El habitar promueve el pensamiento proyectivo y la
actividad constructiva de obras que se adecuen, de una forma
hermosísima, a las necesidades más propias de los seres humanos, en la
formulación albertiana.
La
adecuación buscada entre el modo de vivir en los lugares y los artefactos que
configuran estos lugares, además de fundarse en el pensamiento esclarecido y el
arte logrado, se origina en el conocimiento positivo del habitar humano.
La
teoría del habitar aspira a esclarecer y sistematizar el saber social que,
entre otros aspectos, constituye la finalidad de la arquitectura
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