Henri Lebasque
(1865- 1937) Sin título (1900)
Hay
un segundo aspecto de la producción del lugar que estriba en su carácter de
fruto del esfuerzo, resultado de un trabajo (ergon), consecuente de una positiva y necesaria elaboración.
Lo
que se da es un sitio, un habitante,
una cultura para habitar. Pero un lugar
es una construcción: la concurrencia concertada del sitio, el habitante y su
cultura transforma unos recursos o insumos en un producto. No hay mínimo gesto
acondicionador, no hay maniobra sutil de inclusión o supresión que no suponga
un decisivo y constitucional carácter de elaboración, de mutación general de
condiciones. Es la misma concurrencia, la copresencia de los elementos, la nota
decisiva de la perturbación original. No hay lugares vacíos, ni prístinos, ni
“naturales” allí donde se habita efectivamente.
Todo
lugar se despliega y desarrolla sobre una fundamental dimensión ergotópica. En todos y cada uno de los
lugares debemos ser capaces de percibir hasta sus más sutiles y desvanecidas
improntas de artificio. Toda cultura de habitar es, en origen, una cultura de
trabajo, de elaboración, de esfuerzo componedor. Todo habitante carga con una
constitucional fatiga por el trabajo de elaboración de los lugares que se
libran al postrer descanso.
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