Siena
Hay
una especial melancolía en esta puerta.
Quizá
este sentimiento se fundamente en el hecho, más que probable, que ya nunca la traspasaré. En el momento en
que pude hacerlo, no tuve una motivación especial salvo por detenerme allí en
donde tomé la fotografía. No recuerdo si me aproximé a husmear al menos a
través de los cristales. Puede que se tratara de un antiguo local comercial ya
fuera de actividad. Pero persistía aún en el deterioro de la fachada la
vocación de apertura, de bienvenida, de calma incitación a entrar. Si
personalizáramos el asunto, podría tratarse de una negligencia imperdonable la
mía, ante un gesto por demás cortés de demanda de atención.
Es
que a veces, con respecto a la realidad, uno se queda apenas del otro lado de
la cámara.
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