No existen hechos, sólo interpretaciones.
Friedrich
Nietzsche
Las
inercias del cientificismo positivista conducen a considerar, a título de
hipótesis operativas, que el habitar es un hecho o conjunto de ellos y tales
hechos son pasibles de conocimiento riguroso mediante la observación y la
descripción.
Pero
puede pecarse por lo menos de ingenuidad: algunos —a quienes les asiste por cierto una cuota de razón— aseveran que 1) sólo existen, frente a la conciencia, propiamente
interpretaciones, esto es, construcciones cognoscitivas que hacen de la
correspondencia de sus proposiciones un valor discutible y deficitario con
respecto a la realidad; y 2) los hechos, en sí, no son accesibles a la
conciencia salvo por la mediación conjetural, hipotética y revisable de las interpretaciones
de unas conciencias por lo demás falibles, interesadas, y también inventivas.
Por
todo esto, parece de prudentes suponer que acerca del habitar se podrán
elucubrar siempre interpretaciones aquejadas por su revisabilidad, por su
provisoriedad, por su adecuación precaria con la realidad, aunque mejores y
preferibles en todo a la rotunda ignorancia.
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