Desde la perspectiva vincular
el cuerpo no puede ser pensado como un recipiente que nos contiene, ni una
muralla que nos aísla, es lo que se forma-deforma-transforma y conforma en el
entramado de la vida. El cuerpo es su propia historia. Historia que no lo determina
pero que lo condiciona tanto en sus posibilidades como en sus imposibilidades,
puesto que toda forma tiene un linaje de transformaciones posibles. Somos como
somos en la medida en que somos cuerpo, aunque, desde luego que no somos
meramente seres corporales. Nuestra biología forma parte de nuestro peculiar estar
en el mundo, pero la propia vida no está definida de una vez para siempre. En
el interjuego de la trama corporal-vital evolucionamos, nos transformamos,
cambiamos.
Denise
Najmanovich, 2001
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