Plaza Zabala
en Montevideo
El
desarrollo de la reflexión en torno a la Teoría del Habitar trae consigo la
emergencia de tres ideas que pueden ser candidatas a la dignidad del nombre
propio.
La
tercera idea es que, frente a la proliferación de acciones arquitectónicas que
atentan contra el sano desarrollo de la ciudad contemporánea, acciones que
conducen a una urbanización sin ciudad, se impone contraponer eventos que resulten
urbanógenos. Esto es, eventos que
supongan gérmenes de futura ciudad que revitalicen el territorio habitado.
Toda
vez que la ciudad efectivamente es un proceso histórico, la ocurrencia virtuosa
de urbanógenos es esencial a su vitalidad y supervivencia. Ante tantos y tan
repetidos eventos que cristalizan un diseño aniturbano, la promoción de
urbanógenos es una operación necesaria y urgente. De esta manera se opone al
diseño arquitectónico el proyecto urbano. La disposición afortunada de
urbanógenos es la medida de la esperanza que la ciudad contemporánea
sobrevivirá a sus arquitectos, urbanistas y promotores inmobiliarios.
La
opción por los urbanógenos es una iniciativa por la propia vida de las
ciudades, que, tarde o temprano, deberán descubrir los modos de volverse más
habitables con adecuación, dignidad y decoro.
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