Henri
Brispot (1846–1928) El buen burgués (1893)
En la
fase superior del adentramiento no se trata de meramente irrumpir ni de
habituarse a hacerse un lugar; ahora se trata de apropiárselo.
Y ese
apropiárselo conlleva una compleja serie de operaciones de producción.
Producción de signos de identidad, que son improntas de presencia, afincamiento
y heredad. Producción de trazas de referencia, con una arquitectura de cosas
que cobran por su implementación habitable un sentido propio y diferencial. Producción
de memoria, porque no se trata sólo del puro y abstracto espacio sino de tiempo
vivido en lugares concretos, esto es, estructuras a la vez microgeográficas y
microhistóricas.
Pero ante
todo este hondo adentramiento no es otra cosa que la repetición cíclica de
ensañadas coreografías del adentramiento, que comenzaron por ser apenas
irrupciones, continuaron con gestos de habituación y culminan, por fin en la
apropiación.
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