Monasterio de
los Jerónimos, Lisboa
Todo
puede comenzar por respirar la atmósfera del lugar. La arquitectura comienza
por darle una cualidad especial al aire.
Pero
esto es sólo el comienzo necesario y vital. La intromisión en el corazón
palpitante del lugar es una experiencia de todo el cuerpo: una inmersión
totalizadora. En tal intrusión la piel es el instrumento sensible por
excelencia.
Pero si
se habla de piel es inevitable mencionar el contenido erótico. Más propiamente,
erototópico: el lugar exige una adhesión emocional, un compromiso, un
interjuego. A las emociones profundas de la inmersión le corresponden las
magias de las texturas y los ritmos, los tránsitos y las pausas.
Hay
mucho que elaborar en torno a una estética propia de la inmersión del cuerpo,
del recorrido de los lugares con la piel, de las formas del anhelo en las
arquitecturas que palpitan con la habitación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario