El habitar estético, según lo asumimos aquí, no estriba
en una especialización o sesgo a priori, una mirada que contemple una pura
figura aparente del objeto arquitectónico.
Es, en cambio, un aspecto importante en la asunción plena
y dichosa de la experiencia del habitar, allí en donde se pormenoriza una
especial riqueza. Esta riqueza es el placer merecido que cada habitante tiene
con respecto al lugar que habita. El habitar estético es una específica
intensificación de la vida que habita los lugares. Se trata de profundizar y
explotar a fondo los vínculos entablados entre los objetos y los sujetos
habitantes. Es la identidad, la memoria y el modo particular de habitar los
lugares los que promueven juicios de valor singularmente sintéticos y
complejos.
Aquí,
lo estético es un aspecto importante y para muchas tareas crucial. Es, no cabe
duda, un aspecto crucial para señalar el camino de las necesarias
transformaciones del sitio habitado.
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