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La constitución tópica y crónica del ser situado


Elio Ciol (1929)

Las personas somos seres situados, lo que quiere decir que existimos en un marco de circunstancias que hacen que tengamos concreto lugar.
Cada sujeto es titular inescindible de su lugar y esto hace de su titular una precisa determinación tanto espacial como temporal. De modo concreto este lugar efectivamente poblado es tanto un espacio como un decurso temporal. Así vamos por el mundo: cada uno con su lugar a cuestas, cada uno portando a la vez la carga de la pasión del mundo tanto como la facultad trascendente de construirlo según una ley singular.
Así, el Mundo que poblamos es, a la vez, uno y diverso.

Acerca de las condiciones humildes de la existencia


Dominique Issermann (1947- )

Cuando se menciona la existencia suelen convocarse a la conciencia graves y fundamentales asuntos tales como el sentido de la vida y de la muerte, la situación de la persona en el cosmos y otros de similar trascendencia.
Aquí prestamos peculiar atención a las condiciones humildes y cotidianas de la existencia. A nuestro ordinario estar-en-el-mundo. A la constitución de una presencia a la vez que una sombra
Puede que los fundamentales desafíos de nuestra existencia sólo puedan afrontarse precisamente cuando consigamos, si bien no un acomodo desmayado, sí una confortación razonable en la vida cotidiana y su complexión simple, elemental y crónica.

La condición liminar


Nicolas Tikhomiroff (1927-2016)

Habitamos umbrales.
Puede sospecharse que la propia condición humana es una condición liminar, esto es, que siempre habitamos una región fronteriza y nos encontramos precisamente en acto de traspasarla. Es por ello que, quizá, nos complazcan tanto las ventanas, los balcones, las puertas, los bordes y los puentes. Sitios así, en que nuestra propia situación nos indica la copresencia de Uno y Otro Lados, a la vez que nos disponemos a dejar uno en favor de sentar nuestros reales en el otro.
La vida transita estremecida por una terminable serie de límites dispuestos para su atravesamiento.

Reescrituras (XX): La tenuidad

Andrew Wyeth (1917- 2009) Viento del mar (1947)

Vivimos inmersos en un soplo, hálito o aliento, eso que los antiguos griegos llamaban άτμός. Es una dicha tener una revelación de su existencia con la complicidad de unas ligeras cortinas. El mundo nos respira entonces.

* * *

La respirabilidad es la primera condición ambiental de todo lugar.
Esta obvia constatación nos ayuda a entender que un lugar es una interacción entre un sujeto habitante y un sitio terrestre: un lugar no es una simple porción de espacio, sino que supone la indicación de un fenómeno viviente en acto. No puede entenderse como un receptáculo vacante abierto a la pura intromisión del sujeto.
Sujeto, existencia y lugar se copertenecen.

Viejas cuestiones (VII): Existencia y habitar

Martin Heidegger en su cabaña de la Selva Negra

¿Las cuestiones del habitar involucran al conjunto de la existencia humana o se restringen a un aspecto específico de ésta?

Martin Heidegger ha situado el habitar tanto en su carácter existencial (el modo de ser de los mortales), así como en una especial circunstancia (en la tierra).
He entrevisto que hay otros ámbitos en que existimos que no son, estrictamente, la tierra. Existimos en nuestro discurso y sin embargo, no habitamos en él. Existimos en nuestra escritura y sin embargo, no habitamos en ella. Existimos en nuestros deseos, imaginaciones y proyecciones, pero no habitamos propiamente en ellas.
Estas observaciones, presentadas aún a título de inventario, permiten sospechar que, como existentes en la tierra, la habitamos, pero que también existimos en otros mundos que no son la tierra, aunque no habitemos allí.

Pero esta cuestión no está definitivamente resuelta.

Reescrituras (IV): En busca del agua

John Henry Twachtman (1853- 1902) Lago encantado (s/f)

En principio, es forzoso ir a buscar el agua allí donde se encuentra, en precisas condiciones de espacio y tiempo. La limpieza del cuerpo es entonces un ritual moroso y tiene algo de aventura.
* * *
No debe creerse que la búsqueda ancestral del agua obedezca a una pura motivación higiénica.

En realidad, se trata de un ritual de un profundo significado existencial: buscar el reflejo propio en la superficie quieta, allí donde se revela que la persona tiene efectivo lugar. Luego de ello, la inmersión en ese elemento primordial capaz de esta crucial revelación.

La sustancia de la arquitectura

Georg Schrimpf (1889–1938) Previsora (1932)

Una construcción solo puede ser material. Una obra de arquitectura puede ser -o tiene que ser, quizá-, un sueño, un espacio imaginado: un lugar, real o soñado en el que uno querría estar para siempre, un lugar quizá inalcanzable pero que nos mantiene en vida por la promesa que ofrece de una vida plena.
Pedro Azara, 2016

El profesor Pedro Azara, con su habitual lucidez, sintetiza una importante cuestión: la de la sustancia de la arquitectura.
La pista inicial es la especificación de la sustancia de la construcción: esta sólo puede ser material, lo que implica que la arquitectura tiene otra sustancia, ya que arquitectura y construcción no participan de la misma naturaleza, aunque están íntimamente conectadas entre sí.
La sustancia de la arquitectura es la sustancia propia de quienes habitan: sueños, demandas, anhelos, proyectos, la vida misma. La construcción es el soporte material que nos permite, entre otras cosas, contar con una ventana adecuada para meditar, para inquirir en tierra, horizonte y cielo, para anticipar lo que vendrá.
Comenzamos a discurrir en una dirección prometedora cuando partimos de una ontología que devela la naturaleza propia de nuestro objeto de reflexión.


Dimensiones afectivas

François Barraud (1899- 1934) El malcontento (1930)


¿La condición de existente, en sí misma, puede constituir una necesaria y consecuente alegría de vivir?

Allí donde existimos y allí donde habitamos

Henri de Braekeleer (1840–1888) El hombre en la silla (1876)

El habitar es la manera como los mortales son en la tierra
Heidegger, 1954

Ya se ha dicho: habitar es un aspecto del existir y éste es el aspecto que signa diferencialmente la propia condición humana.
Pero cabe preguntar ¿dónde? a efectos de distinguir los significados respectivos.
Y podemos responder: Allí donde existimos es un mundo, estructura compleja y totalizante. Por otra parte, habitamos en un lugar, entidad que se deja caracterizar, con toda simplicidad y concreción, con los adverbios aquí y ahora.

Si nos pregunta por dónde habitamos, podemos indicar el lugar con la dirección del dedo índice, mientras que si se nos pregunta por dónde existimos sólo podemos contentarnos con un vago contorneo ambiguo de ambas manos.

Aquí es un límite

Eduardo Chillida (1924- 2002) Elogio del horizonte (1990)

El límite es el verdadero protagonista del espacio, como el presente, otro límite, es el verdadero protagonista del tiempo.
Eduardo Chillida, 2004


No podemos hacerlo de otro modo. Entendemos el espacio y el tiempo en nuestra propia condición limítrofe.  Yo, aquí, ahora: tres voces para un mismo límite fundamental.

Casa de citas

Vasco Prado (1914- 1998) Modelo en reposo (1988)

El mundo visible ha sido hecho para ilustrar las bellezas del sueño.
Gaston Bachelard, 1953

El hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir
Jean-Paul Sartre

No olvides que lo que llamamos hoy realidad fue imaginación ayer…
José Saramago, 2002


Instrucciones: Búsquese el punto común del horizonte de estas tres perspectivas. Allí hay algo bueno en que pensar.

Existir sin habitar

Janez Šubic (1850- 1889) Carta (1878)

Habitar es el modo en que son los mortales en la tierra
Heidegger.

Con la aseveración citada, el pensador parece asimilar, punto por punto, el habitar a la existencia.
Sin embargo, hay que reparar en dónde es que habitar se asimila a la existencia: en la tierra. Aquí sospecho que debería formularse, con mayor cuidado, el siguiente enunciado:
Porque existen, los mortales habitan constituyendo lugares en la tierra, aunque también constituyen otras circunstancias de diferente naturaleza.
En esta oportunidad, voy a concentrarme en una forma de existir que no implica, necesariamente, habitar.
Cuando yo digo “aquí” (con lo que constituyo lo que se llama un speech act o acto de habla) refiero a una situación espacial (terrestre) propia de mi cuerpo en ese momento o tan próxima como para poder indicarla con un dedo. “Aquí” tiene una precisa indicación espacial y temporal compartida con mis interlocutores, en tanto cohabitamos un lugar.
Sin embargo, cuando yo escribo “aquí” ese término no denota mi lugar y circunstancias en la tierra —en el espacio—, sino que indica apenas un punto en mi discurso. Nadie podrá negar que existo en tanto soy capaz de originar este alegato, pero, en un futuro que apenas puedo imaginar, cuando usted, lector, lea estas líneas, “aquí” no designará ningún punto de la tierra que, por obvias razones, no podemos compartir. Aún en estas condiciones puedo incurrir en “aquí” con sentido comprensible y compartible.

En el discurso, existo, aunque no en la tierra, de modo estricto. En la tierra, espero habitar cuando usted me lea. Será una cuestión de salud.

La existencia

El hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir, dice Sartre.
El habitar, condición humana que transforma meros sitios en lugares, también empieza por existir, lanzado (pro yecto) hacia un porvenir.

Habitar es un proyecto en donde se superponen no siempre punto por punto los sueños, los proyectos y la efectiva realidad de hombres y lugares.

Habitar y existir

Heidegger afirma que habitar es el modo en que son los mortales en la tierra.
Con esta fórmula equipara el habitar a la misma existencia, punto por punto.
Ahora bien ¿El concepto de existencia, totalizador de la condición humana no será mucho más extenso que el habitar? Sospecho que es así, dado que no siempre y necesariamente existimos hallándonos en un lugar físico, pero habitamos porque existimos.
Este texto que aquí se lee, en tanto discurso, es una manifestación de mi existencia, ciertamente, pero que no se encuentra necesariamente en las circunstancias particulares en que lo elaboro, sino allí y cuando se recepciona.
El discurso, como tal, existe, pero no en un lugar físico. Y todo discurso es, necesariamente un-sujeto-emitiendo-un-discurso-que-puede-recepcionarse.

En consecuencia, tengo para mí que Porque existen, los mortales habitan constituyendo lugares en la tierra, aunque también constituyen otras circunstancias de diferente naturaleza.

Una especie de animal

Puede pensarse que los seres humanos son animales de cierta especie particular y se puede jugar a complementar la caracterización con fórmulas tales como la de zoon politikon de Aristóteles o la de homo ludens de Huizinga.
Pero también puede pensarse en que un ser humano, más que una esencia huidiza, que se deja pensar en términos de una zoología adjetivada, entraña, de modo concreto una situación. En el fondo no es apropiado decir que alguien se encuentra en una situación, sino que, en cierto modo, un sujeto siempre es una situación. Se sospecha que, si se quiere abordar la condición humana en los términos más concretos —del modo que propugnaba en su momento Edmund Husserl con su fórmula “A las cosas mismas”— debe partirse de la inmersión del ser del hombre en términos de existencia.
Por eso y por alguna que otra sospecha adicional, es que aquí se presta especial atención al primer Heidegger y a Sartre.

Se podría decir que la Teoría del Habitar es —o quiere ser— un humanismo.

Cuando una silla es precisamente tal

Herman Norrman (1864- 1906) Fábrica de sillas (s/f)


Las cosas del habitar tienen su significación propia cuando están inmersas en el contexto de uso esperado. Fuera de éste, se reducen a genéricas mercaderías.

Opción por la arquitectura viva

Tom Roberts (1856- 1931) Mujer en el balcón (1900)


Hay quienes se concentran en la arquitectura como si ésta fuese una cosa con aspectos interesantes como el diseño o la construcción. Aquí prefiero detenerme en la arquitectura como una relación entre la cosa construida y las personas que allí viven.

Existencia

William Girometti (1924-1998) Vida en el reflejo de la libertad (1972)


Uno puede pretender entender algo de su propia existencia, frecuentando con esfuerzo las páginas de Ser y tiempo o en las de El ser y la nada. O puede contemplar un largo rato esta afortunada pintura.

Algunas notas leídas en las esferas de Peter Sloterdijk: Quinto fragmento

Lo que en el lenguaje de algunos filósofos modernos se llamó ser-en-el-mundo significa para la existencia humana, primero y sobre todo: ser-en-esferas. Si los seres humanos están ahí, están en principio en espacios que se han abierto para ellos porque ellos les han dado forma, contenido, extensión y duración relativa al habitarlos. Pero, dado que las esferas constituyen el producto originario de la convivencia humana —de lo que no ha tomado jamás ninguna teoría del trabajo—, esos lugares atmosférico-simbólicos de los seres humanos dependen de su renovación constantes; esferas son instalaciones de aire acondicionado de las que vale decir: no participar en su construcción e instalación es algo que no entran en la consideración de seres que realmente viven en común. La climatización simbólica del espacio común es la producción originaria de cualquier sociedad. De hecho, los seres humanos hacen su propio clima, pero no lo hacen espontáneamente, sino bajo circunstancias encontradas, dadas y transmitidas.
(Sloterdijk, 1998: 52)

Habitar y existir

Hay una proximidad de significados casi coincidente entre habitar y existir.
Si existir es ser de un modo delimitado y definido, real o de hecho y un modo de ser propio del hombre (Abbagnano, 1961:485), entonces es difícil caracterizar diferencialmente el habitar. Sin embargo, existe una especificidad espaciotemporal en el habitar que no tiene necesariamente el existir, del que se pueden concebir otras dimensiones ontológicas. Habitar es existir, por cierto, pero constituyendo plenamente un lugar que contiene la presencia como situación y acontecimiento.
Habitar supone necesariamente existir en tanto ese existir tiene lugar.