Jan Brueghel el
Viejo (1568- 1625) y Peter Paul Rubens (1577- 1640) El olfato (1618)
El
cuerpo es el soporte de una oposición imaginativa con respecto al olfato.
Por una
parte, un aspecto primitivo, animal, anterior a la cultura que aparece
abiertamente menospreciado frente a las evidencias de la vista o las sutilezas
del oído. Por otra, un aspecto adjudicado a cierta virtud intelectual, superior
a la mera inteligencia que vincula el olfato con la astucia. Así el imaginario
escinde de este muy importante sentido dos aspectos extremos, respectivamente
infravalorado el uno, sobrevalorado el otro. Pero lo cierto que el olfato es
uno, aunque diverso es el uso que hacemos de éste.
El
cuerpo va deambulando entre las excelencias de las fragancias que ama y las
miserias del mefitismo, pero siempre aspirando a desarrollar una peculiar
sagacidad para orientarse en las condiciones propicias al bienestar.
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