Integralidad sensible


Else Simon (1900-1942)

Las personas, en compromiso de habitar, integran coherentemente sus sensaciones. Esto les permite, literalmente, tener lugar.
Puede pensarse que tal integración se deba a la operación de una suerte de protosentido fundamental —que según algunos bien podría ser el tacto— que aunaría los influjos sensibles especializados, tales como la visión, la audición, el olfato, el gusto y el tacto. También pudiera pensarse en una suerte de virtud sistémica que tuviesen las sensaciones particulares, las que se integrarían por sí mismas según el producto interno de sus mutuas interacciones, más que por su pura agregación algebraica. Pero también puede pensarse en una función sensible superior, no asignable a algún sentido conocido en particular, que sea responsable que nuestro mundo nos sea inteligible por más caótico que se presentasen las sensaciones específicas.
No puedo hoy optar decidida y fundadamente por alguna de estas tres opciones, pero una muy vaga sospecha me conduce a considerar con cierta atención reflexiva la última.

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