En la arquitectura efectiva del hábitat concurren
diversos y muchas veces antagónicos proyectos sociales.
En ciertos casos muy afortunados se consigue —y habrá que
averiguar cómo— una razonable armonía. Pero lo dominante, aquí y ahora, es un
conjunto discordante de diversos proyectos, los que resultan en configuraciones
hegemónicas y también contestaciones que conforman un cuadro en donde no es
posible asegurar una razonable perspectiva de sustentabilidad. Los proyectos
empresarios, fundados en la especulación inmobiliaria contrastan con los
proyectos elaborados por activistas que proponen alternativas productivas, lo
que se da en llamar la producción social del hábitat.Parafraseando a Horacio
Capel (2001), se reconocen problemas tanto en
el hábitat como del propio hábitat.
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