Gilbert Garcin
(1929- )
Por lo
que parece, todo lo que uno consigue, al final, es comprobar que, tras el fondo
del cuadro se ahonda la sima de la nada más concluyente, si cabe caracterizar
así a la ausencia de ser.
No
entristece. Yo diría que, para llegar allí, hubiese sido más oportuno dedicar
más atención a los pequeños destellos de lo singular que se pueden verificar en
ciertos eventos cotidianos, comunes y corrientes. Cosas sencillas como una
mancha de luz en la penumbra de un interior, o el soplo de la brisa en una
cortina o la risa sorprendida de un niño. Asuntos distantes de las graves y
trascendentes cuestiones que nos han desvelado las noches y los tedios.
Cosas
así, simples, limpias y módicas.
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