Albrecht Dürer (1471-1528)
Melancolía I (1514)
La filosofía requiere de una
distancia que no es neutral, sino crítica. Cambia el punto de vista normal,
habitual, ya aceptado por el sentido común. Desencaja nuestra relación habitual
con lo que somos, con lo que vemos, con las palabras que usamos. Pero esta
distancia es la condición para un compromiso más veraz. El problema es cuando
se convierte en un refugio o en una zona de confort. Entonces, aunque se usen
términos o referencias filosóficas, ya no se está haciendo filosofía.
Marina
Garcés, 2016
¿Por
qué no preguntarse por el habitar?
Tal la
cuestión que puede mover el talante —quizá melancólico— de algunos arquitectos
desvelados por la finalidad última de su quehacer tanto como por la causa
primera de la razón de ser profunda de la propia arquitectura. En este sitio se
ha abundado tanto en la cuestión que ya resulta naturalizada en las inercias
del pensamiento.
Pero
los verdaderos vocacionales de las preguntas —los filósofos— ¿no consideran
pertinente esta cuestión? ¿Es posible que con el célebre “Construir, habitar,
¿pensar” (1954) de Martin Heidegger se hayan dado por satisfechos? Difícil de
creer. Cierto es que Peter Sloterdijk ha aportado inestimables aportes en su
monumental trilogía dedicada a las esferas. Pero todavía falta para que el
habitar, en sí mismo, se convierta en un tópico frecuentado en filosofía.
Aquí
intentaremos lanzar una botella a los mares para que los filósofos de toda laya
se den por desafiados.
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