La ética capitalista y la
consumista son dos caras de la misma moneda, una mezcla de dos mandamientos. El
supremo mandamiento de los ricos es «¡Invierte!». El supremo mandamiento del
resto de la gente es «¡Compra!».
La ética capitalista-consumista
es revolucionaria en otro aspecto. La mayoría de los sistemas éticos anteriores
planteaban a la gente un acuerdo muy duro. Se les prometía el paraíso, pero
solo si cultivaban la compasión y la tolerancia, superaban los anhelos y la
cólera y refrenaban sus intereses egoístas. Para la mayoría, esto era demasiado
duro. La historia de la ética es un triste relato de ideales maravillosos que
nadie cumple. La mayoría de los cristianos no imitan a Jesucristo, la mayoría
de los budistas no siguen las enseñanzas de Buda y la mayoría de los
confucianistas habrían provocado a Confucio un berrinche colérico.
En cambio, la mayoría de la gente
vive hoy siendo capaz de cumplir con éxito el ideal capitalista-consumista. La nueva
ética promete el paraíso a condición de que los ricos sigan siendo avariciosos
y pasen su tiempo haciendo más dinero, y que las masas den rienda suelta a sus
anhelos y pasiones y compren cada vez más. Esta es la primera religión en la
historia cuyos seguidores hacen realmente lo que se les pide que hagan. ¿Y cómo
sabemos que realmente obtendremos el paraíso a cambio? Porque lo hemos visto en
la televisión.
Harari,
2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario