Si queremos que las ciudades y
los edificios se conviertan en lugares atractivos para que las personas los
usen, habrá que tratar consistentemente a la escala humana de un modo nuevo.
Trabajar con esta escala es la faceta más dificultosa y más sensible de todas
las que aparecen en el proceso de planeamiento. Si esta tarea es ignorada o
fracasa, la vida urbana nunca tendrá oportunidad de florecer. La extendida
práctica de moldear las ciudades desde arriba y desde afuera debe ser
reemplazada con nuevos procedimientos que vayan desde abajo y desde adentro, en
línea con el siguiente principio: primero la vida, después el espacio y por
último los edificios.
Al revés del orden que
antiguamente proponía el planeamiento urbano, que priorizaba los edificios,
luego el espacio y (a lo mejor) un poco de la vida, trabajar con la dimensión
humana requiere que la vida y el espacio sean tomadas como las cuestiones
primordiales antes que los edificios.
Jan
Gehl, 2010
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