Maya
Plisétskaya
No
hay que detenerse en la observación primitiva y abstracta de las formas de la
vida. Es preciso considerar estas formas y su contexto.
Con
ello se da un segundo y crucial paso: las formas de la vida no sólo se ofrecen
en una panoplia de figuras recortadas, sino que refulgen como lo que son, signos. De esta manera, las formas son
significantes de la vida haciéndose lugar y esta localización efectiva permite
descubrir cómo el cuerpo interpreta sus coreografías en los escenarios, esto
es, cómo las formas insertas en su contexto cobran sentido humano.
Cuando
es posible contemplar cómo las formas de la vida tienen efectivo lugar
empezamos a vislumbrar la actividad fundamental del cuerpo como arquitecto,
como artífice de las formas-con-significado-y-con-sentido del habitar. La danza de los cuerpos, he aquí el
Arquitecto primordial. Que bien pudiera ser Arquitecta, por cierto.
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