Richard Baxter
Cruzar
un umbral, en cualquier sentido, tiene un carácter de irreversible que
estremece a las constituciones más firmes.
Por más
que nos arrepintamos, toda vez que abrimos una puerta algo sucede de un modo
inaugural. Es que es nuestra naturaleza
la que la atraviesa, antes aún que los pies, y rompe ese himen que articula
esto y aquello, aquí y allá, antes y después.
En los
umbrales nosotros mismos verificamos que nuestra propia condición es liminar.
Es todo nuestro ser el que opera todos los picaportes del mundo.
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