¿Por qué todavía se atribuye la
arquitectura el heroico, simbólico e inútil empeño de resistir?
Quizás porque la arquitectura
es la única que se sumerge en ese río del tiempo con un placer inigualado. Y
chapotea como un niño, feliz a pesar de todo. Porque esa sustancia en la que
salpica es purificadora y la despojará todo de lo innecesario y lo superfluo.
Empezando por la función o sus significados.
Y principalmente porque no hay
mayor espejo inventado para tomar consciencia de nuestra frágil individualidad
que la existencia más prolongada y mansa de la arquitectura.
Santiago
de Molina, 2017
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