Libro de la casa
de la Landauer Zwölfbrüderstiftung
Habitar
tiene una dimensión ergotópica, una dimensión trabajada, esforzada y extenuante
que conviene no olvidar.
Habitar
supone trabajar en forma constante, recurrente y acumulativa. El habitar es una
construcción morosa, un continuo ajuste de volúmenes llenos y vacíos y un
persistente pulido de superficies. Sólo con el tiempo y el esfuerzo aplicado el
cuerpo encuentra efectivo acomodo en el orden de cosas que lo ampara. Limpiar,
ordenar y acondicionar son apenas los emergentes más enojosos de una labor que
insume la propia vida de los habitantes.
La
misión del arquitecto, en este extremo, es facilitar, estimular y confortar las
fatigas que cuesta este habitar ergotópico.
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