Fruto de nuestra habitual escisión entre el espacio y el
tiempo, consideramos que habitamos esferas, cuando pensamos en el espacio y que
habitamos laberintos, cuando el tiempo nos piensa.
Los laberintos han fascinado, con toda justicia, a Jorge Luis Borges. En
estas sendas quizá infinitas, el gran argentino se ha perdido, extático. Ya
sabemos, que, a poco de andar, daremos con su obra en su desmesurada Biblioteca
de Babel. Nos detendremos con maravilla y reemprenderemos el camino, hacia el
olvido, hasta que nos quede un sólo vago eco de sus palabras.
Pero nos quedará la idea, en el indeleble rincón borgiano
de nuestras memorias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario