Blaine Ellis
(1942)
Un edificio no es un fin en sí
mismo; enmarca, articula, estructura, da significado, relaciona, separa y une,
facilita y prohíbe. En consecuencia, las experiencias arquitectónicas básicas
tienen una forma verbal más que una nominal. Las experiencias arquitectónicas
auténticas consisten, pues, en, por ejemplo, acercarse o enfrentarse a un
edificio, más que la percepción formal de una fachada; el acto de entrar, y no
simplemente del diseño visual de la puerta; mirar al interior o al exterior por
una ventana, más que la ventana en sí como un objeto material; o de ocupar la
esfera de calor más que la chimenea como un objeto de diseño visual. El espacio
arquitectónico es espacio vivido más que espacio físico, y el espacio vivido
siempre trasciende la geometría y la mensurabilidad.
Pallasmaa,
2005
El
desarrollo consecuente de la estética de la experiencia arquitectónica concluye
precisamente en lo que aquí se ha considerado una hipótesis de trabajo teórico:
Los edificios son medios para que la
arquitectura del lugar se realice en el vínculo que los relaciona con las
personas que los habitan.
Era lo
que queríamos demostrar y en Pallasmaa encontramos una secuencia sólida de
argumentos al respecto.
Ahora
es tiempo de afrontar el desafío de sentir, concebir y desarrollar la
arquitectura en forma consecuente.
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