Hablar de la ciudad como un campo
de significado es hacerlo homologando la ciudad a un mito, no en el sentido en
que lo haría Barthes –el mito como mixtificación o reducción falsificadora de
lo real–, sino en el sentido lévi-straussiano, es decir del mito como instancia
inteligente en la que los tres niveles en los que se expresa el mundo a los
humanos –lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario– coexisten mezclándose. En la
ciudad vemos la misma sobreposición de instancias –la de lo Real y la de lo
Imaginario– a las que se suma enseguida el trabajo de lo Simbólico –que, por
otra parte, no es otra cosa que eso, es decir un trabajo o producción– en una
tarea que en el fondo no muy distinta que la que hemos visto ejercer siempre a
los mitos, empeñados una y otra vez en jugar con los distintos planos de la
experiencia hasta hacerlos indistinguibles.
Manuel
Delgado, 2018
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