Vilhelm
Hammershøi (1864-1916) Descanso
(1905)
El
paso ético siguiente al del principio podría proponerse una senda del deber, una zancada
deontológica.
Qué
es aquello que debe ser, en una ética
humanista en arquitectura que parte de reconocer la centralidad de la condición
humana en su compromiso con el oficio y profesión arquitectónicos: una deontología propia de la consecución
del confort. Así, se especifica una ética de la felicidad, acaso muy
general, en una ajustada ética del confort, como deontología que norma, conduce
y guía el obrar del arquitecto. Todo tiene allí comienzo y fin: la arquitectura
obra virtuosamente si consigue el pleno acomodo de la vida en su magnitud
conforme, en términos tanto de adecuación, dignidad como de decoro.
Proclamarlo
es relativamente simple y expeditivo. Otra cosa es comprometerse sin desmayos,
ni olvidos, ni claudicaciones.
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