La mítica caverna

Joseph Wright (1734- 1797)
Gruta a la orilla del mar en Nápoles (1778)

He aquí el elemento que origina, si no la arquitectura en sí misma, al menos las ideas generalmente aceptadas acerca del habitar humano.

Plumas ajenas: Tim Ingold

Diseñar es darle forma al futuro del mundo en que vivimos. Sin embargo, por muchos motivos, esto parece una empresa desesperanzadora fundada en los fracasos de nuestros predecesores. Si ellos hubieran triunfado en darle forma a nuestro futuro, entonces no tendríamos más que seguir la línea de sus disposiciones. De la misma manera, sin nosotros tuviéramos éxito en darle forma al futuro de nuestros sucesores, ellos se volverían meros usuarios, limitados a la implementación de designios ya hechos para ellos. Los diseños, parece ser, deben fracasar, si cada generación habrá de contar con la oportunidad de mirar hacia el futuro y llamarlo como el suyo propio. De hecho, la historia del diseño puede ser entendida como el registro acumulativo de intentos humanos concertados para poner fin a esta oportunidad: una interminable serie de respuestas finales, que visto en retrospectiva, ninguna se convirtió en la última, después de todo. O para adaptar una máxima del estudioso de la arquitectura Stewart Brand: todos los diseños son predicciones: todas las predicciones están equivocadas.
(Ingold, 2012)

Hospital

Henri Geoffroy (1853- 1924) Día de visita en el hospital (1889)

Confinados y sometidos al cuidado institucionalizado, los pacientes hacen honor a su denominación. A veces se habita con tristeza y dolor, lejos de la casa y del entorno familiar. Son las ocasiones en que el sistema de salud concentra a sus pacientes, despojándoles de las señas de identidad de sus lugares propios.

Plumas ajenas: Norberto Chávez

Una arquitectura que obedezca a una vocación de vida,
a la vocación de otra vida,
a la vocación de una vida superior
Norberto Chávez

Paz doméstica

Paul Signac (1863- 1935) Un domingo (1890)

Casi todos deseamos un refugio de paz en un mundo conflictivo. No obstante, el ámbito doméstico se ve atravesado por no poca violencia simbólica y aún física.

Cultura tectónica

Una cultura tectónica determinada se desarrolla en la plenitud de la interacción entre una comunidad y las concretas circunstancias de tiempo y lugar.
De este modo, las producciones efectivas son expresión superior tanto de la identidad de quienes habitan tanto como de las condiciones ambientales que se verifican en su sitio. Si bien son siempre manifestaciones contingentes, asumen un específico valor histórico vinculando sus condiciones de origen con las proyecciones al futuro: por ello, las producciones más destacadas se distinguen tanto de las inercias de la tradición así como de la innovación antojadiza. En este nivel de valores, los productos de la cultura tectónica trascienden los mecanismos del consumo, volcándose hacia una genuina consumación en la vida de las culturas que las originan.

La intimidad y la lectura en voz baja

Fabio Cipolla (1852- 1935) Agradable lectura (1935)

Todo parece indicar que nuestra actual idea de intimidad se origina en el hábito de la lectura para sí mismo, en voz baja. Ahora bien, ¿no tendrá algún papel histórico en este asunto, la disponibilidad de buenos espejos y la especialización funcional de los ámbitos domésticos?

Genius loci

La idea de Genius loci corresponde a una antigua sabiduría: los lugares en la tierra son heterogéneos, anisotrópicos, discontinuos y articulados.
Tras el gesto de apropiarse de un lugar existe un hondo compromiso con una adecuada interpretación de los signos de los lugares, una práctica respetuosa y armónica con la naturaleza del ambiente y una producción que sólo se verificará en su felicidad actual y, sobre todo futura, por un complejo entramado de intenciones, posibilidades y circunstancias.
El lugar poseído por su genio, es cualquier cosa menos el abstracto espacio que concibió Newton.

La casa y el mundo

Caspar David Friedrich (1774-1840) Mujer en la ventana (1822)

No es para quedarnos en casa que hacemos una casa
Juan Gelman
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Los que pueblan la tierra

Erguidos sobre la superficie de la tierra, libradas las manos del compromiso locomotor (y liberadas para asir y considerar, para manipular y transformar), dotados de una capacidad craneana singular, cultivados morosamente, los seres humanos pueblan la tierra. Sobre ella proyectan, desde su fragilidad biológica, una fortaleza social y cultural: desarrollan mañas de recolección, caza y cultivo, disponen de tácticas y estrategias de supervivencia, se alían y compiten, se confabulan y transforman, erran y se aquerencian, según las circunstancias.
Construyen a su modo un mundo de cosas a la mano, al alcance de las tentativas, un orden contingente que conmueve el orden necesario de la naturaleza. Y encima tienen al Cielo, donde mora el Deseo, el Curso del Tiempo, el Destino

Condiciones laborales


Thomas Pollock Anshutt (1851-1912) El descanso de los metalúrgicos (1880)

El lugar del trabajo también es un ámbito habitado, y, por cierto, con no poca intensidad. Las reivindicaciones de adecuadas condiciones de trabajo se sintetizan en la adecuada habitación de los lugares correspondientes.

La síntesis de la forma

La actividad arquitectónica tiene como destino principal una específica síntesis de la forma.
No se trata sólo de la forma construida, sino de la totalidad de las determinaciones que se manifiestan en la interacción entre el acontecimiento del habitar y las configuraciones construidas. Para dar lugar, esto es, para producir efectivamente la arquitectura del lugar, el arquitecto debe desarrollar conceptos operatorios de la forma que permitan la concreción tanto de la concepción, la proyectación, la construcción y también la habitación de eventos en el espacio y en el tiempo.
Ninguno de los conceptos operatorios es, en la actualidad, suficiente para orientar de modo riguroso un método regular y unitario; sin embargo, la función social del arquitecto le exige imprimir una dirección convergente en todas sus concepciones operatorias.

El espacio público se invagina en el interior de la casa: el salón

José Ferraz de Almeida Júnior (1850- 1899)
Escena de familia de Adolfo Augusto Pinto (1891)

En el salón, la fachada hacia el espacio público se pliega sobre sí misma. Ser, estar, representar: en el salón burgués se condensan estas tres operaciones.

Arquitectura y escritura

La arquitectura, tanto como la exteriorización del pensamiento y como la escritura se constituyen como dispositivos de localización de la memoria, en el instante crucial en donde ésta se convierte en historia.
 Alojamos afuera del cuerpo la sustancia huidiza de nuestros pensamientos; escribimos aquello que deseamos no olvidar en documentos y también erigimos marcas en el territorio para celebrar rituales de memoria en y con los monumentos. Hacemos proliferar lugares de la memoria, para administrar el recuerdo y el olvido, para urdir el relato de nuestra constitución en el tiempo. El fluir del tiempo y del cambio, la irrupción de la novedad y sus desafíos erosionan y resignifican aquello que buscamos recordar, pero las improntas que van quedando en los lugares de la memoria nos permiten reconfigurar críticamente otras significaciones, con la remisión a los signos en los documentos y con la perduración de las configuraciones en los territorios habitados.
La arquitectura, así las cosas, es una especie de escritura

El largo viaje del agua hacia el interior de la casa

Alfred Stevens (1823- 1906) El baño

Ha sido necesario un prolongado proceso histórico y técnico el que conduce eficazmente el agua hacia el interior de la casa. El cuerpo, agradecido. No obstante, para los arquitectos no deja de ser un intruso incómodo y peligroso de humedades. Ya lo dijo Le Corbusier: Pour Viollet c’est facile: pas de tubes!.

El lugar en el tiempo

Los lugares que habitamos son antecedidos, en su aquí y ahora, por una construcción, ésta por algún género de proyecto y éste por una demanda más o menos explícita.
A su vez, al lugar le aguarda una más o menos prolongada experiencia en la frecuentación del uso, para sucederla las dos formas complementarias del recuerdo y el olvido y, más allá, el postrer abandono.
Habitamos en el tiempo moroso de la memoria atávica tanto como en el constante lanzarse hacia adelante, hacia el futuro probable que es lo que significa pro iectus.

Escolares

François Bonvin (1817- 1887) El escolar (1874)

¿Por qué nos ensañamos en enseñarles tanto, confinados en las paredes del aula? Lo que primero aprenden estas pobres criaturas es a habitar el Panóptico y a padecerlo. Amorosamente vigilados y castigados para infligirles la educación que, aparentemente, tanto necesitan.

Plumas ajenas: Christopher Alexander

Aquellos de nosotros que nos interesamos por los edificios solemos olvidar con demasiada facilidad que toda la vida y el alma de un lugar, que todas nuestras experiencias en él, no dependen sencillamente del medio ambiente físico, sino de los patrones de acontecimientos que allí experimentamos.
(Alexander, 1979:64)

Muchedumbre

Giuseppe Pellizza da Volpedo (1868- 1907) El cuarto estado (1901)

La habitación de una muchedumbre no equivale al deambular simplemente por la calle. Hay una dirección, un sentido y una deliberación colectiva a la que cada uno, solidariamente, aporta su marchar.

El ambiente

Desde el último tercio del siglo XX, se ha constatado, de diversas formas, un agudo conflicto entre las condiciones socioeconómicas actualmente imperantes y las condiciones biofísicas del ambiente.
El problema no sólo se denota en la actualidad, sino que proyecta ominosas perspectivas de futuro. En la consideración conjunta de la concurrencia de factores económicos, sociales y ambientales, se constata un conflicto que pone en cuestión las perspectivas futuras del desenvolvimiento de la vida humana. El aumento de la población mundial, los sostenidos procesos de urbanización, la expansión de modalidades de producción expoliadoras, la desigual distribución de la riqueza, el sobreconsumo diferencial y la discriminación socioeconómica conducen, concatenadamente, a presiones insostenibles sobre el ambiente.