Carl Vilhelm
Holsøe (1863- 1935) Muchacha en un balcón
(s/f)
Con
mucho, el ritual del atravesamiento de umbrales configura el caso más
interesante: la experiencia vivida de una transformación
está implícita cada vez que se abre una puerta y se pasa de Uno a Otro ámbito.
Se
experimenta con tal pasaje una mutación de estado, de condición, de carácter.
Las tribulaciones de la vida pública quedan algo afuera cuando uno traspasa el
umbral doméstico. Y viceversa. La etiqueta relajada y confiada en el ámbito
íntimo es sustituida por un preciso y más envarado protocolo en el ambiente
público. El ánimo, la actitud y el porte del viandante callejero mutan en los
adecuados al residente. Y todas estas mutaciones mediante el simple
atravesamiento del umbral que une y separa uno y otro ámbito. Todas estas
transformaciones a través de la práctica
de las puertas.
El
sentido principal de este ritual es el descubrimiento, la desocultación, la
revelación. No por casualidad se ha hablado de puertas de la sabiduría: cada apertura supone una ruptura, una
discontinuidad en el espacio-tiempo en donde algo se nos descubre.
Pero
es en el ámbito de los valores donde aparecen los aspectos más interesantes.
Hay que señalar la trascendencia de los ritos de pasaje, rituales que
sobresignifican precisamente el ritual del atravesamiento y el cambio de
estado. En la arquitectura, el valor de estos rituales estriba en todos los
complejos vinculados con la liminaridad y la articulación, propiedad de los
vanos, que unen y separan, a la vez, a las estancias y ámbitos.
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