El fenómeno del habitar funda, como articulación
fundamental, un aquí recortado por
oposición a un allá.
Ambos lugares sólo pueden ser indicados por el habla: en
el texto escrito siempre adquieren un sentido figurado. Debe haber, entonces,
un hablante y un interlocutor copresentes para que aquí y allá se vuelvan
inequívocos.
Allá radican todas las cosas con las que ponemos
distancia prudente, para invaginarnos, cautelosos, en nuestros aquí.
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