Una cultura tectónica determinada se desarrolla en la plenitud de la interacción entre una comunidad y las concretas circunstancias de tiempo y lugar.
De este modo, las producciones efectivas son expresión superior tanto de la identidad de quienes habitan tanto como de las condiciones ambientales que se verifican en su sitio. Si bien son siempre manifestaciones contingentes, asumen un específico valor histórico vinculando sus condiciones de origen con las proyecciones al futuro: por ello, las producciones más destacadas se distinguen tanto de las inercias de la tradición así como de la innovación antojadiza. En este nivel de valores, los productos de la cultura tectónica trascienden los mecanismos del consumo, volcándose hacia una genuina consumación en la vida de las culturas que las originan.
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