desarrolla en el lugar. Así se construiría efectivamente una forma
significante con la vida humana como forma de contenido.
A una
entidad así, se le llama aquí arquitectura
viva.
Materia, energía e información
Jan Lievens (1607- 1674) Los jugadores de naipes (1624)
Los
lugares de una arquitectura viva están plenos de actividad humana: se
distribuye según un orden propio materia, energía e información.
El contenido de la arquitectura
Adriano Cecioni (1836- 1886) El juego interrumpido (1867)
Un
edificio es apenas una cosa manufacturada, la arquitectura es mucho más que
eso. Hay una arquitectura viva que confiere existencia a lugares.
Defensa del concepto de lugar
Aquí
se ha defendido la idea que el producto de la actividad arquitectónico es,
siempre un lugar.
En
primer término, porque la categoría lugar es más inclusiva que la de edificio.
Los productos arquitectónicos no tienen, por fuerza, que ser necesariamente
edificios, pero sí lugares. Un ejemplo sencillo de esto es una plaza.
En
segundo término, el vocablo lugar hace mención a la determinación final del producto. Un edificio es un
medio para habitar, no un fin en sí mismo. Lo que es un fin en sí mismo es el
habitar el lugar.
En un
tercer término, el concepto de lugar entiende no sólo una cosa como una escena
o sitio físico, sino que supone un vínculo entrañable y complejo entre el
sujeto habitante, su situación y el ámbito comprendido.
Por
ello el concepto de lugar tiene un papel crucial en la Teoría del Habitar.
El lugar de lo estético
Auguste Roux (s/d) Visita
al museo de Luxemburgo en 1838 (1840)
Una
civilización que confina lo estético en los museos como una rareza es una
cultura miserable. Una civilización verdaderamente rica y sana difunde lo
estético en la totalidad de la vida social y lo vuelve ubicuo.
El carácter no facultativo de lo estético
Suele
concebirse a lo estético (o a la belleza) como aditamentos relativamente suntuarios
de las obras arquitectónicas.
Esto
implica cierta resignación de los productos llamados de interés social o incluso
corrientes a la menesterosidad de privarse de cualquier muestra de preocupación
estética. Esto equipara lo estético al ornamento que puede, facultativamente,
colocarse o no según el presupuesto de obras.
Pero
lo estético no debe confundirse con lo ornamental. La función estética —o,
mejor dicho, la condición estética—
no es facultativa.
Es
constitucional del carácter arquitectónico de una obra.
A dar oídos
Frédèric Soulacroix (1858- 1933) La coqueta (1900)
Los
comitentes merecen ser escuchados en las mejores condiciones posibles y con la
mayor y más despierta atención.
Escuchar la palabra del deseo
Allá
lejos y hace tiempo, me enteré que Richard Neutra preconizaba, en el origen de
su método de trabajo, unas largas y atentas conversaciones con los comitentes.
Algo
así he intentado, cuando me llegó la oportunidad. Sin embargo, eché en falta un
herramental de escucha y análisis que pudiera indagar en profundidad. Porque
hay que interrogar aquello que anida en las anfractuosidades de la conciencia.
Porque hay que saber escuchar la voz de las profundidades del deseo.
¿Habrá
algún psicoanalista dispuesto a oír las voces del deseo de habitar?
Cuestiones de apertura (17)
Hay
en los arquitectos una atención privilegiada a la cosa proyectada y construida.
¿Es acaso oportuno que también dediquemos alguna atención a las personas que habitan
esas cosas proyectadas y construidas?
El conmovedor espectáculo de la vida
Albrecht Dürer (1471- 1528) Una gran pieza de hierba (1503)
Habitar
se inscribe en un escenario más vasto que es el de vivir. Y la vida es un empecinado y equilibrado intercambio de
materia, energía e información en el ambiente que la hace posible.
¿Habitar sustentable?
Existen,
al menos, tres aspectos principales para delinear, a muy grandes rasgos aquello
que se denominaría, con propiedad, un habitar sustentable.
En
primer lugar, se trataría de un habitar ocupado activamente en el uso racional
de los recursos energéticos. Se trata aquí de sustituir todo consumo de
recursos no-renovables en beneficio de formas de energías renovables, limpias y
seguras.
En un
segundo término, un habitar sustentable haría uso racional del agua potable,
así como cuidaría del adecuado tratamiento de aguas servidas. Se cuida de la
adecuada y equilibrada circulación del agua en el ambiente.
En
tercer lugar, el habitar sustentable se aplicaría a la gestión inteligente de
la urbanización, dotándose de instrumentos políticos y administrativos que
controlen la expansión territorial de la mancha urbana.
Ese límite que habitamos
Eduardo Chillida (1924- 2002) Elogio del Horizonte (1990)
Realmente
el horizonte merece el elogio de una obra maestra. Aquello que habitamos, en
principio y en lo fundamental, es un horizonte
Cielo-y-tierra: el horizonte
El límite es el verdadero protagonista del
espacio, como el presente, otro límite, es el verdadero protagonista del tiempo.
Eduardo
Chillida, 2004
Precisamente
allí donde la tierra adquiere su forma perceptible, recortada del fondo que es
el cielo, sucede el horizonte.
El
horizonte es el límite entre cielo y tierra, tal como estos aparecen ante
nuestra consciencia. Es el límite que comprende la figura del paisaje y es su
principal elemento de composición. Es tan límite en su condición como limítrofe
es nuestra propia existencia, abismados entre pasado y futuro, entre aquí y
allá.
Quizá
nada caracterice mejor al horizonte que la tríada de términos que le adjudica
Eduardo Chillida: inalcanzable,
necesario, inexistente…
Signos allá en lo alto
Albert Bierstadt (1830- 1902) Entrada de Yosemite (1882)
En
los confines superiores del lugar aparecen los signos del tiempo y del tono
general del ambiente. Apreciar estos signos cada día constituye no solo una
alegría esencial, sino un requisito irrenunciable de una vida digna de ser
vivida.
El cielo
El
cielo, por su parte, constituye el gran fondo de la escena habitada.
Es
todo lo que está más allá y sin embargo está presente en el lugar. Es el
componente de un emplazamiento que da noticia del tiempo y del tono del
ambiente. Por otra parte, es la figura de los confines del lugar: abismales en
el firmamento estrellado, opresivos bajo un encapotado tapiz nuboso,
fantasmagórico bajo la niebla. Si la tierra es el lugar de los hombres, por
fuerza los dioses se alojarán, lejanos y en la altitud.
Aquello
que nos cae del cielo es todo lo
providencial, lo que nos acontece imperiosamente, son derrames de poderes
superiores a la voluntad humana.
La figura
Eugène Galien-Laloue (1854- 1941) En la orilla (1941)
La
tierra conforma siempre una figura. A
raíz de ello, probablemente, los bordes tienen, en general, mucho interés.
La tierra
La
tierra constituye el sustrato del habitar.
Es la
superficie que, al alcance del cuerpo, se deja marcar con signos de
pertenencia, de confín, de memoria. Por ello, es la superficie en que
primordialmente se desarrolla la escritura que es el habitarla. Tener los pies en la tierra es radicar
emplazado plenamente en lo real.
Por
más que podamos acceder incluso a una estación espacial, la tierra de allá nos
acompañará siempre como soporte y referencia.
Cuestiones de apertura (16)
En la
conformación histórico-jurídica positiva, el derecho a la vivienda específica,
en primer lugar que esta vivienda debe ser adecuada y en segundo término,
digna.
En la
reivindicación que aquí se hace del derecho a habitar, se especifica que se
trata de hacerlo en lugares no sólo adecuados y dignos, sino además decorosos.
¿Adecuación,
dignidad y decoro son todas ellas las condiciones exigibles de un lugar
habitado?
¿Hay
otras condiciones igualmente exigibles?
Chankillo
Observatorio solar de Chanquillo, Perú
¿El
cometido originario de la arquitectura sería medir el tiempo, antes aún que la
confección de elementales refugios?
Relojes habitados
… la casa de los primeros campesinos sería un
reloj habitado.
(Sloterdijk,
2004: 391)
A
diferencia de la cabaña de los cazadores, mero refugio provisional, la casa de
los agricultores se concibe, se construye y se implementa como un dispositivo
de espera entre la siembra y la cosecha.
Esto
me lleva a considerar que, antes aún que la choza vitruviana, el origen mítico
de la arquitectura radica en la confección esforzada de observatorios
astronómicos capaces de medir los ciclos anuales del tiempo.
Así,
la arquitectura, desde su más remoto origen, conforma lugares —tales como
Stonehenge o como Chankillo, en Perú— que articulan mundo y cosmos, según
espacio y tiempo.
Atribución de significados
Edward Hopper (1882- 1967) Noctámbulos (1942)
Uno
puede contentarse con consignar que la escena muestra tres clientes en un bar
atendidos por una sola persona. Pero con esto el signo de los noctámbulos no
hace más que comenzar. Entender cómo y por qué estas personas viven de ese modo
su circunstancia es interpretar su conducta, pretensión legítima de una Teoría
del Habitar
Habitar como signo interpretable
Puede
pensarse que el habitar podría observarse en forma específica de conducta
humana.
Pero
con esto no podríamos contentarnos, ya que es necesario interpretar esta conducta. Esto implica interrogar cómo se
constituye, tanto para el habitante como para el observador científico, el
habitar como signo.
Hay
que descubrir, tras el velo de la cotidianidad y la presunta obviedad, las
conductas significantes y su relación con hondos significados alojados,
seguramente, en las profundidades de la psique.
Caminos
Adrien Lavieille (1848- 1920) Ruta de tierra (s/f)
Esto
que aquí se aprecia es una mera posibilidad
de tránsito. Será un camino sólo cuando lo atraviese el caminante.
La habitación de los tránsitos
Con
frecuencia se confunde el habitar con el establecimiento, con una condición de
arraigado sedentarismo.
Pero
también debe considerarse el habitar en los tránsitos. Cuando Antonio Machado
dice que no hay camino, se hace camino al
andar, es que podemos entrever un modo propio de habitar transitando. No se
trata de un deambular enlazando de la manera más escueta y olvidada de sí una
partida con un arribo —esto es lo que sucede en los no-lugares—, sino que
sucede que habitamos el camino en ocasión
del tránsito.
La circulación atenta, la
caminata consciente de sí, el deambular exploratorio son la habitación de los
tránsitos.
Dos años
Albrecht Dürer (1471- 1528) El caballero, el diablo y la muerte (1513)
Ya
son dos años de haber emprendido este camino. Saludos a los navegantes
Cuestiones de apertura (15)
En
este sitio se ha defendido la idea —que hoy parece anticuada— de la
articulación necesaria, oportuna y feliz de una obra arquitectónica con el
contexto en que se inserta.
Sin
embargo, es verificable que las más difundidas obras arquitectónicas de la
actualidad (por ejemplo la torre Agbar en Barcelona y otras semejantes)
constituyen objetos singulares que se desentienden del lugar y circunstancias
urbanas en que se insertan.
¿Es
que la atención arquitectónica al contexto —no hablemos de contextualismo— no
es más que una ideología?