Habitar constituye tanto una conducta observable en el
espacio, así como una proyección en el tiempo.
Esto implica que no sólo es imperioso examinar los hechos
del habitar, sino también las expectativas, las proyecciones al futuro y las
instancias críticas que implica. Abordar las prácticas sociales del habitar
supone entonces observar, caracterizar y valorar tanto las prácticas de
concepción, así como las de proyecto, construcción e implementación. Los
lugares que efectivamente habitamos, en efecto, son expresión de ideas de
diversa naturaleza y origen, obedecen a diversas directivas de índole
proyectual, son resultado de distintos procesos de construcción y son
escenarios de diferentes estilos de vida particulares.
Habitar es un proyecto de largo aliento.
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