Caspar David
Friedrich (1774 1840) Entrada al
cementerio (1825)
Así
como ponemos cara a lo que vendrá más allá del horizonte, hacia adelante,
también damos la espalda a todo aquello ya vivido, atrás, en la sima de lo
acontecido.
A lo
largo de nuestra vida-y-marcha, la estela de lo ya vivido nos sigue,
acechándonos la nuca: apenas si podemos administrar cuotas razonables de
memoria y olvido, apenas si podemos recuperar lo ya vivido en el sueño y en la
melancolía de aquello que no fue, apenas si dejamos descuidadas improntas de
nuestro andar y en ocasiones otras voces, otros ámbitos nos reprochan la
desatención.
También
con lo que nos queda atrás, en cajones y anaqueles, en reliquias y fotografías,
en cicatrices y heridas que no nos cierran, confeccionamos, con nuestros
cuerpos, la arquitectura en que habitamos.
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