Heinrich Vogeler
(1872 –1942) Noche de verano (1905)
Los
seres humanos somos seres-en-situación,
esto es, conquistamos un lugar contingente que sólo nos permite tener efectivo
lugar mediante una adecuada irrupción.
Esto de
conquistar un lugar se percibe mejor
en la antigua locución “darse el lugar que a uno corresponda”, que significa: ubicarse no sólo en el sitio físico,
sino en el emplazamiento de circunstancias sociales en que cada uno de nosotros
es gente, esto es, persona que puebla
un rol y status social especialmente señalado. Ocupar un lugar no es inexorable,
sino siempre circunstancial y relativo a una trama compleja de emplazamientos
que determinan los juegos sociales.
Es por
ello que nuestra población del lugar debe ser apropiada, en el doble sentido de
ser investida particularmente y fruto de una legítima adecuación. Tener lugar
es una instancia en un proceso de autoconstrucción vincular de las personas.
A causa
de esto, siempre deberemos estar en
condiciones existenciales de verificar el valor de adecuación legitimadora allí
donde nos encontremos.
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