Gloria Baker
Feinstein (1954)
Puede
sospecharse con cierto fundamento que la
acción del cuerpo es el dispositivo que articula la percepción subjetiva del
lugar con la facultad de intervenir creadoramente en éste.
En
otros términos, la acción corporal transforma a los influjos, las improntas y
las vivencias del lugar en actividades, rituales y ceremonias que le otorgan
tanto forma como sentido. Es la acción humana la que articula la pasión del tener lugar con la facultad de hacer lugar. Se puede decir, entonces,
que sólo por obra de la acción a las personas les es dado, en el mismo acto, tanto padecer como protagonizar el mundo que
pueblan.
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