Albarrán Cabrera
(1969)
Los
seres humanos necesitamos ser encantados.
Hay en
el habitar una importante dimensión afectiva que es preciso desplegar en todos
y cada uno de los lugares que las personas ocupen. Los lugares deben enamorar a
las personas toda vez que estas los hacen propios. Cada lugar poblado debe
desenvolver su capacidad de seducción sobre el ánimo de los habitantes que allí
celebran identidad, pertenencia y memoria.
Porque
sólo lo que llegamos a amar es pasible de atención, cuidado y cultivo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario