El
paisaje no debe confundirse con la manifestación del sitio, esto es, su
constitución natural como fenómeno. Un paisaje constituye un escenario para
quien lo habita y sólo entonces adquiere una peculiar significación propia ya
de un lugar.
El
paisaje es una estructura vincular objetiva-subjetiva de naturaleza perceptiva
ambiental. Si el territorio estaba signado por el dominio efectivo, el paisaje
aparece signado por su parte por la percepción y la expectativa que resulta de
la valoración. Esta valoración transforma a un sitio en un bien o una cosa con
valor y este valor, que en principio es estético, deviene, antes o después en
un valor económico o afectivo. Todos y cada uno de nuestros sitios habitados en
forma particular tienen lugar efectivo en un paisaje obrado por el habitar
humano como condición.
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