Jindrich Štreit
(1946)
En un
sentido existencial, las personas habitamos un horizonte. Y en este horizonte
hay, adelante, un punto singular, que es el lugar de lo que vendrá.
La
arquitectura humanista se compromete con el amparo de tal horizonte. Es preciso
que siempre tengamos el mundo organizado según la línea que separa las cosas de
la tierra de las del cielo. Es preciso modular cercanías y lejanías,
advenimientos y fatigas, sembrados y cosechas. El lugar de las personas siempre
comprende uno y otro lado, porque habitamos su región fronteriza.
La
poética arquitectónica es una poética de oteros, terrazas y amplios balcones
vueltos a lo que vendrá.
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