Alvar Aalto (1898-1976)
Villa Mairea (1937)
Hemos de construir casas que
crezcan; la casa que crece ha de sustituir a la máquina para habitar.
Alvar
Aalto
Todo
iniciaría en sorprender a la vida in fraganti en su acontecimiento, con una
mirada apta para examinar esas formas naturales. Reconocer, comprender y
valorar tales formas de la vida sólo constituye un primer paso.
Una
segunda instancia se aplicaría a comprender cómo estas formas de la vida
excavan la materia y las energías del sitio para constituir, de suyo, lugares.
Las formas primordiales de la vida, en su coreografía, se abren paso en el
sitio y a su costa es que dan forma vívida y propia a los lugares.
Luego,
—y esta es la etapa de síntesis más delicada, sutil y a la vez crucial—, la
mano del arquitecto contornearía con
prudencia y afecto tales morfologías para dar, por fin, con la forma de las
casas que crecen con la vida que albergan.
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