El lugar que hay en un banco de plaza


Peter Marlow (1952-2016)

Toda vez que una presencia corporal humana disemina su imperio sobre un lugar, éste se colmata de un modo particular.
Veamos qué sucede en un banco público. Una persona —o mejor aún, una pareja— puede dominar la totalidad del asiento, aun cuando, desde el punto de vista físico, haya sitio disponible. Cierto, puede haber sitio, pero esto no quiere decir que haya lugar. Para que haya lugar para un recién llegado, el ocupante debe replegarse, aquiescente y hospitalario, recoger en parte su proyección sobre el asiento, de manera de hacer lugar al nuevo ocupante. Los lugares como tales no están nunca vacantes, sino que siempre alguien que nos franquea el paso y nos invita a hacernos uno en el sitio que nos libera. Porque hacer un lugar también es administrar sus dimensiones en consideración de la vida social.

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