Es claro que la cuestión de la sostenibilidad no
pasa solamente por el consumo energético. Básicamente se trata de una cuestión
cultural, esto es, que envuelve una serie de otros factores “no cuantificables”
tan importantes cuanto los energéticos, referidos a los hábitos de consumo, de
comportamiento social, de desplazamientos, de localización, de respeto a la
memoria acumulada, a la constitución de los lugares y a las relaciones que las
personas y las edificaciones mantienen entre sí y con el espacio en común; con las
transiciones entre lo individual y lo colectivo, entre lo público, lo
semipúblico y lo privado. Se trata de una intrincada red de interacciones entre
factores objetivos y subjetivos, entre lo real y lo imaginario y entre lo
material y lo inmaterial, cuando hablamos de sostenibilidad.
Jorge
Jáuregui
Un
aspecto especialmente importante de la sostenibilidad en lo que toca a nuestro
habitar lo constituye el complejo problema de la movilidad urbana.
El
transporte mediante automóvil particular inflige heridas mortales tanto a
nuestros territorios, como a nuestras ciudades y aún a los ciudadanos.
El
modelo actual es, a todas luces, insostenible por su afectación de la calidad
de vida ciudadana, por las distorsiones funcionales urbanas y por la extensión
irracional de las manchas urbanas en los territorios. Basta experimentar el
tránsito gozoso, distendido y valioso por las áreas ganadas para el tránsito
peatonal para comprobar que las formas actuales de la movilidad urbana deberán
ser profundamente transformadas en un futuro próximo.
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