Rutilio di Lorenzo Manetti (1571- 1639) San Jerónimo escribiendo (s/f)
Hay que colmatar el lugar, poblarlo exhaustivamente, aplicarse a
aquello-que-uno-tiene-que-hacer. Todo
lo demás, sobra. A esto se reduce el habitar, para algunos.
*
* *
Hay
en el ejercicio profesional de la arquitectura un ensañamiento cruel con la
vida humana: consiste en constreñirla en el ámbito más reducido posible.
Ciertas
lógicas impelen al conjunto de la sociedad a producir los habitáculos más
estrechos que consigan encerrar el espacio justo apenas para no sucumbir en la
asfixia o la angustia. Algunos, sólo allí se detienen.
En la
época heroica del Movimiento Moderno se convirtió en blasón la consecución del
denominado Existenzminimum, so pretexto de la penuria económica, principalmente
de las clases populares. La vivienda mínima fue objeto de minucioso estudio y
sistematización. La arquitectura se desembarazó entonces del ornamento
superfluo y también de los recovecos, de las antesalas, de todo aquello
bueno-para-nada. Los arquitectos se aplicaron a hacer-aquello-que-uno-tiene-que-hacer, infligiéndole no pocas
sevicias al sueño de vivir.
Quizá
en un futuro, ciertas coerciones arquitectónicos lleguen a ser considerados
atentados delictivos contra los derechos humanos. Me gustaría verlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario