El
término morada proviene del vocablo
“mora”, en el sentido de tardanza.
Sea
en una acampada en la caza o recolección, sea en la sedentaria espera de la
cosecha, los sujetos se demoran. Allí donde existan poderosas razones para
pausar la trashumancia, allí se constituirá una estancia. Y esa estancia
constituirá, en el hábito arraigado, un origen general y relativo de todos los
tránsitos. Hay en la morada un significado mayor en la pausa, la deliberación,
la preparación de la acción que tiene lugar allí donde nos demoramos.
Las casas son salas de espera en lugares de parada,
ha afirmado con lucidez, Peter Sloterdijk (2004)
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