Paolo Veronese
(1528- 1588) Chica en la puerta (1561)
(Villa Barbaro en Maser)
El
desempeño arquitectónico de los lugares umbrales suele ser sutil, a la vez que
profundo en sus vivencias.
Pudiera
decirse que lo esencial del juego arquitectónico, si uno se atiene a las formas
rituales de habitación, consistiría en una combinación sabia de sendas,
estancias y umbrales. El atravesamiento de estos últimos constituye siempre una
experiencia estremecedora y por ello, la pasión del habitar las arquitecturas
tiene allí sus momentos especialmente señalados. Los umbrales son lugares de
singular expectación y los tránsitos a través de ellos siempre parecen
inaugurar situaciones. Mediante el atravesamiento de los umbrales, se
desenvuelven con toda su carga dramática las historias del vivir. Haber
traspasado cierto umbral siempre parece tener algo de irremediable, de
circunstancia en la que no es posible rehacer el camino.
Podemos
jugar, acaso inocentemente, a inmiscuirse en los lugares umbrales. Pero, tarde
o temprano, aprenderemos en la piel que no es nada fútil cruzar ciertos
confines
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