Uno de los signos más antiguos de la idea de arquitectura
lo constituye el signo o atributo de Seshat, deidad menor egipcia que amparaba
la labor arquitectónica y —repárese en este detalle— también a la escritura y
la contabilidad. Este es el signo.
Los entendidos en la cultura egipcia ven aquí una
estrella de siete puntas, coronada por un par de cuernos (¿?). Por mi parte, no
puedo evitar considerar una representación bastante sugestiva de una planta de
papiro, amparada por una suerte de arco o bóveda. Esto me lleva a inferir que
aquí podría haber una idea luminosa sobre la arquitectura: un amparo de lo vivo. Un ente vivo, demás está decirlo, que
tiene, entre sus muchos usos y propiedades, la capacidad de alojar los signos
de la memoria, del plan y del cálculo.
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